EXPOSICIÓN DE MOTIVOS

Las altas esferas nos miran con paternal complacencia. De lo que no son conscientes es de que nosotros, pequeños y escasos asteroides en plena explosión demográfica, cuando giramos a su alrededor, no lo hacemos dócilmente. Les escrutamos, les estudiamos. Una y otra vez. Aunque ya tengamos demasiado vistas sus superficies leprosas y salpicadas de chancros sifilíticos. Simplemente nos estamos reproduciendo, poco a poco. Estamos esperando el momento ideal, que acontecerá el día más pensado, cuando a la ocasión la pinten con rastas hasta la mismísima culera, para lanzarnos sobre sus sorprendidas caras. Algún día caeremos como hierros al rojo vivo sobre sus cordilleras podridas. No habrá coordinación, será una lluvia ácrata, un chubasco irregular y Aleatorio, sin una política definida. POR FIN.

Nuestros cerebros serán meteoritos de todos los colores. Eso es lo de menos. Caeremos a su derecha, a su izquierda, en sus bancos y en sus politburós. En sus templos, en sus logias, en sus sedes del partido, en sus Casas del Pueblo. Lapidaremos mentalmente sus Cuarteles Generales, sus centros de comunicaciones monodireccionales. Pianos de Jerry Lee Lewis sin teclas berreando silenciosamente "Great Balls of Fire". Eso seremos.

Pero mientras tanto, seguimos aumentando la familia. Se engrosa el cinturón. Es una batalla entre la mitosis asnal y la del pensamiento auténticamente libre.

Y se acabó el "si Dios quiere". Habremos de querer nosotros. Porque, llamadme loco, eso es lo que creo que Dios quiere: mujeres, hombres, personas actuando por sí mismos... con el pensamiento verdaderamente libre.

Firmado: una bomba nuclear tranquila.

lunes, agosto 13, 2018

MAILLARD ULTRA


Estamos respirando 
cada vez con mayor dificultad. 

Siempre está encendido
y explica la casa. Venid. 
Hay algo vivo dentro del horno
y no nos falta la leña. 

Duran poco los silencios
en los infiernos persistentes. 
Sudor finge ser vidrio 
entre espectador y verdugo. 

Porque la puerta es ciega, 
el humo la guía al desbordarse. 
Su olor barre nuestros cuerpos
a capricho del viento que esté al mando. 

Y de nuevo apartamos otra pistola plañidera 
dispuesta a llorar justificaciones.

Estamos respirando 
nuestro segundo bautismo.

Esperando inútilmente 
a que haya calma dentro del horno,
a que el grito se haga aroma, 
su sufrimiento nuestro alimento. 

Y nos sobra la leña, 
sus mundos se acaban sin su permiso, 
se confunden las pieles, la carne no es débil, 
pero tampoco invencible ante la nuestra. 

Sin embargo sabemos 
que los rescoldos son de sueño ligero 
y que una mano surgirá de entre ellos 
para golpear el metal con sus secos nudillos. 

Por eso nunca puede faltar el combustible. 
Nunca hasta el antirruido. Nunca. 

Porque bastante condena 
nos imponen esos recuerdos 
que al incinerarse dejan en las conciencias
un largo perfume a crematorio. 

Estamos respirando
las cenizas que nos explican.