EXPOSICIÓN DE MOTIVOS

Las altas esferas nos miran con paternal complacencia. De lo que no son conscientes es de que nosotros, pequeños y escasos asteroides en plena explosión demográfica, cuando giramos a su alrededor, no lo hacemos dócilmente. Les escrutamos, les estudiamos. Una y otra vez. Aunque ya tengamos demasiado vistas sus superficies leprosas y salpicadas de chancros sifilíticos. Simplemente nos estamos reproduciendo, poco a poco. Estamos esperando el momento ideal, que acontecerá el día más pensado, cuando a la ocasión la pinten con rastas hasta la mismísima culera, para lanzarnos sobre sus sorprendidas caras. Algún día caeremos como hierros al rojo vivo sobre sus cordilleras podridas. No habrá coordinación, será una lluvia ácrata, un chubasco irregular y Aleatorio, sin una política definida. POR FIN.

Nuestros cerebros serán meteoritos de todos los colores. Eso es lo de menos. Caeremos a su derecha, a su izquierda, en sus bancos y en sus politburós. En sus templos, en sus logias, en sus sedes del partido, en sus Casas del Pueblo. Lapidaremos mentalmente sus Cuarteles Generales, sus centros de comunicaciones monodireccionales. Pianos de Jerry Lee Lewis sin teclas berreando silenciosamente "Great Balls of Fire". Eso seremos.

Pero mientras tanto, seguimos aumentando la familia. Se engrosa el cinturón. Es una batalla entre la mitosis asnal y la del pensamiento auténticamente libre.

Y se acabó el "si Dios quiere". Habremos de querer nosotros. Porque, llamadme loco, eso es lo que creo que Dios quiere: mujeres, hombres, personas actuando por sí mismos... con el pensamiento verdaderamente libre.

Firmado: una bomba nuclear tranquila.

sábado, octubre 07, 2006

La espera

Hace días que no tengo a la vista un claro tren en que enganchar los vagones de mi vida. He terminado la carrera, he dejado de trabajar en la biblioteca como becario. Se han acabado los exámenes, las matrículas, el autobús para ir a la facultad. ¿Qué hacer? ¿A qué dedicarme? ¿opositar? ¿buscar trabajo? No lo sé. Lo único que sé es que ando extremadamente necesitado de impulsos vitales, y esto es algo nuevo para mí, pues nunca había experimentado esta sensación en mis más de veintitrés años de vida. Y es ahora cuando me doy cuenta de que la única razón de vivir para el ser humano es, más que la esperanza, la espera. Se puede alegorizar de miles de maneras: escalones, niveles, estadios, cumbres, estaciones… pero es así. Cuando completas el objetivo que esperabas alcanzar, sabes que generalmente aún tienes algunos otros remanentes, o estás convencido de que ante ti se presentarán otras metas que, ansioso, estás deseando cruzar.

Pero, si mi vida es un tren circulando por vías, estoy dándome cuenta de que me quedo sin carril, o los carriles que deseo recorrer son de un ancho distinto al de mi locomotora, o simplemente los operarios no han sido lo suficientemente ágiles como para construirlos con la necesaria antelación antes de yo intentar recorrerlos. En realidad es todo eso y no es nada.

Soy sólo un hombre más, un pobre diablo más, tal y como dijo mi tantas y tantas veces citado Tino Casal, que miro al cielo y me pregunto ¿qué hago aquí? Y es ése el tremendo error. El preguntarse para qué estamos aquí, el ponernos transcendentes, filosóficos, profundos, pasando del necesario pesimismo al nocivo sentimiento depresivo. Nuestro fin objetivo no es otro que la muerte, la caja de pino, los gusanitos (o las cenizas, en su defecto), ésa es la estación término para todos, tal y como bien dijo el difunto Georges Brassens. Ahí caemos todos, es la única espera objetiva, la espera de la muerte, aunque se vea profusamente teñida por la visión personal de cada individuo, o que se espere de manera directa (anciano, enfermo terminal…) o indirecta. Calculo que la mayoría de mis lectores, que supongo, sean los cuatro de siempre, esperen aún la muerte de manera muy indirecta. Su tren de la vida tiene aún muchas estaciones en las que parar, muchas estaciones que recorrer, muchos cambios de aguja por los que tener que decidirse (terminar la primaria, terminar el instituto, elegir carrera, buscar trabajo…). Y el caso es que yo debería sentirme de una manera similar, pero no acabo de entender mi propia situación.

Ojo, que no quiere decir que me vaya a descerrajar un tiro ni que vaya a dejar este mundo pronto (vaya, no es lo que más me apetece ahora mismo), al contrario. Continuando con el mundo de las metáforas y las alegorías, me veo como una bala que ha perforado todas las superficies contra las que se ha disparado, y que ahora anda por ahí errática, débil, desganada, mutilando el aire. Tengo que encontrar otro material que atravesar, y urgentemente. Y sé que finalmente me decidiré por el menos consistente, el más común, el menos original, y que se encuentre más próximo. Es lo que siempre me ha faltado para poder dejar de ser lo que soy y lo que sois, somos la mayoría: un alma automática. Es posible que pudiera ser un gran músico, un gran escritor o un gran político, puede que fuera un auténtico bohemio de esos que conociese mucho más de medio mundo, ¡quién sabe si pudiera ser incluso un gran actor porno! Pero el almautomaticismo, el frenillo mental y social que comprime, reprime y suprime mi capacidad de decisión libre y deseada, me lo impide, nos lo impide. La sociedad extermina a millones de genios.

Y no la culpo. Nuestra sociedad puede que acabe con los genios, pero los genios pueden acabar con la sociedad, pues el genio mal dirigido, poco enmarcado, apenas reprimido, se suele expandir hacia lo depravado, lo decadente, lo malsano, lo inhumano, lo peor de lo animal. La sociedad, y con ella su Estado, mal que me pese, es el pulmón de acero de la mayor parte de nosotros, nuestra placenta, nuestra albúmina. La que nos alimenta de esperas.

Me faltan cojones para sacar la nariz fuera de ella y tratar de averiguar si puedo sobrevivir. No los tengo ni para intentarlo. A muchos os faltan también, no podemos vivir sin las nutritivas esperas, por eso ahora a mí me falta el aire. Sólo los genios, pueden aguantar sin sentir que mueren de inanición o asfixia, sólo unos cuantos escogidos son capaces de cercenar el cordón umbilical que les une a la placenta social suministradora de esperas.

Pero, ¡ay amigo! un día tal vez yo diga, cual Nerón en su lecho de muerte, que un genio muere conmigo. Puede. Puede que la palme inserto en una sociedad de la cual un día pensé desgajarme, pero, ¿y si he sido feliz? Entonces creo que habrá merecido la pena, a tomar por el culo la genialidad, nadie garantiza al genio que por dejar de tener esperas vaya a ser feliz (miradme a mí, sin ser un genio, y bastante escasito de esperas, por no decir canino). Si al fin y al cabo de eso se trata, de ser feliz, o de buscar la felicidad, y ello no deja de ser en sí otra espera. Conclusiones didacquianas:

1- Dios existe, no existe, existe a mi manera, o paso de que exista. Depende de los puntos 2, 3 y 4.

2 -Si buscas una espera proporcionada por la sociedad, puede que seas feliz. O no.

3- Si quieres optar por lo inesperado al margen de la sociedad, ésta no te comprenderá y te puteará. Y sólo reconocerá el valor de tu decisión cuando estés muerto, y en pocos casos. Puede que seas feliz. O no.

4- Sin esperas, eres un auténtico pasota, como yo últimamente. Pero en breve algo se me ocurrirá para acabar perteneciendo al punto 1. Te da igual ser feliz o no… ¡Claro! ¡Si pasas de todo, colega!

CONCLUSIÓN FINAL: Elijas lo que elijas, te vas a morir igual.

Elige, idiota.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola, curiosamente he entrado hoy al ciber, buscando unas cosas de clase, y me acordé de ver este bolgger que hace tiempo observé, y cuyo nombre "almas automáticas" me sobrecogió.
La verdad es que he leído tu último escrito, y me ha impactado, sí que es cierto que la vida se basa en proyectos, esperas, incluso casualidades o serendipias que en ocasiones te llevan a la felicidad ó al abismo. De todos modos, todos esperamos algo, que cuando por fin llega en ocasiones nos desilusiona, se esfuma, y otra vez a empezar de nuevo. Pero lo peor de todo no es la espera, sino la desilusión acumulada día tras día al ver que todo se empeña en salir al revés, aunque en ocasiones hay cosas que salen bien, pero éstas no suplen la necesidad de poder salir de esa jaula cotidiana. Te sientes vacío, porque ves que la felicidad sólo es una ilusión...Y por muchos bienes materiales que tengas, por muchos proyectos cumplidos o exámenes aprobados, si te sientes vacío te conviertes, como bien dices, en un ser automático, con un alma forjada a la que no le está permitida la vida. Pero de todos modos, la esperanza es lo último que se pierde...

Seguro que te preguntas quién ha escito ésto. Soy Mirian, ya sabes la exnovia de cierto impresentable...Igual pienas que estoy loca o algo por el estilo por escribir ésto, pero esque no he podido evitarlo, ya que entiendo ese sentimiento de asfixia.