EXPOSICIÓN DE MOTIVOS

Las altas esferas nos miran con paternal complacencia. De lo que no son conscientes es de que nosotros, pequeños y escasos asteroides en plena explosión demográfica, cuando giramos a su alrededor, no lo hacemos dócilmente. Les escrutamos, les estudiamos. Una y otra vez. Aunque ya tengamos demasiado vistas sus superficies leprosas y salpicadas de chancros sifilíticos. Simplemente nos estamos reproduciendo, poco a poco. Estamos esperando el momento ideal, que acontecerá el día más pensado, cuando a la ocasión la pinten con rastas hasta la mismísima culera, para lanzarnos sobre sus sorprendidas caras. Algún día caeremos como hierros al rojo vivo sobre sus cordilleras podridas. No habrá coordinación, será una lluvia ácrata, un chubasco irregular y Aleatorio, sin una política definida. POR FIN.

Nuestros cerebros serán meteoritos de todos los colores. Eso es lo de menos. Caeremos a su derecha, a su izquierda, en sus bancos y en sus politburós. En sus templos, en sus logias, en sus sedes del partido, en sus Casas del Pueblo. Lapidaremos mentalmente sus Cuarteles Generales, sus centros de comunicaciones monodireccionales. Pianos de Jerry Lee Lewis sin teclas berreando silenciosamente "Great Balls of Fire". Eso seremos.

Pero mientras tanto, seguimos aumentando la familia. Se engrosa el cinturón. Es una batalla entre la mitosis asnal y la del pensamiento auténticamente libre.

Y se acabó el "si Dios quiere". Habremos de querer nosotros. Porque, llamadme loco, eso es lo que creo que Dios quiere: mujeres, hombres, personas actuando por sí mismos... con el pensamiento verdaderamente libre.

Firmado: una bomba nuclear tranquila.

miércoles, octubre 14, 2015

VIRGEN DE LA VERGÜENZA

La alfombra es de tierra,
sus ansias, espaciosas,
y tú eres el fleco que me niego a cortar,

porque te veo y presupongo
que al amputarte
perdería la tela su encanto.

Como si no quisiera pudrir la magia
con lo que me espera tras los tragos cortos
de un fin de semana indiferente,
de un jarabe demasiado bueno para tomarlo enfermo
o del fondo inesperado de la botella.

Del mismo modo que ese niño
disfruta de sus muñecos de acción
(totalmente articulados)
sin sacarlos de la caja.

No es muy políticamente correcto
que intentes convencerme 
de que para ti soy especial.

No, ellos por ti, y yo por ellos
ya me siento mejor entre lo peor.

Me estoy amoldando al ocaso.

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