jueves, agosto 18, 2016
SOLEARES (30-VIII-2005)
Sopla brisa en la mañana y las flores se marchitan en mis ojos y ventanas. Silba el viento de Poniente viejos himnos militares que hacen llorar a la gente. Canta el viento de Levante acompañado de coros melodías inquietantes. Se ocultó el sol con temor y alegre, imita la lluvia percusiones de tambor. Ya caen en picado vuelo las gotas, y duros rayos garabatean el cielo. "Despertarás tempestades" -Ya me lo dijo un marino- "cuando escribas soleares".
viernes, agosto 12, 2016
OTRO EPITAFIO
Aquí yace un albanés
que jamás pisó tal tierra,
aquí yace un montañés
marinero, que se entierra.
Fue de la brocha al pincel,
y del tanque a la carreta,
de los óleos al pastel,
de autobús a camioneta.
Microcrecieron sus pies,
ultravivieron sus penas,
metabebió whisky inglés,
postincumplió sus condenas.
Dejó su vida a deber
a quienes lo conocieran
por prestarle su saber
como si lo mereciera.
De un buen hombre, de un buen ser
reposa aquí la osamenta,
de un exhumano amateur
que huyó sin pagar la cuenta.
Que estuvo pero no fue,
pero se fue un día cualquiera
tras dar un salto de fe
y caer en la escombrera.
jueves, agosto 11, 2016
APOCALIPSIS COMPARADO
Esto es un mensaje desde el Planeta Hantuste,
más próximo al suyo de lo que se imaginan.
Escuchen, tenemos problemas.
Los dioses ya no son tan imprudentes
como para acudir a una llamada fortuita
efectuada desde una cabina sin la correspondiente licencia.
Las águilas ya no liban las ortigas,
no cabalga la tenia junto al tábano
en busca de aventuras de parásito desenlace.
Cualquier alimento protesta
cuando toma conciencia de su destrucción
al ser masticado sin demasiado afán.
Los intestinos se rozan,
desconfiando el uno del otro,
insultándose a escondidas por su mutua ineptitud.
Las guitarras se declaran en delay indefinido,
se encasquillan las pistolas frente a sus amos,
las llaves toman los hábitos, quedamos cerrados por dentro.
Cada tecla es un ladrillo más
en el castillo de los complejos de culpa.
Agonizan nuestros tejados y nos sentimos orgullosos.
Nuestros cuellos,
nuestros cuellos,
nuestros cuellos yacerán malditos
rotos de tranquilidad al contemplar el ocaso.
Pero esto no es una llamada de auxilio. No.
No nos ayuden. Huyan. Huyan de sí mismos.
Cuanto más lejos mejor.
P.D. Corten el cable rojo.
más próximo al suyo de lo que se imaginan.
Escuchen, tenemos problemas.
Los dioses ya no son tan imprudentes
como para acudir a una llamada fortuita
efectuada desde una cabina sin la correspondiente licencia.
Las águilas ya no liban las ortigas,
no cabalga la tenia junto al tábano
en busca de aventuras de parásito desenlace.
Cualquier alimento protesta
cuando toma conciencia de su destrucción
al ser masticado sin demasiado afán.
Los intestinos se rozan,
desconfiando el uno del otro,
insultándose a escondidas por su mutua ineptitud.
Las guitarras se declaran en delay indefinido,
se encasquillan las pistolas frente a sus amos,
las llaves toman los hábitos, quedamos cerrados por dentro.
Cada tecla es un ladrillo más
en el castillo de los complejos de culpa.
Agonizan nuestros tejados y nos sentimos orgullosos.
Nuestros cuellos,
nuestros cuellos,
nuestros cuellos yacerán malditos
rotos de tranquilidad al contemplar el ocaso.
Pero esto no es una llamada de auxilio. No.
No nos ayuden. Huyan. Huyan de sí mismos.
Cuanto más lejos mejor.
P.D. Corten el cable rojo.
lunes, agosto 08, 2016
REALISMO NADA LIMPIO I
Este calor espantoso,
estas moscas que me persiguen como fans de mierda,
nutren mi urticaria
mientras espero en esta esquina sin sombra.
Cada vez me resulta más difícil rascarme
desde que las uñas
empezaron a resultar más útiles como alimento
que como alivio cutáneo a mi delirio.
Además, ahora el dolor es constante
al forzar estos muñones dactilares sanguinolentos
a lijarse contra estos brazos secos:
hasta diez padrastros furiosos
eyaculan su ira por cada borde de mis dedos.
Cada vez me es más complicado morderme el labio
(y, desde luego, morder los ajenos)
desde que las últimas cuatrocientas madrugadas hice de mis fauces
una fábrica de polvo de sarro y caries.
Empujo con la lengua cada borde inflamado
y tiño de rojo las flemas densas y pegajosas
que saltan al ruedo bajo el paladar entre carraspeos nerviosos:
no pienso escupir mi desayuno, comida, merienda y cena,
no pienso escupir mi anestesia ni mi pasatiempo.
Me aburro,
ando a la búsqueda de vello infectado
en cualquier parte del cuerpo,
un lugar donde apretar hasta oír ese tac
ese anuncio de trofeo en forma de pus y bulbo,
de pelo retorcido y húmedo agonizando sobre mi índice.
Parece que tendré éxito
si me sigo explorando las ingles:
ya noto varios bultos, varios volcanes aún vírgenes
dispuestos a entregarse a los encantos de mis yemas.
Saco la lengua y arrugo el gesto durante la operación,
varios goterones burbujeantes salen a ver mundo
y se unen a la colección de lamparones de mi camiseta.
Sigo esperando en esta esquina sin sombra.
Soy una esponja estrujada sufriendo una hemorragia en cada poro,
un museo ambulante de venas masacradas,
esperando sin remedio a que un Mercedes blanco
o cualquier carromato destartalado
me lleve allá donde mis problemas
se solventan
a golpes de aguja
y correa desgastada.
Pero no se lo contéis a nadie.
estas moscas que me persiguen como fans de mierda,
nutren mi urticaria
mientras espero en esta esquina sin sombra.
Cada vez me resulta más difícil rascarme
desde que las uñas
empezaron a resultar más útiles como alimento
que como alivio cutáneo a mi delirio.
Además, ahora el dolor es constante
al forzar estos muñones dactilares sanguinolentos
a lijarse contra estos brazos secos:
hasta diez padrastros furiosos
eyaculan su ira por cada borde de mis dedos.
Cada vez me es más complicado morderme el labio
(y, desde luego, morder los ajenos)
desde que las últimas cuatrocientas madrugadas hice de mis fauces
una fábrica de polvo de sarro y caries.
Empujo con la lengua cada borde inflamado
y tiño de rojo las flemas densas y pegajosas
que saltan al ruedo bajo el paladar entre carraspeos nerviosos:
no pienso escupir mi desayuno, comida, merienda y cena,
no pienso escupir mi anestesia ni mi pasatiempo.
Me aburro,
ando a la búsqueda de vello infectado
en cualquier parte del cuerpo,
un lugar donde apretar hasta oír ese tac
ese anuncio de trofeo en forma de pus y bulbo,
de pelo retorcido y húmedo agonizando sobre mi índice.
Parece que tendré éxito
si me sigo explorando las ingles:
ya noto varios bultos, varios volcanes aún vírgenes
dispuestos a entregarse a los encantos de mis yemas.
Saco la lengua y arrugo el gesto durante la operación,
varios goterones burbujeantes salen a ver mundo
y se unen a la colección de lamparones de mi camiseta.
Sigo esperando en esta esquina sin sombra.
Soy una esponja estrujada sufriendo una hemorragia en cada poro,
un museo ambulante de venas masacradas,
esperando sin remedio a que un Mercedes blanco
o cualquier carromato destartalado
me lleve allá donde mis problemas
se solventan
a golpes de aguja
y correa desgastada.
Pero no se lo contéis a nadie.
martes, agosto 02, 2016
BLUES DE KABUL XV: COÁGULOS
Y la luz de la terraza
pugnando por derretir los coágulos en su gesto
me la mostró, gritando desde el cielo al balcón.
Hablaron sus cuencas,
repletas de vida precaria.
Respondí:
con empuje, alejamiento,
tan sólo para tomar impulso
y comprender
que tras su mirar ojigigante,
-paradójica aliteración-,
poco de carcajeante se encuentra,
pues no hay risa al traspasar sus esferas.
Breve y violenta fue la percepción
de su palpitar tierno e imprevisible,
ese reclamo de enfermedad y miserias,
aquel fustazo de realidad presente
usurpando las caricias de una justicia extinta
que de ciega y sorda,
no escuchó los clavos entre carne y madera.
"Esta es mi niña", me dijo su madre.
Y nosotros,
que Dios nos perdone,
somos sus despreciables padres.
Corto y cierro.
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