EXPOSICIÓN DE MOTIVOS

Las altas esferas nos miran con paternal complacencia. De lo que no son conscientes es de que nosotros, pequeños y escasos asteroides en plena explosión demográfica, cuando giramos a su alrededor, no lo hacemos dócilmente. Les escrutamos, les estudiamos. Una y otra vez. Aunque ya tengamos demasiado vistas sus superficies leprosas y salpicadas de chancros sifilíticos. Simplemente nos estamos reproduciendo, poco a poco. Estamos esperando el momento ideal, que acontecerá el día más pensado, cuando a la ocasión la pinten con rastas hasta la mismísima culera, para lanzarnos sobre sus sorprendidas caras. Algún día caeremos como hierros al rojo vivo sobre sus cordilleras podridas. No habrá coordinación, será una lluvia ácrata, un chubasco irregular y Aleatorio, sin una política definida. POR FIN.

Nuestros cerebros serán meteoritos de todos los colores. Eso es lo de menos. Caeremos a su derecha, a su izquierda, en sus bancos y en sus politburós. En sus templos, en sus logias, en sus sedes del partido, en sus Casas del Pueblo. Lapidaremos mentalmente sus Cuarteles Generales, sus centros de comunicaciones monodireccionales. Pianos de Jerry Lee Lewis sin teclas berreando silenciosamente "Great Balls of Fire". Eso seremos.

Pero mientras tanto, seguimos aumentando la familia. Se engrosa el cinturón. Es una batalla entre la mitosis asnal y la del pensamiento auténticamente libre.

Y se acabó el "si Dios quiere". Habremos de querer nosotros. Porque, llamadme loco, eso es lo que creo que Dios quiere: mujeres, hombres, personas actuando por sí mismos... con el pensamiento verdaderamente libre.

Firmado: una bomba nuclear tranquila.

martes, diciembre 08, 2015

DELINCUENCIA PÉREZ

Delincuencia Pérez
lleva peor el patronímico que su nombre de bautismo.
Por eso aspira a blasonarse a cualquier precio.

Empieza por pedirle crédito a Envidia García,
avalada por Soberbia Martínez:
las hermanas que hacen de la finca su erial de trabajo.

Y Delincuencia Pérez obtiene el carnet de Jeta
ante el atónito mirar de sus parientes menos avispados,
Miseria González y Carterista Fernández
(que se llevarán lo negro de la uña).

Delincuencia Pérez no pierde ripio
y se pornografía con Vanidad Gómez
bajo las órdenes de Derroche Dupont.

Lame las paredes manchadas
entre acto y acto,
ya que estamos... que no quede nada sin rapiñar,
si acaso, deja algo para el desahuciado Honor Cualquiera.
Nada.

Delincuencia Pérez ha ganado las elecciones.

Delincuencia Pérez, aspirante a dictadora, teme por su vida.

Delincuencia Pérez crea el Ministerio de Culpas.

Delincuencia Pérez se hace un traje a medida con la enseña nacional.

Delincuencia Pérez encarcela a Democracia Mansa.

Delincuencia Pérez conoce el problema
pero duerme más o menos sin sobresaltos,
porque sabe que no es el corazón del problema.

Y una madrugada sin marca en almanaque,
aún con restos de maquillaje en la cara del debate de la tarde anterior,
Delincuencia Pérez es defenestrada por Democracia Mansa.

La inocente de doña Alegría Rodríguez y el idiota de Cambio Sánchez
se echan a la calle a celebrar la caída de la sátrapa.

Pues parece que mañana va a llover.

Recientes investigaciones demuestran que Democracia Mansa
es el nombre artístico de Delincuencia Hernández. 

Dentro de un par de años, 
María Resignación Díaz sollozará en la Plaza Mayor.
Ni siquiera tendrá fuerzas para gritar
Sic semper tyrannis.
Ni ella ni nadie. Mirar al suelo es menos agotador. 

Los secretos a voces se gritan más que nunca:
el Comandante Cobra
ha coronado en secreto a nuestra Delincuencia
bajo el nombre de Corrupción Política,
por la gracia de los mismos
que padecerán su desgracia.

Promiscua la Delincuencia,
una mañana puedes despertarte con ella al costado.
Su olor a androginia camufla su peste a podredumbre

Delincuencia sólo cambia de apellido, de estirpe o solar.
Delincuencia sólo cambia de clase, de sexo, de raza.
Es expósita, pero tiene padres y madres,
los mismos que el desheredado Honor,
Honor Cualquiera.

Es el nombre de pila el que mejor recordamos.
¡Y es el que menos nos importa!

Delincuencia Pérez conoce el problema
pero duerme más o menos sin sobresaltos,
porque sabe que no es el corazón del problema.
Nace del problema,
parasita el problema,
engorda en el problema,
nos mata con el problema.

Y Ciudadano Buenaga, resignado,
frente al televisor,
sigue comiento altramuces,
porque es un tío bastante tradicional.

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