domingo, noviembre 05, 2017
IMBÉCILES DINÁMICOS
Ayer, nada más levantarme,
tuve una pesadilla horrible:
me perseguía una horda civilizada
compuesta por una abigarrada mezcla
de imbéciles dinámicos.
Fue terrorífico.
Hacía mucho tiempo
que no sentía la obligación real
de aburrirme.
Desbordado por los acontecimientos
eché a correr hacia mi casa
y hubo suerte:
cuando llegué
las sábanas aún estaban calientes
y ni tu recuerdo
ni la cafeína
pudieron mantenerme despierto
en un mundo
que el resto de los mortales
se empeña en que yo deteste,
eso sí,
siempre por mis propios miedos.
tuve una pesadilla horrible:
me perseguía una horda civilizada
compuesta por una abigarrada mezcla
de imbéciles dinámicos.
Fue terrorífico.
Hacía mucho tiempo
que no sentía la obligación real
de aburrirme.
Desbordado por los acontecimientos
eché a correr hacia mi casa
y hubo suerte:
cuando llegué
las sábanas aún estaban calientes
y ni tu recuerdo
ni la cafeína
pudieron mantenerme despierto
en un mundo
que el resto de los mortales
se empeña en que yo deteste,
eso sí,
siempre por mis propios miedos.
domingo, septiembre 24, 2017
...AUNQUE SEA MAL
"Turbio, insípido, ennegrecido
por la quietud de un tiempo que nos insulta
ignorándonos."
Así me define mi corazón
en su biografía no autorizada,
a partir de vértices de realidad
desde donde cree haberme conocido,
con la fe
de quienes se saben ciegos.
"Tan elástico como un azulejo sobrante
disfrutando de su orfandad en un solar,
amarrado a una pálida sensación
de musgo herido,
mutado,
sometido al destierro biológico
por la polución."
Así me describió mi Ángel de la Guarda
en su último informe para el Gran Jefe,
a sabiendas de que exageraba,
a sabiendas de que sus palabras
sonaban demasiado humanas,
demasiado pedantes.
"Máquina cansada pero en activo,
pistola antigua al alcance de cualquiera,
percutor caprichoso, gatillo condescendiente,
arma indolente
con muchas ganas todavía
de seguir disparando
contra conciencias blindadas."
Así lo afirma mi cerebro
cuando declara como testigo
todos los días
ante ese Jurado Popular
que es mi civilización.
La vista es pública,
la audiencia, íntima,
el juicio, de por vida,
y sólo se distingue
el timbre de mi llanto,
y el tono de mis carcajadas
a puerta cerrada,
ventanas abiertas,
cuando me desbordan mareas de ojos
pero baja el volumen
de sus críticas.
Entonces el momento se hace oportunidad,
la oportunidad obligación,
la obligación necesidad
y la necesidad, alivio aún por padecer.
Por eso les digo, hoy que la nada está ahí fuera,
que aprovechen, hermanos y hermanas,
contemplen el silencio,
escriban sobre la piel de su calma
y háblense, de vez en cuando, de sí mismos...
aunque sea mal.
por la quietud de un tiempo que nos insulta
ignorándonos."
Así me define mi corazón
en su biografía no autorizada,
a partir de vértices de realidad
desde donde cree haberme conocido,
con la fe
de quienes se saben ciegos.
"Tan elástico como un azulejo sobrante
disfrutando de su orfandad en un solar,
amarrado a una pálida sensación
de musgo herido,
mutado,
sometido al destierro biológico
por la polución."
Así me describió mi Ángel de la Guarda
en su último informe para el Gran Jefe,
a sabiendas de que exageraba,
a sabiendas de que sus palabras
sonaban demasiado humanas,
demasiado pedantes.
"Máquina cansada pero en activo,
pistola antigua al alcance de cualquiera,
percutor caprichoso, gatillo condescendiente,
arma indolente
con muchas ganas todavía
de seguir disparando
contra conciencias blindadas."
Así lo afirma mi cerebro
cuando declara como testigo
todos los días
ante ese Jurado Popular
que es mi civilización.
La vista es pública,
la audiencia, íntima,
el juicio, de por vida,
y sólo se distingue
el timbre de mi llanto,
y el tono de mis carcajadas
a puerta cerrada,
ventanas abiertas,
cuando me desbordan mareas de ojos
pero baja el volumen
de sus críticas.
Entonces el momento se hace oportunidad,
la oportunidad obligación,
la obligación necesidad
y la necesidad, alivio aún por padecer.
Por eso les digo, hoy que la nada está ahí fuera,
que aprovechen, hermanos y hermanas,
contemplen el silencio,
escriban sobre la piel de su calma
y háblense, de vez en cuando, de sí mismos...
aunque sea mal.
domingo, septiembre 03, 2017
LA DAMA SE ESCONDE
De imanes y obispos,
sultanes y condes,
de padres, de hijos
la dama se esconde.
Herida en el trato,
curada en amores,
con daño y Dolores
(que Lola fue un rato)
evita ocasiones
que impliquen agravio:
la dama se esconde.
Detrás de la cara,
detrás de los golpes,
detrás de la nada,
detrás del desorden,
detrás de miradas
detrás de los coches,
detrás de esta bala
la dama se esconde.
Los votantes puros
en filas de a doce
dejan su futuro
en quienes escogen;
son la gente, el mundo
temiendo un redoble
que deje desnudos
a ricos y pobres.
Buscando refugios
en las estaciones,
detrás de sus muros
la dama se esconde.
Avisa la radio,
la tele, a las once,
las doce, a las cuatro,
hoy mañana, ayer noche;
nadie ha contestado,
nadie a quien le importe:
sola en su calvario
la dama se esconde.
Su alma, su acero
de orgullo de estoque
conversa en el cielo
con los sus temores:
«si no me respeto,
ellos son mejores;
si callo, defiendo
a mis agresores;
y cuando cae muerto
alguien en mi nombre,
¡tan presa del miedo
la dama se esconde!»
Tras años de espera
de gritos sin voces,
de llantos de piedra
y yermas canciones,
brotan de la tierra
columnas de flores,
de torres muy negras,
alfiles, peones,
caballos de guerra,
crines por galones.
La dama dispone
su ejército en ruta,
pues ya no se oculta:
la dama responde.
miércoles, julio 19, 2017
QUERIDA ALEGRÍA V
Pensé que todo seguiría igual
tan sólo porque sigo indultando a las arañas
que recorren la habitación donde, antaño,
solíais compartir esquina, telas y veneno.
Pero no.
Todo es más todo
si la nada no lo es del todo,
si las paredes gritan pudorosas y desnudas,
si la metralla en mi cabeza escupe tu nombre,
si las luces descansan y lloran.
Recobrar el compás que perdí
después del bombardeo
será traición sádica sobre un cuerpo punible
que quiso merecerlo: una victoria
con mirada demasiado triste.
El tiempo es lento taladrando verdades
en la caja de Judas,
pero el serrín que se burla de mis ojos
impide que brote el llanto,
impide que vea con claridad tu sepsis.
La reyerta continúa
aun con tus colmillos in absentia.
Tras la tempestad llega la calma.
Tras la calma, la supervivencia.
martes, marzo 28, 2017
NOTA A LOS CREYENTES
La herida de esta canción tiene orificio de entrada y de salida, otra vez.
Es un lunes de marzo y son las siete y media de la tarde. No tardará en abalanzarse sobre mí esa sombra imperceptible que aparece cuando la tarde se resiste a abandonar el salón de la ciudad por la que transito; camino preocupado por no saber por qué sigo inquieto aunque todo parezca ir medianamente bien. Aunque al llegar a casa me esperen sonrisas y abrazos, comprensión y descanso. En el pecho noto gases volátiles que ladran explosión y muerden pocas deflagraciones definitivas. Los pulmones tienen miedo de expandirse, la boca de mi estómago es una frontera cubierta de alambradas al rojo vivo y yo mantengo el paso sin alzar la vista de una acera que no se solidariza conmigo. Noto los dientes tan apretados como exhaustos y los días venideros son un inestable puente colgante al que me dirijo sin resistirme. Soy 60 kilos de carne magra que no le importan a casi nadie, que a veces lloran y otras se mueren de risa aunque nunca se hayan reído de la muerte. Hoy he visto que me ha salido una cana en esta barba que nunca se tomó mi cara en serio y he cantado una canción de los ochenta mientras revisaba mi dentadura devastada ante el espejo... «¿qué jodiendas me depara el futuro?» A saber, el Imperio de las Desgracias Potenciales es demasiado vasto como para atravesarlo sin que te dispare algún vigía borracho y te deje incrustadas esquirlas de sinvivir en algún rincón de tu cabeza. ¿Y qué hay al otro lado? Es cuestión de fe el creer que hallaré la purificación y el equilibrio interno, a la mayor gloria de Dios y a la mayor paz de quienes han tenido que aguantar mis estupideces al menos una vez en su vida.
Pero tanto me da, hermanos y hermanas: si alcanzo el Nirvana me faltará tiempo para cortarlo en rodajas y echárselo a los perros del infierno, como suelo hacer con todas mis felices victorias.
Porque algunos creyentes no descansamos ni después de muertos, por mucho que se empeñen los curas en decir lo contrario.
jueves, febrero 09, 2017
LA GALERNA DEL SÁBADO DE GLORIA
Puso Dios en mis cántabras montañas
Auras de libertad, tocas de nieve,
Y la vena del hierro en sus entrañas.
Tejió del roble de la adusta sierra
Y no del frágil mirto su corona;
Que ni falerna vid ni ático olivo,
Ni siciliana mies ornan sus campos,
Ni allí rebosan las colmadas trojes,
Ni rueda el mosto en el lagar hirviente;
Pero hay bosques repuestos y sombríos,
Misterioso rumor de ondas y vientos,
Tajadas hoces, y tendidos valles
Más que el heleno Tempe deleitosos,
Y, cual baño de Náyades, la arena
Que besa nuestro mar; y sus mugidos,
Como de fiera en coso perseguida,
Arrullos son a la gentil serrana,
Amor de Roma, y espantable al vasco,
Pobre y altiva, y como pobre hermosa.
No es el risueño Egeo que circundan
Cual ceñidor las Cícladas marmóreas;
Ni el golfo que con dórica armonía
De Nápoles arrulla a la Sirena
Cabe la sacra tumba de Virgilio;
Ni el vago azul de la marina Jonia;
Sino el Ponto que azota a Caledonia,
Y roto entre las Hébridas resuena,
Titán cerúleo que a la yerta gente
Hace temblar en la postrera Tule,
Y cabalga entre nieblas y borrascas
Sobre el inmenso Leviatán, que nutre
Con pestífero aceite la candela
Del céltico arponero. Ni cien carros
De guerra hicieran tan horrible estruendo
En torno de Ilión, como esas olas
Cuando las perlas de Cantabria hieren.
Hoy se vuelven a alzar firmes y rudas,
En son de guerra y vencedor amago,
A renovar el memorable estrago
Que en la Pasión de su Hacedor movieron;
Por eso es hoy más íntima y solemne
La voz de las tormentas boreales,
Mayor su indignación, cuando arrostrarlas
Osa el nauchero de piedad desnudo.
¡Ay! no verá la luz del patrio faro
Sobre el amigo cerro de la costa,
Cual mirada de Dios sobre sus hijos,
Ni su velera y triunfadora nave,
Al arribar, coronará de flores.
¡Piedad, Señor! Sienta tus iras sólo
Rota y hundida la soberbia quilla,
Que oro y baldón conduce a estas arenas,
O el ferrado vapor, en cuyas venas
Corre savia de fuego. Allí la sangre
De nuestra raza va; sobre estos montes
Tendió la emigración sus negras alas;
Llora la esposa en el helado lecho,
Cabe el extinto hogar llora la madre,
El campo desfallece sin cultura,
Y en tórrida región nuestros mancebos
Siega la muerte: ¡que más bien perezcan
Ante las rocas del amado puerto,
Acariciados por maternas olas,
Do lleve el viento el son de las campanas
De la torre natal, a sus oídos!
Pero salva, Señor, el frágil leño
Del pescador que fatigado encuentra
Al fin de su pescar, la red vacía.
Es hijo de aquel pueblo que en tardía
Cadena domeñó la ingente Roma;
Del que a Cannas Aníbal conducía,
De las madres itálicas espanto,
Terror de los vacecos y autrigones;
Del que en la cruz de su triunfal suplicio
El bárbaro cantar de la victoria
De Agripa ante las haces entonaba.
¡Oh, sálvalos, Señor! En ellos corre
Sangre de Bonifaz el de Sevilla,
Del fiero vencedor de la Rochela,
Del que trazó primero en breve carta
La soledad de los indianos mares,
Y en sus bosques logró gigante tumba,
Al impulso de arpón enherbolado.
¡Contémplalos luchar!... ¡Vana esperanza!
Que ni el llanto de madres y de esposas
Las iras quebrará del Oceano,
Ni del hado la ley adamantina...
Mas salvados serán, porque las nieblas
Del mundo material y las del alma
Sólo la tempestad rompe y ahuyenta,
Y es su rojiza luz benigno rayo
De un sol que animará perennes flores.
¡Salvados, sí! Desde el salobre risco
De San Pedro del Mar, un sacerdote
Les dio la bendición. Nada más grande
Ojos humanos contemplar pudieron,
Cual lo que vio la moribunda gente,
Al descender el celestial rocío
Del divino perdón sobre su frente;
Abrirse el cielo, serenarse el mundo,
Entre Dios y la mar la Cruz alzada,
Y descender con palmas y coronas
Las sombras de sus mártires patronos,
Las de los dos celtíberos guerreros.
¡Muerte feliz, entre la paz del cielo
Y el beso de los mares! Cuando vengan
A acariciar la conocida playa,
De barca y pescador traerán los restos
En el cendal de su tejida espuma.
Otro celebre en canto que no muera
La guerra y la ambición, peste del mundo,
Y a la fuerza brutal erija altares.
Yo diré que mis cántabros se hundieron
Con los despojos de su fiel trainera,
Como cae el guerrero en la batalla
Asido al asta de su enseña rota.
¡Y aún es más noble y santa que en el campo,
En el taller la sangre derramada
A impulsos del martillo y de la rueda,
O en el cóncavo seno de los montes,
Al trueno de la pólvora deshechos,
Por donde agita sus humeantes crines
El moderno Tifón, o en los escollos
Do cela el mar sus perlas y corales!
¡Perenne lid con la materia inerte,
Dura labor, pero victoria cierta!
Otro estadio, otra arena, otra cuadriga
Piden en nueva edad cantares nuevos.
¡Dadme el lauro de Olimpia y de Nemea,
Y la frente del mártir del trabajo
Ciña la palma de Elis triunfadora,
Como al atleta coronar solía!
Oye, noble ciudad, luz de Cantabria:
Basta a cubrir las llagas de tu pueblo
Un trozo de tu regia vestidura;
Rásgale, pues, y en tu esplendor no olvides
Que esos del nauta sórdidos harapos,
De su viejo tugurio suspendidos
Y por el vendaval y por los soles
Y por el golpe de las olas rotos,
Te hicieron grande, poderosa y rica.
Marcelino Menéndez Pelayo
Santander, 30 de abril de 1878.
martes, febrero 07, 2017
QUERIDA ALEGRÍA III
Verán ustedes:
Es pura cuestión de fobia al armatoste,
de suerte al esquivar el escupitajo.
Una jungla se cruza con otra,
hibridan, se injertan,
se prenden fuego mutuamente,
se apagan en la nada. El vacío
es envidioso y violento,
obligado por el pánico presumible
a azotar sus langostas
bajo la mesa de invitados cobardes.
Hacia el verano se elevan los tigres
de cerebros como ministros sin cartera,
apasionante trámite de audiencia
en horas siempre altas.
Los árboles encogen la mirada
cuando ven pasar la fragua y el daño
por entre sus ramas pírricas.
Verán ustedes:
Mamá y papá saben todo esto
porque asisten a terapia de parejas.
Nos iremos de vacaciones en abril
y mamá dejará de preocuparse
por el rayón que le hice en el coche.
Papá y mamá saben que estoy loca
y sólo me preocupa cuando lo olvidan.
Están orgullosos de mis hélices,
de mis dedos como migajas sangrantes
sobre el cabello del inocente,
están orgullosos de mis hélices
atascadas en las voces del paria.
Están orgullosos de mis hélices
aunque no existan. Ni ellos
ni las hélices.
Verán ustedes,
verán que alegría
cuando se derramen las canas
sobre el trago y la sombra
de mi soledad.
Verán ustedes
cuando llegue la necesidad por nada,
la necesidad por nadie.
Ya lo verán.
Es pura cuestión de fobia al armatoste,
de suerte al esquivar el escupitajo.
Una jungla se cruza con otra,
hibridan, se injertan,
se prenden fuego mutuamente,
se apagan en la nada. El vacío
es envidioso y violento,
obligado por el pánico presumible
a azotar sus langostas
bajo la mesa de invitados cobardes.
Hacia el verano se elevan los tigres
de cerebros como ministros sin cartera,
apasionante trámite de audiencia
en horas siempre altas.
Los árboles encogen la mirada
cuando ven pasar la fragua y el daño
por entre sus ramas pírricas.
Verán ustedes:
Mamá y papá saben todo esto
porque asisten a terapia de parejas.
Nos iremos de vacaciones en abril
y mamá dejará de preocuparse
por el rayón que le hice en el coche.
Papá y mamá saben que estoy loca
y sólo me preocupa cuando lo olvidan.
Están orgullosos de mis hélices,
de mis dedos como migajas sangrantes
sobre el cabello del inocente,
están orgullosos de mis hélices
atascadas en las voces del paria.
Están orgullosos de mis hélices
aunque no existan. Ni ellos
ni las hélices.
Verán ustedes,
verán que alegría
cuando se derramen las canas
sobre el trago y la sombra
de mi soledad.
Verán ustedes
cuando llegue la necesidad por nada,
la necesidad por nadie.
Ya lo verán.
viernes, enero 06, 2017
A UNA VELA (Sonetillo de mano y media)
Rectilíneo crepitar
el de la vela durmiente
que se asusta de repente
si viénenla a despertar.
Esquiva del sol naciente,
sueño imposible en el mar,
sangra en la sombra al clavar
su luz en forma de diente.
Terco olor de par en par,
aroma espeso y creciente,
candela por apagar
cuando el alba ya se siente.
Con crepuscular motor
nace una llama en el alma
que quema bajo la palma
que se arrima a su calor,
parte con borde afilado
la carne, por el costado,
del negro y seco dolor
que es húmedo, blanco, inmenso
cuando de día te pienso:
quiero velar en mi sueño,
ahogarme en tu resplandor
tornar mi dormir pequeño,
vela en noche por amor.
el de la vela durmiente
que se asusta de repente
si viénenla a despertar.
Esquiva del sol naciente,
sueño imposible en el mar,
sangra en la sombra al clavar
su luz en forma de diente.
Terco olor de par en par,
aroma espeso y creciente,
candela por apagar
cuando el alba ya se siente.
Con crepuscular motor
nace una llama en el alma
que quema bajo la palma
que se arrima a su calor,
parte con borde afilado
la carne, por el costado,
del negro y seco dolor
que es húmedo, blanco, inmenso
cuando de día te pienso:
quiero velar en mi sueño,
ahogarme en tu resplandor
tornar mi dormir pequeño,
vela en noche por amor.
lunes, enero 02, 2017
FELIZ AÑO NUEVO, GILIPOLLAS.
Y sí, he grabado un vídeo en vertical porque no sabía hacerlo de otra manera me apetecía.
Feliz año nuevo, Gilipollas.
Feliz año nuevo, Gilipollas.
Feliz año nuevo, Gilipollas. Hoy es 1 de enero de 2017 y me apetece llamártelo justo en el momento en que me miras con cara de besugo estreñido al intentar tragar las uvas como si la vida te fuera en ello mientras yo simplemente me hurgo la nariz con desdén.
Sí: eres básica y esencialmente Gilipollas.
Me encanta la palabra que tan bien te describe: Gilipollas. Es más universal que un cargador de Android e inmune a payasadas de género y número. Imperecedera, eterna, global, inclusiva, eufónica en su cacofonía, placentera en la boca de quien la pronuncia investido de justicia y justificación al hacerlo.
Efectivamente, es aplicable a la práctica totalidad de seres vivos, como el Gilipollas de tu perro que se papea su propia mierda humeante en las mañanitas de noviembre; de individuos como el Gilipollas del vecino que se rasca los huevos a la vez que bosteza y exhibe sus fauces malolientes; de personas como la Gilipollas de tu suegra que vigila cada movimiento de su hija como si ésta fuese un puto muñeco sin criterio; de familias Gilipollas como las que se ríen con el mariquita de la tele pero no quieren bujarras en sus cenas de navidad; de tribus Gilipollas que votan a Gilipollas que sintetizan magníficamente la voluntad general de los Gilipollas; de dinastías de Gilipollas a las que aplaudimos como Gilipollas.
Como ves, oh Gilipollas, él es Gilipollas, ella es Gilipollas, ellos son Gilipollas, ellas son Gilipollas. Es una palabra tan invariable como el hecho de que eres Gilipollas, sigues siendo Gilipollas, estés en 2016 o en 2017, en España o pisando boñigas de yac en pleno Tíbet.
Qué más da si eres hombre, mujer, okapi transgénero o bonsai transgénico: eres Gilipollas. Gilipollas que se embadurna en modernidad mientras su mente apesta a cerrilismo cateto, a infantilismo, a ignorancia deliberada, a sectarismo canalla. A tendencia y apariencia, a hipocresía, a doble vara de medir, a rencor prepúber inexplicable, a necesidad de atención a precio de saldo presentada entre trompeteos como rebeldía y lucha.
¿No te das cuenta? Eres Gilipollas. Y me apetecía recordártelo hoy mismo para que lo tengas presente el resto del año.
Si llego a escribirte esto en verso quizá me hubieras prestado más atención porque habrías creído que esto es un poema de los modernos. Porque eres Gilipollas.
Y sí, es cierto: cuando me miro al espejo veo a un Gilipollas, así es, pero con conciencia de auténtico Gilipollas, que no se cree un ser espléndido y especial como tú, como vosotros, como vosotras, como ellos y como ellas, cada vez que escupen a la memoria de Espronceda con sus horribles alardes.
Valientes Gilipollas.
En fin, traga las uvas y, si estás de irte, hazme el favor de cerrar la puerta al salir.
Feliz año nuevo. Gilipollas.
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