EXPOSICIÓN DE MOTIVOS

Las altas esferas nos miran con paternal complacencia. De lo que no son conscientes es de que nosotros, pequeños y escasos asteroides en plena explosión demográfica, cuando giramos a su alrededor, no lo hacemos dócilmente. Les escrutamos, les estudiamos. Una y otra vez. Aunque ya tengamos demasiado vistas sus superficies leprosas y salpicadas de chancros sifilíticos. Simplemente nos estamos reproduciendo, poco a poco. Estamos esperando el momento ideal, que acontecerá el día más pensado, cuando a la ocasión la pinten con rastas hasta la mismísima culera, para lanzarnos sobre sus sorprendidas caras. Algún día caeremos como hierros al rojo vivo sobre sus cordilleras podridas. No habrá coordinación, será una lluvia ácrata, un chubasco irregular y Aleatorio, sin una política definida. POR FIN.

Nuestros cerebros serán meteoritos de todos los colores. Eso es lo de menos. Caeremos a su derecha, a su izquierda, en sus bancos y en sus politburós. En sus templos, en sus logias, en sus sedes del partido, en sus Casas del Pueblo. Lapidaremos mentalmente sus Cuarteles Generales, sus centros de comunicaciones monodireccionales. Pianos de Jerry Lee Lewis sin teclas berreando silenciosamente "Great Balls of Fire". Eso seremos.

Pero mientras tanto, seguimos aumentando la familia. Se engrosa el cinturón. Es una batalla entre la mitosis asnal y la del pensamiento auténticamente libre.

Y se acabó el "si Dios quiere". Habremos de querer nosotros. Porque, llamadme loco, eso es lo que creo que Dios quiere: mujeres, hombres, personas actuando por sí mismos... con el pensamiento verdaderamente libre.

Firmado: una bomba nuclear tranquila.

lunes, agosto 08, 2016

REALISMO NADA LIMPIO I

Este calor espantoso,
estas moscas que me persiguen como fans de mierda,
nutren mi urticaria
mientras espero en esta esquina sin sombra.

Cada vez me resulta más difícil rascarme
desde que las uñas
empezaron a resultar más útiles como alimento
que como alivio cutáneo a mi delirio.

Además, ahora el dolor es constante
al forzar estos muñones dactilares sanguinolentos
a lijarse contra estos brazos secos:
hasta diez padrastros furiosos
eyaculan su ira por cada borde de mis dedos.

Cada vez me es más complicado morderme el labio
(y, desde luego, morder los ajenos)
desde que las últimas cuatrocientas madrugadas hice de mis fauces
una fábrica de polvo de sarro y caries.

Empujo con la lengua cada borde inflamado
y tiño de rojo las flemas densas y pegajosas
que saltan al ruedo bajo el paladar entre carraspeos nerviosos:
no pienso escupir mi desayuno, comida, merienda y cena,
no pienso escupir mi anestesia ni mi pasatiempo.

Me aburro,
ando a la búsqueda de vello infectado
en cualquier parte del cuerpo,
un lugar donde apretar hasta oír ese tac
ese anuncio de trofeo en forma de pus y bulbo,
de pelo retorcido y húmedo agonizando sobre mi índice.
Parece que tendré éxito
si me sigo explorando las ingles:
ya noto varios bultos, varios volcanes aún vírgenes
dispuestos a entregarse a los encantos de mis yemas.

Saco la lengua y arrugo el gesto durante la operación,
varios goterones burbujeantes salen a ver mundo
y se unen a la colección de lamparones de mi camiseta.

Sigo esperando en esta esquina sin sombra.

Soy una esponja estrujada sufriendo una hemorragia en cada poro,
un museo ambulante de venas masacradas,
esperando sin remedio a que un Mercedes blanco
o cualquier carromato destartalado
me lleve allá donde mis problemas
se solventan
a golpes de aguja
y correa desgastada.

Pero no se lo contéis a nadie.

No hay comentarios: