EXPOSICIÓN DE MOTIVOS

Las altas esferas nos miran con paternal complacencia. De lo que no son conscientes es de que nosotros, pequeños y escasos asteroides en plena explosión demográfica, cuando giramos a su alrededor, no lo hacemos dócilmente. Les escrutamos, les estudiamos. Una y otra vez. Aunque ya tengamos demasiado vistas sus superficies leprosas y salpicadas de chancros sifilíticos. Simplemente nos estamos reproduciendo, poco a poco. Estamos esperando el momento ideal, que acontecerá el día más pensado, cuando a la ocasión la pinten con rastas hasta la mismísima culera, para lanzarnos sobre sus sorprendidas caras. Algún día caeremos como hierros al rojo vivo sobre sus cordilleras podridas. No habrá coordinación, será una lluvia ácrata, un chubasco irregular y Aleatorio, sin una política definida. POR FIN.

Nuestros cerebros serán meteoritos de todos los colores. Eso es lo de menos. Caeremos a su derecha, a su izquierda, en sus bancos y en sus politburós. En sus templos, en sus logias, en sus sedes del partido, en sus Casas del Pueblo. Lapidaremos mentalmente sus Cuarteles Generales, sus centros de comunicaciones monodireccionales. Pianos de Jerry Lee Lewis sin teclas berreando silenciosamente "Great Balls of Fire". Eso seremos.

Pero mientras tanto, seguimos aumentando la familia. Se engrosa el cinturón. Es una batalla entre la mitosis asnal y la del pensamiento auténticamente libre.

Y se acabó el "si Dios quiere". Habremos de querer nosotros. Porque, llamadme loco, eso es lo que creo que Dios quiere: mujeres, hombres, personas actuando por sí mismos... con el pensamiento verdaderamente libre.

Firmado: una bomba nuclear tranquila.

jueves, febrero 25, 2016

SEGÚN

Dicen 
que la gente que no mira a la cara
es poco de fiar.

Mucho se deben de fiar de mí, no obstante,
quienes a pesar de no contemplar sus ojos
se empeñan en toquetearme
como para comprobar que sigo con vida
o parecer más cercanos.

No sé para qué,
si puedo olerlos,
y, en ocasiones,
he de esquivar su saliva
con fingida elegancia
y trabajadas fintas y regateos.

Y en última instancia
sinceros gestos de asco.

El contacto, aunque se refiera al humano,
debería ser siempre, siempre
sinónimo de cortocircuito
y de bigotes quemados por mi desdén.

Ahora bien:
si siendo hembra
te llega desde más allá de mis ojeras
una mirada de desprecio poco convencional,
probablemente,
sólo probablemente,
seas de mi agrado.

Acércate y pregunta. Por ser tú, es gratis.

miércoles, febrero 24, 2016

STASIS

Si no me incineran,
por favor,
que llenen mi ataúd con tu olor.

No sé cómo, no lo sé,
pero sabré disfrutarlo
tranquilamente.

Que la mejor anestesia
es la que te imbuye y cazo
cuando bajas la guardia
tan sólo por verme caer en combate
sin que me duela.
Nada más válido,
nada más valioso,
nada más valiente
que aspirar (a) tu esencia
para desahogarme
en medio de un día a día en ruinas.

Llega el aire
y no veis mi sonrisa
porque está cantando en mi garganta,
tan cruel como un niño
recordándome que aún lo es
y yo ya no.

Pero qué puede preocuparme:
empujas mi sangre iluminada
piel adentro,
y cada esquina de mis entrañas
mañana aún olerá a ti.

lunes, febrero 15, 2016

DESCARRILANDO

Ni el más flexible pulmón oceánico,
generoso en el arte de la piedad por el sentimiento ajeno
es capaz de hacer brotar bajo mi fontanela mal zurcida
una mínima náusea de llanto.

Está el descampado poco dispuesto a ser desbrozado. 

Ecos de plancha de acero, 
ondas absurdas, sordas, huecas y sacrificios incomprensibles.
Albergues, contraproducentes hospitales de campaña... 

Una iglesia hundida sobre sí misma, alrededor del sagrario más tozudo.

Y la tráquea sigue asfixiada por el lodo. 
Y aquí no hay quien llore tranquilo. 
Impracticable ejercicio de desintoxicación y expurgo: 
mientras las ráfagas sigan dando vueltas de campana

de sien a sien,
de nuca a frente,
de pecho a espalda,
de víctima a verdugo,
de madre a hijo, 
de hermana a hermano,
de sujeto a objeto,
de dedo índice a acusado, 
de mandíbula a culata;

No se podrán exprimir las nubes que anuncian tormenta,
y que ya se arrastran, lánguidas y obesas 
con sus ubres lesionándose la piel contra el relieve de sábanas y almohada,
desesperadas por un lloro añejado en barrica 
que, por pura misericordia y salud,
abra, sin excusas las esclusas 
de estos inflexibles lagrimales míos.

domingo, febrero 07, 2016

LAS DOS TORRES

Entre dos torres muy finas
Hay tendido un cable grueso;
Son sus hijas mil espinas
Que nacieron de su hueso.

Quise cruzarlas, y el beso
Guardado en mi gabardina
Cayó al vacío, por peso 
Adonde el fondo termina. 

Por eso, de extremo a extremo
He perdido los amores
Que te prometí, y me temo 
Que ya no me quedan flores 
Ni barca, ni mar ni remo
Para huir de mis errores.

jueves, febrero 04, 2016

22 DE JUNIO - 22 DE JULIO

El flexo tose a su modo,
parpadeando,
en cada golpe de humo
que le envía mi boca.

Nunca se está preparado 
para disfrutar la música errática
que escupen los altavoces mesiánicos
de gargantas como la mía.

Por eso la bombilla se estremece, 
se resiente y se defiende mostrando su ausencia
cuando se siente vejada por mi salud de hierro oxidado.

Mientras el flexo tose,
yo reflexiono,
embadurnado en mi yo,
salpicándoos con mi yo,
joder, qué asco da mi yo.

Hablo con mis poemas,
que se quejan de los herpes que les salen
cuando tienen que compartir escenario
con los de cierta gente.

"Sed fuertes, poemas míos", les digo.

Pienso en algunos de ustedes,
que ni respetan ni creen en lo que escriben.
Literalmente, les pregunto:
¿qué me están contando?

También tengo tiempo de pensar en vosotros,
en aquellos a cuyo rencor respondo con indiferencia,
pero por favor,
ni se os ocurra tomarme por imbécil.

Por disponer, dispongo hasta de unos minutos
dedicados a pensar en esa gente estúpida
que se marea entre los fluidos de su propia colonia.

Cómo disfruto cuando comprendo y apruebo la Justicia Divina.

Ay.

Cuánta corrosión en mi salud de hierro oxidado.

En verdad es cierto.

Últimamente mi negro sobre blanco en el papel
hace mucho más daño a la vista que nunca.
Por eso, al fin,
me atrevo a llamarme poeta.

Pero bueno.
Qué le vamos a hacer,
si encima mi vida es, últimamente,
un "no me jodas" constante.

Así que recoloco el flexo,
que ha decidido apagarse definitivamente.

Ahora sí que se aprecia la claridad del negro
sobre este blanco.

Está la cosa como para ir amando por ahí alegremente, ¿verdad?

Pero amaré, descuiden, amaré.

Amaré, y cuando lo haga,
consideraré ese regalo desinteresado de Dios
un terrible castigo.

Culpa mía y culpa vuestra.

Humanos.