EXPOSICIÓN DE MOTIVOS

Las altas esferas nos miran con paternal complacencia. De lo que no son conscientes es de que nosotros, pequeños y escasos asteroides en plena explosión demográfica, cuando giramos a su alrededor, no lo hacemos dócilmente. Les escrutamos, les estudiamos. Una y otra vez. Aunque ya tengamos demasiado vistas sus superficies leprosas y salpicadas de chancros sifilíticos. Simplemente nos estamos reproduciendo, poco a poco. Estamos esperando el momento ideal, que acontecerá el día más pensado, cuando a la ocasión la pinten con rastas hasta la mismísima culera, para lanzarnos sobre sus sorprendidas caras. Algún día caeremos como hierros al rojo vivo sobre sus cordilleras podridas. No habrá coordinación, será una lluvia ácrata, un chubasco irregular y Aleatorio, sin una política definida. POR FIN.

Nuestros cerebros serán meteoritos de todos los colores. Eso es lo de menos. Caeremos a su derecha, a su izquierda, en sus bancos y en sus politburós. En sus templos, en sus logias, en sus sedes del partido, en sus Casas del Pueblo. Lapidaremos mentalmente sus Cuarteles Generales, sus centros de comunicaciones monodireccionales. Pianos de Jerry Lee Lewis sin teclas berreando silenciosamente "Great Balls of Fire". Eso seremos.

Pero mientras tanto, seguimos aumentando la familia. Se engrosa el cinturón. Es una batalla entre la mitosis asnal y la del pensamiento auténticamente libre.

Y se acabó el "si Dios quiere". Habremos de querer nosotros. Porque, llamadme loco, eso es lo que creo que Dios quiere: mujeres, hombres, personas actuando por sí mismos... con el pensamiento verdaderamente libre.

Firmado: una bomba nuclear tranquila.

sábado, diciembre 05, 2015

FIESTA DE LA MATANZA

Todas las miradas de la Gran Vía
anuncian en forma de cartel ocular
que en próximas fechas, y como todos los años
se celebrará la Fiesta de la Matanza.

Se clavarán ganchos en las patas que sostienen
a la hemipléjica y torcida sinergia anteurálica,
y habrá cerdos que griten y ovejas que no:
no sé en qué intestinos prefiero secarme el sudor
una vez los libere del papel de regalo.

La Nación necesita que consumáis,
que os consumáis,
hasta que se consume la consunción.

Y, como una epifanía preprogramada,
uno acaba dándose cuenta de que es feliz 
aquél que tiene el dinero necesario
 para poder ser diferente del resto a su manera.

Depende sobre todo del metabolismo de nuestra soberbia.

Lástima que el ejercicio de avidez
nos vaya cariando, esmalte adentro
los números de la cuenta corriente.

Cuando nos sentemos a la mesa,
nos haremos cargo de nuestra vacuidad,
tranquilamente, sin aspavientos morales,
para no ajar la piel crujiente
a la que llamamos ropa de entretiempo en rebajas.

Nos engulle nuestro propio festín,
el ágape se agazapa entre las costillas,
nos parasita, nos devora,
en directo en casa del rico el día veinticinco
en diferido en la del pobre el día seis.

Y aparecen los filos y las hojas.

No hemos podido esquivar el machete,
pero a quienes gritamos
los corderos degollados nos miran 
con aire viciado de reprobación.

Los muy estúpidos comprarían la sangre que les salpica
si les hiciese únicos, aun girando en la picadora.

Aullemos,
a ver si con un poco de suerte
se detiene la rotativa
por exceso de ruido.

Aullad conmigo,
porque otra temporada más
pintan bastos
y no nos sirven de nada
nuestras caras de póker.


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