EXPOSICIÓN DE MOTIVOS

Las altas esferas nos miran con paternal complacencia. De lo que no son conscientes es de que nosotros, pequeños y escasos asteroides en plena explosión demográfica, cuando giramos a su alrededor, no lo hacemos dócilmente. Les escrutamos, les estudiamos. Una y otra vez. Aunque ya tengamos demasiado vistas sus superficies leprosas y salpicadas de chancros sifilíticos. Simplemente nos estamos reproduciendo, poco a poco. Estamos esperando el momento ideal, que acontecerá el día más pensado, cuando a la ocasión la pinten con rastas hasta la mismísima culera, para lanzarnos sobre sus sorprendidas caras. Algún día caeremos como hierros al rojo vivo sobre sus cordilleras podridas. No habrá coordinación, será una lluvia ácrata, un chubasco irregular y Aleatorio, sin una política definida. POR FIN.

Nuestros cerebros serán meteoritos de todos los colores. Eso es lo de menos. Caeremos a su derecha, a su izquierda, en sus bancos y en sus politburós. En sus templos, en sus logias, en sus sedes del partido, en sus Casas del Pueblo. Lapidaremos mentalmente sus Cuarteles Generales, sus centros de comunicaciones monodireccionales. Pianos de Jerry Lee Lewis sin teclas berreando silenciosamente "Great Balls of Fire". Eso seremos.

Pero mientras tanto, seguimos aumentando la familia. Se engrosa el cinturón. Es una batalla entre la mitosis asnal y la del pensamiento auténticamente libre.

Y se acabó el "si Dios quiere". Habremos de querer nosotros. Porque, llamadme loco, eso es lo que creo que Dios quiere: mujeres, hombres, personas actuando por sí mismos... con el pensamiento verdaderamente libre.

Firmado: una bomba nuclear tranquila.

miércoles, julio 19, 2017

QUERIDA ALEGRÍA V

Pensé que todo seguiría igual tan sólo porque sigo indultando a las arañas que recorren la habitación donde, antaño, solíais compartir esquina, telas y veneno. Pero no. Todo es más todo si la nada no lo es del todo, si las paredes gritan pudorosas y desnudas, si la metralla en mi cabeza escupe tu nombre, si las luces descansan y lloran. Recobrar el compás que perdí después del bombardeo será traición sádica sobre un cuerpo punible que quiso merecerlo: una victoria con mirada demasiado triste. El tiempo es lento taladrando verdades en la caja de Judas, pero el serrín que se burla de mis ojos impide que brote el llanto, impide que vea con claridad tu sepsis. La reyerta continúa aun con tus colmillos in absentia. Tras la tempestad llega la calma. Tras la calma, la supervivencia.