EXPOSICIÓN DE MOTIVOS

Las altas esferas nos miran con paternal complacencia. De lo que no son conscientes es de que nosotros, pequeños y escasos asteroides en plena explosión demográfica, cuando giramos a su alrededor, no lo hacemos dócilmente. Les escrutamos, les estudiamos. Una y otra vez. Aunque ya tengamos demasiado vistas sus superficies leprosas y salpicadas de chancros sifilíticos. Simplemente nos estamos reproduciendo, poco a poco. Estamos esperando el momento ideal, que acontecerá el día más pensado, cuando a la ocasión la pinten con rastas hasta la mismísima culera, para lanzarnos sobre sus sorprendidas caras. Algún día caeremos como hierros al rojo vivo sobre sus cordilleras podridas. No habrá coordinación, será una lluvia ácrata, un chubasco irregular y Aleatorio, sin una política definida. POR FIN.

Nuestros cerebros serán meteoritos de todos los colores. Eso es lo de menos. Caeremos a su derecha, a su izquierda, en sus bancos y en sus politburós. En sus templos, en sus logias, en sus sedes del partido, en sus Casas del Pueblo. Lapidaremos mentalmente sus Cuarteles Generales, sus centros de comunicaciones monodireccionales. Pianos de Jerry Lee Lewis sin teclas berreando silenciosamente "Great Balls of Fire". Eso seremos.

Pero mientras tanto, seguimos aumentando la familia. Se engrosa el cinturón. Es una batalla entre la mitosis asnal y la del pensamiento auténticamente libre.

Y se acabó el "si Dios quiere". Habremos de querer nosotros. Porque, llamadme loco, eso es lo que creo que Dios quiere: mujeres, hombres, personas actuando por sí mismos... con el pensamiento verdaderamente libre.

Firmado: una bomba nuclear tranquila.

domingo, octubre 31, 2010

Hoór parlaré meckei...

... dacke qui habituale venet nend. Spero, hoorben, qui ups lextores kännant exkusar et diskulpar diste repentino egozentrismo qui nup bloghe prevalecet.

Nunca me ha importado pedir disculpas, pero sí que me cuesta hacerlo. No es contradictorio. De ahí que no lo haga en castellano.

Una vez dicho esto, saludo al respetable desde mi querida habitación cántabra, ya que, hasta mañana, y desde ayer, será aquí donde pase estos dos días. Como se pueden imaginar, ya estoy haciendo la maleta para irme... y fue ayer cuando comencé a deshacerla. El trabajo ennoblecerá, pero esclaviza nuestro tiempo.

Y mirando algo tan simple como una maleta a medio cerrar, se da cuenta uno de que su interior muchas veces puede ser el espejo de uno mismo. Lógicamente, en función del viaje que se vaya a realizar, su contenido "puede verse sometido a variaciones" (algo así se puede leer en el cuadrante de menús de mi antigua residencia), pero siempre hay un "algo" que define en todo o en parte al propietario. Un mínimo detalle del que se parta es suficiente. Concretamente, en mi maleta, que he usado más que nada como intercambiador de ropa de verano y tardío por ropa de entretiempo e invierno, me he visto. He visto al notas de 27 años que soy. Desde cualquier perspectiva. Desde cualquier ángulo. A cualquier hora. En todo tipo de hábitat. Sólo o acompañado.

Un pelotón de camisas de variados y suaves colores han soltado su olor a recién lavadas cuando he abierto completamente la maleta. Bien dobladas y planchadas, sobrias y elegantes. Algunas, bastante horteras y/o pijas para mi gusto. Gajes del oficio, camaradas y compatriotas. La abogacía, pienso a veces, requiere de una seriedad que tengo que extraer de mí con mucho esfuerzo. Pero eso es lo que he querido ser, y es un precio que he de pagar, y gustoso lo hago.

Nudo gordiano. Nudos marineros. Nudos de corbata: mi asignatura pendiente durante tantos años. Aprobada "raspadita", en el fondo mis rústicos orígenes me dificultaron siempre realizar los en principio simples juegos de manos necesarios para obtener bajo mi nuez un poco de elegancia urbanita. Las corbatas despiertan en mí un sentimiento de amor-odio muy poco común: las de pala estrecha con colores serios (o rojas) me apasionan, mientras que las anchas, con rayas y colores chillones me dan especial grima. En mi maleta, dos humildes corbatas de pala estrecha (negra y gris, respectivamente), se dan de hostias por buscar un hueco entre tanta camisa atufando a lavanda. Me encantan.

Los tirantes no han muerto. Que se lleven poco no quiere decir que su utilidad haya de ser puesta en entredicho. Jamás. Los tengo de tres y de cuatro trabillas, y su comodidad, al menos para mí, es indudable, amén de su elegancia y sencillez. En una esquina, parecen charlar animadamente con la competencia, ese par de correas negras que, a su vez, se miran entre sí con desconfianza. Una con hebilla simple, otra con la Eisernes Kreuz. Ésta dicen que asusta un poco, pero creo que exageran. La ignorancia de muchos la nazifica injustamente.

Dos camisas se sienten marginadas al fondo de la maleta. Una gris sencilla, y una negra de aspecto sacerdotal. No parece recomendable usarlas para ir al trabajo, no. Se merecen mucho más. Se merecen salir un viernes, un sábado, una tarde a tomarse un café y a mancharse de migas y crema de pastel. O de cubata. No son dignas de ser condenadas a restregarse contra una mesa llena de papeles y con un teléfono constantemente sonando a un lado.

Otra camisa, aislada de sus hermanas allá en Madrid, yace tranquila, sin molestar a nadie, en la maleta. Es una de mis queridas camisas de cuadros, prueba del orgullo de mi rusticismo bien exhibido sin tapujos. Os adoro, chicas, pegáis con todo... con todo lo que uno pueda llegar a imaginar: lo campechano, lo rebelde, lo tradicional, lo práctico, lo sencillo, lo gafapasta, lo lesbiano, lo rockero, lo minero, lo agrario, lo informático, hasta hacen juego con los manteles de las comidas campestres.

Tres pantalones se asfixian y amodorran bajo el peso de tanta camisa. Los denominados "pantalones de vestir". Uno negro, otro khaki y otro azul marino. Cómodos tanto para trabajar como para salir. Trillados y valientes, héroes de mil batallas cotidianas, aún vivirán muchas más, Dios mediante. Pero piden sustitutos, y ya empiezan a pedirlo a gritos perfectamente audibles.

Un orgulloso pantalón vaquero negro observa desde la silla el macarrónico conglomerado fashionvictim que alberga mi maleta. Se sabe mi favorito, sabe que difícilmente conocerá un viaje encerrado en un compartimento de autobús o de tren. Como mi cazadora vaquera negra "la Borrega", being weared by Skander since 2002, toda una seña de identidad, con su parche del Ala nº 12 del Ejército del Aire. Paint it black.

Camisetas de manga corta apretujadas completan el magnífico fresco. Negras, rojas y azules. Muy gráficas. Muy prácticas. Y muy informales, por fortuna. Tan válidas en verano como vestimenta principal, como en invierno como prenda "de debajo". Otro clásico

Y al fondo de mi cuarto, impertérritas, enjutas, viejas, preciosas, con kilómetros bajo sus suelas, mis Doctor Martens. Invencibles y duras desde hace ahora seis años. Parece que fue ayer cuando jubilaron a las anteriores, tras otros seis años de fiel servicio. Pronto otras las substituirán, seguramente. Pero, una vez más, serán iguales que las anteriores, idénticas. Impepinablemente.

Cierro la maleta. Y comienzo a encontrar las palabras que pueden autodefinirme, por mucho que digan que nadie sea buen juez de sí mismo.

Sí, efectivamente. Soy un anarcofascista-rockero-siniestro-rústico-retro. Más o menos.

O ni más ni menos. Puf.

Pero sobre todo, un sentimental.

martes, octubre 26, 2010

Aracnocracia II

Ha vuelto en busca de su venganza. Cual pescador pirado en "Sé lo que hicisteis el último verano". No murió. Ha regresado con sus ganchudas patas, su extraño y pseudomarcial paso... me persigue...

¡PUTA!

Recordará el lector que hace ya unos añitos tuve una ligera controversia con ella. Con ese monstruo dotado de quelíceros y ocho patas, como el ya difunto pulpo Paul. Pero en fea y en letal. Molesta. Infame. Preapocalíptica incluso. El MIEDO en sus más puras esencias. Pues hace apenas 20 minutos...

...He sido protagonista de uno de los mayores ridículos del año. Vayan preparando su proyector de imágenes mentales, que "no tien desperdiciu". Bien entrada la madrugada, como viene siendo habitual, he decidido tomar una ducha pre-cama, de esas calentitas. Pero la cosa ya empezaba a torcerse porque, cuando me coloqué en posición de duchado y me remojé, en el zulo-baño que tengo justo al lado de mi dormitorio, reparé en que no había traído la ropa para cambiarme... "pero a quién se le pasaría por la cabeza salir chorreando de la ducha a por la muda, ya se me ocurrirá algo".

Y nada se me ocurre, pero algo ocurre: la bombona de gas se apollarda, petardea y se apaga. El agua que delicadamente va recorriendo mi musculado y bronceado cuerpo se asemeja cada segundo más a una radial amputándome las extremidades. Grito, blasfemo, tengo la cabeza repleta de champú, espumoso cual botella de sidra "El Gaitero" mareada en el Dragon Khan. Y comienza la segunda parte.

Bajando a la planta baja (no es redundancia, podría haber un sótano, listillos), mojado, con el pelo y el cuerpo completamente enjabonados, y con una toalla a lo Máximo Décimo Meridio versión locaza en apuros, casi me dejo el maxilar superior al resbalar en la cocina. Consigo volver a prender el gas. Y decido ir al baño del piso de abajo, con un plato de ducha más grande y con un espejo para autodesearte mientras te echas el Sánex por la rabadilla. Pero que siempre me ha dado grima. POR ALGO.

Tras aclararme el cuerpo y la cabeza, intento desquitarme estando un ratito de los largos bajo la alcachofa esa, pero el calentador vuelve a sufrir un esparabán y me deja otra vez en una atmósfera más propia de Rodolfo el Langostino. Suficiente, suficiente. Basta. Venga esa toalla... Canto, me seco a conciencia, y cuando voy a usarla de taparrabos para subir arriba y vestirme... LA VEO. Veo a LA PUTA. Ha crecido y engordado. Marronácea. Con cierto estilo. Paseándose por mi toalla. Magnífico. Chorreo agua por doquier, pero alcanzo una de mis chancletas y la intento apartar para que se vaya (empiezo a entender que no se puede hacer otra cosa contra esa inmortal pesadilla patilarga). Se resiste. Y grito, grito desgañitándome:

¡MUERE, CERDA!

Y la aplasto, o eso creo, con la chancla. Miro la suela que ha caído sobre ella. NADA. No está. Y veo que se escabulle por debajo de la toalla que he lanzado al suelo. Bravo. Ideal. Y mi ropa, arriba. Piensa algo, genio.

Y lo pienso. Veo una toalla de alguno de mis compañeros de piso(bajo la mía se halla una amenaza clara) y, chorreando, salgo con ella como puedo, subo las escaleras y me pongo un pantalón de pijama. Sigo completamente mojado, y ya empiezo a pensar que soy el tío más afortunado del mundo. Sin duda, muchacho, sin duda...

5 luces dadas. Una y media de la mañana. El cuerpo del bicho no aparece. Y yo por ahí mojado y en paños más que menores. Moviendo la toalla por el suelo, pisándola con la esperanza de oír un "crofch" que nunca llega. Comienzo a doblarla con miedo más que notable. Y recojo las chanclas con pánico, por si me espera ahí agazapada cual Rambo invertebrado. Las miro y remiro por dentro, desde lejos. No me las pongo, las pongo encima de la toalla doblada y salgo corriendo a mi cuarto. Tiro todo al suelo, lejos de mi cama...

Hasta ahora.

Las arañas gobiernan mi vida, vida que tiene una fecha de caducidad. No como las suyas, al parecer.

Y me están observando a mis espaldas. Lo sé. Y "Ella", nunca mejor dicho, también. Recen por mí.

viernes, octubre 15, 2010

Impropoemario.

Me encanta escribir poesía. Modestia aparte, he tenido desde siempre cierta facilidad para rimar, ya fuera en consonante o en asonante. Algunas veces (pocas) he empleado el verso libre. Muchos de mis poemas han tomado finalmente la forma de canciones, como las que toco con mi bandilla.

Aquellos que me leen suelen "acusarme" de oscuro, triste y deshumanizado a la hora de escribir. O con un humor nigérrimo. Y no lo niego. Es verdad. Mi desconfianza y falta de fe en el género humano son patentes. No soy irreligioso ni blasfemo, aunque pueda parecerlo a veces. Mi fe en la Humanidad es inversamente proporcional a mi fe en Dios. Si a veces da esa impresión, es precisamente para dejar al personaje que "interpreto" en mis obras, como alguien poco recomendable.

Mi poemario se basa en también en dos pilares fundamentales: improvisación e inspiración inmediata. Si te brota la inspiración, agárrala fuerte, que no se te escape, estoy convencido de que nunca durará más de cinco minutos en su apogeo. Y no suele volver tomando su forma anterior, es como un virus gripal. Por eso, creo hay que recubrirla con cierta cantidad de improvisación. Aunque a veces, ésta suponga el 99,5% de la idea. Últimamente, partiendo de un concepto básico, generalmente una palabra muy común o genérica, he ido "generando" una serie de poemas, cargados de humor, sátira, y, por qué no decirlo, vulgar y procaz lenguaje. Pero es increíble la capacidad que tienen de alegrar el día a quien los escribe. Lo que ocurre es que, debido a su carga "malévola", estaré un tiempo meditando si publico alguno en este blog.

Para todo lo demás... A.A.

Skander leaves the building.

lunes, octubre 11, 2010

COR EDIT CANEM

"COR EDIT CANEM"

EL SUELO NUNCA ES LO SUFICIENTEMENTE GRANDE PARA PODER CAERME RENDIDO, Y NECESITO EL CIELO PARA POSAR MIS PIES.

ASÍ SOY

SOY EL PERFECTO DESCONOCIDO DE LO PROPIO, LA TERRAZA MÁS CONCURRIDA DE LO AJENO.
Y AJENO A TODOS, RESPIRO

Y ME SIENTO COMO EL VAHO DE UNA VENTANA SIN CRISTAL, PERO MIS LÁGRIMAS LAS SÉ CONVERTIR EN BALAS DE GRAN CALIBRE.

BALAS DE GRAN CALIBRE PARA DEMASIADOS BLANCOS

Y NO ES CUESTIÓN DE COLORES O MATICES, LOS GRITOS NO SE PINTAN, LOS MÍOS NI SIQUIERA SE ESCUCHAN

Y ESCUCHA BIEN LO QUE TE DIGO

NO HAY MÁS CIEGO QUE EL QUE NO QUIERO VER, PERO CREO QUE HAS ESCUCHADO DEMASIADO.

DEMASIADO POCO EN DOS CIFRAS PARA EXPLICARTE MÁS DE MIL HISTORIAS QUE SANGRAN POR CICATRICES MAL CURADAS.

Quién eres tú para hablar como si yo mismo fuera

Quién te crees para creer conocer mis abismos

Quién eres tú para juzgar si te ríes de mis sentencias

Quién te crees tú para cuidar mi voz rota y postrada

Sólo quiero recordarte, en sinopsis, esta feliz tragedia

El tiempo y la soledad barajan las cartas

¿El tiempo? pasa ¿y la muerte?

Envida.

(A Diego García González, cuyo buen corazón acabará quemando sus papeles de tipo duro.)

6-X-2010