EXPOSICIÓN DE MOTIVOS

Las altas esferas nos miran con paternal complacencia. De lo que no son conscientes es de que nosotros, pequeños y escasos asteroides en plena explosión demográfica, cuando giramos a su alrededor, no lo hacemos dócilmente. Les escrutamos, les estudiamos. Una y otra vez. Aunque ya tengamos demasiado vistas sus superficies leprosas y salpicadas de chancros sifilíticos. Simplemente nos estamos reproduciendo, poco a poco. Estamos esperando el momento ideal, que acontecerá el día más pensado, cuando a la ocasión la pinten con rastas hasta la mismísima culera, para lanzarnos sobre sus sorprendidas caras. Algún día caeremos como hierros al rojo vivo sobre sus cordilleras podridas. No habrá coordinación, será una lluvia ácrata, un chubasco irregular y Aleatorio, sin una política definida. POR FIN.

Nuestros cerebros serán meteoritos de todos los colores. Eso es lo de menos. Caeremos a su derecha, a su izquierda, en sus bancos y en sus politburós. En sus templos, en sus logias, en sus sedes del partido, en sus Casas del Pueblo. Lapidaremos mentalmente sus Cuarteles Generales, sus centros de comunicaciones monodireccionales. Pianos de Jerry Lee Lewis sin teclas berreando silenciosamente "Great Balls of Fire". Eso seremos.

Pero mientras tanto, seguimos aumentando la familia. Se engrosa el cinturón. Es una batalla entre la mitosis asnal y la del pensamiento auténticamente libre.

Y se acabó el "si Dios quiere". Habremos de querer nosotros. Porque, llamadme loco, eso es lo que creo que Dios quiere: mujeres, hombres, personas actuando por sí mismos... con el pensamiento verdaderamente libre.

Firmado: una bomba nuclear tranquila.

domingo, diciembre 27, 2015

DE MADRID AL CIELO

Bien sé yo que a veces sueño con criterio.

De mi próximo libro "He vuelto de entre los muertos", que espero poder publicar este año que entra.


jueves, diciembre 10, 2015

NO SD CARD FOUND

Tras cada arcada asomado al balcón del WC,
alzaba la cabeza y allí estaba ella,
con su falange de dientes escoltando la lengua,
siempre dispuesta,
a besar sus ácidas mandíbulas.

Y en cada cruce de labios antitéticos,
se preguntaban
por qué nadie desmenuzaba semejante sabor
con el mismo afán, placer y saña
con que ellos se desvestían la grima sobreentendida.

Porque tres días pueden enterrar mil años de agendas fallidas,
un par de abrazos pueden quemar constelaciones de fotos incómodas.
¿Y qué ejército de traumas resiste 
la sucia bandera blanca en su ropa desordenada?

El cuerpo ebrio trata de ponerse en pie,
patina en medio del sudor, la emesis y la pus del abandono.
Mira a su alrededor, y todo su alrededor es ella.

"Saltemos de alegría", le dice, "ya no hay vecinos abajo".
En la planta superior se escuchan aplausos sordos:
Alguien quiere darles una nueva oportunidad,
cae un mechero por el hueco de la escalera
envuelto en una nota arrugada que les aconseja dulcemente
que enciendan una hoguera con sus recuerdos.


Y QUÉ SIENTE EL DIFUNTO

¿Y qué siente el difunto en su agujero
cuando no puede compartir con asco
las moscas y gusanos en chubasco
que llueven bajo su sepulturero?

¿Y qué noto yo, momia, cuando masco
el musgo que a mi boca trajo enero
que forma en mis quijadas un atasco
y que hace de mi tumba un gran florero?

¿Y qué siente el marino que en la playa
 varó al fin su cadáver de salitre
cuando un cangrejo llega, come y calla?

Alumno amortajado en su pupitre:
¿qué nota el vientre del muerto en batalla?
"Pues no son mariposas, que son buitres."

martes, diciembre 08, 2015

DELINCUENCIA PÉREZ

Delincuencia Pérez
lleva peor el patronímico que su nombre de bautismo.
Por eso aspira a blasonarse a cualquier precio.

Empieza por pedirle crédito a Envidia García,
avalada por Soberbia Martínez:
las hermanas que hacen de la finca su erial de trabajo.

Y Delincuencia Pérez obtiene el carnet de Jeta
ante el atónito mirar de sus parientes menos avispados,
Miseria González y Carterista Fernández
(que se llevarán lo negro de la uña).

Delincuencia Pérez no pierde ripio
y se pornografía con Vanidad Gómez
bajo las órdenes de Derroche Dupont.

Lame las paredes manchadas
entre acto y acto,
ya que estamos... que no quede nada sin rapiñar,
si acaso, deja algo para el desahuciado Honor Cualquiera.
Nada.

Delincuencia Pérez ha ganado las elecciones.

Delincuencia Pérez, aspirante a dictadora, teme por su vida.

Delincuencia Pérez crea el Ministerio de Culpas.

Delincuencia Pérez se hace un traje a medida con la enseña nacional.

Delincuencia Pérez encarcela a Democracia Mansa.

Delincuencia Pérez conoce el problema
pero duerme más o menos sin sobresaltos,
porque sabe que no es el corazón del problema.

Y una madrugada sin marca en almanaque,
aún con restos de maquillaje en la cara del debate de la tarde anterior,
Delincuencia Pérez es defenestrada por Democracia Mansa.

La inocente de doña Alegría Rodríguez y el idiota de Cambio Sánchez
se echan a la calle a celebrar la caída de la sátrapa.

Pues parece que mañana va a llover.

Recientes investigaciones demuestran que Democracia Mansa
es el nombre artístico de Delincuencia Hernández. 

Dentro de un par de años, 
María Resignación Díaz sollozará en la Plaza Mayor.
Ni siquiera tendrá fuerzas para gritar
Sic semper tyrannis.
Ni ella ni nadie. Mirar al suelo es menos agotador. 

Los secretos a voces se gritan más que nunca:
el Comandante Cobra
ha coronado en secreto a nuestra Delincuencia
bajo el nombre de Corrupción Política,
por la gracia de los mismos
que padecerán su desgracia.

Promiscua la Delincuencia,
una mañana puedes despertarte con ella al costado.
Su olor a androginia camufla su peste a podredumbre

Delincuencia sólo cambia de apellido, de estirpe o solar.
Delincuencia sólo cambia de clase, de sexo, de raza.
Es expósita, pero tiene padres y madres,
los mismos que el desheredado Honor,
Honor Cualquiera.

Es el nombre de pila el que mejor recordamos.
¡Y es el que menos nos importa!

Delincuencia Pérez conoce el problema
pero duerme más o menos sin sobresaltos,
porque sabe que no es el corazón del problema.
Nace del problema,
parasita el problema,
engorda en el problema,
nos mata con el problema.

Y Ciudadano Buenaga, resignado,
frente al televisor,
sigue comiento altramuces,
porque es un tío bastante tradicional.

sábado, diciembre 05, 2015

FIESTA DE LA MATANZA

Todas las miradas de la Gran Vía
anuncian en forma de cartel ocular
que en próximas fechas, y como todos los años
se celebrará la Fiesta de la Matanza.

Se clavarán ganchos en las patas que sostienen
a la hemipléjica y torcida sinergia anteurálica,
y habrá cerdos que griten y ovejas que no:
no sé en qué intestinos prefiero secarme el sudor
una vez los libere del papel de regalo.

La Nación necesita que consumáis,
que os consumáis,
hasta que se consume la consunción.

Y, como una epifanía preprogramada,
uno acaba dándose cuenta de que es feliz 
aquél que tiene el dinero necesario
 para poder ser diferente del resto a su manera.

Depende sobre todo del metabolismo de nuestra soberbia.

Lástima que el ejercicio de avidez
nos vaya cariando, esmalte adentro
los números de la cuenta corriente.

Cuando nos sentemos a la mesa,
nos haremos cargo de nuestra vacuidad,
tranquilamente, sin aspavientos morales,
para no ajar la piel crujiente
a la que llamamos ropa de entretiempo en rebajas.

Nos engulle nuestro propio festín,
el ágape se agazapa entre las costillas,
nos parasita, nos devora,
en directo en casa del rico el día veinticinco
en diferido en la del pobre el día seis.

Y aparecen los filos y las hojas.

No hemos podido esquivar el machete,
pero a quienes gritamos
los corderos degollados nos miran 
con aire viciado de reprobación.

Los muy estúpidos comprarían la sangre que les salpica
si les hiciese únicos, aun girando en la picadora.

Aullemos,
a ver si con un poco de suerte
se detiene la rotativa
por exceso de ruido.

Aullad conmigo,
porque otra temporada más
pintan bastos
y no nos sirven de nada
nuestras caras de póker.


miércoles, diciembre 02, 2015

PATRIA VIGILIA

«La imaginación no es un estado: 
es la existencia humana en sí misma» 
(William Blake)

Que ya me pesan las manos
de tanto hablar con ellas 
a la masa incomprensible
que se obstina en incluirme en su nómina,
así que acá les dejo las credenciales
que me clavaron en los lomos
como si de un muñeco de inocentada 
se tratase
y me trataran.

Que lo dejo, que me rindo, que emigro
lejos de las estepas de la Patria Vigilia,
extramuros,
puerto arriba, tormento abajo.

Señor agente, no llevo equipaje
aunque tengo mucho que declarar.

Me persiguen por delitos que están penados: 
con quince años de dudosa inercia,
con cuatro de parasitismo justificado,
con tres de esclavitud a la europea.

Y qué. Ya me deportarán mañana,
al Estado Vertical
para seguir cumpliendo mi castigo.

Ahora soy un maquis latente
hasta que salten las alarmas
y las Fuerzas del Orden
consumen mi extradición.

Pero hasta entonces 
no habrá en mi espíritu
ni masa
ni ruidos
ni dictadura de otros,
mientras tenga valor y furia
para seguir durmiendo.

Porque les juro que un tercio de mi existir
jamás pertenecerá
ni a ustedes
ni a su Patria Vigilia.

martes, diciembre 01, 2015

A ELLA

A ella le faltarían siempre trece primaveras para alcanzarme hasta que me fuese. Porque esperarla sería hibernar. No podía ser. Estaba claro que mis inoportunas canas y mis dientes amarillentos, rotos y podridos eran más que una sima cronológica. Eran consecuencia de mi ensañamiento sobre un cuerpo mal eclosionado a finales de los 90. Yo era experiencia, pero más que un grado, era degradación. 

Palidez, 
ojeras, 
delgadez, 
miseria emocional,
dejadez.

Sin embargo, no le importó. Me ofreció más que alimento para mi hambruna, más que consuelo para mis arañazos. Mucho más que un hombro y un pecho sobre los que regenerar el vicioso virgo de la inmadurez: fui tierna irrealidad entre sus brazos. Sin duda, me importó.

Hasta que un día desperté más cansado que nunca. Persuadido por ese ególatra solitario que, más que cubrirme las espaldas, se abalanza y se deja caer sobre ellas. Ella. Su regazo me agobiaba, su risa me anclaba a lo constante. Borracho de felicidad, me pareció una gran idea vomitarla en su cara. Pero sólo mi bilis vio la luz, 

y acabó mezclándose con sus lágrimas agrietadas.

Qué orgulloso miserable me sentía al creerla tan guapa mientras me lloraba. Asco. Masoquismo. Asco. Pisoteando la flor más bonita que jamás pensé que querría crecer en mitad del solar de mi vida. 

Arrancándola sin miramientos, 
arrojando su tallo inocente a la cuneta 
donde el ojo del gato negro de Poe se descompone.

A ella. Disparé a la única que tuvo el valor de rescatarme. La expulsé como humo de cigarrillo por una ventanilla de coche entreabierta.

Y ahora el sol nos amanece en campos muy separados.

Qué cosas. 

A ella le gustaban rubios,
yo siempre fui de morenas.

Adivinen quién se quedó a verlas venir
y no vinieron.