EXPOSICIÓN DE MOTIVOS

Las altas esferas nos miran con paternal complacencia. De lo que no son conscientes es de que nosotros, pequeños y escasos asteroides en plena explosión demográfica, cuando giramos a su alrededor, no lo hacemos dócilmente. Les escrutamos, les estudiamos. Una y otra vez. Aunque ya tengamos demasiado vistas sus superficies leprosas y salpicadas de chancros sifilíticos. Simplemente nos estamos reproduciendo, poco a poco. Estamos esperando el momento ideal, que acontecerá el día más pensado, cuando a la ocasión la pinten con rastas hasta la mismísima culera, para lanzarnos sobre sus sorprendidas caras. Algún día caeremos como hierros al rojo vivo sobre sus cordilleras podridas. No habrá coordinación, será una lluvia ácrata, un chubasco irregular y Aleatorio, sin una política definida. POR FIN.

Nuestros cerebros serán meteoritos de todos los colores. Eso es lo de menos. Caeremos a su derecha, a su izquierda, en sus bancos y en sus politburós. En sus templos, en sus logias, en sus sedes del partido, en sus Casas del Pueblo. Lapidaremos mentalmente sus Cuarteles Generales, sus centros de comunicaciones monodireccionales. Pianos de Jerry Lee Lewis sin teclas berreando silenciosamente "Great Balls of Fire". Eso seremos.

Pero mientras tanto, seguimos aumentando la familia. Se engrosa el cinturón. Es una batalla entre la mitosis asnal y la del pensamiento auténticamente libre.

Y se acabó el "si Dios quiere". Habremos de querer nosotros. Porque, llamadme loco, eso es lo que creo que Dios quiere: mujeres, hombres, personas actuando por sí mismos... con el pensamiento verdaderamente libre.

Firmado: una bomba nuclear tranquila.

miércoles, septiembre 21, 2005

Todo me asquea


Aún estoy a tiempo de cubrirme y no sucumbir a tanta mierda.

Esto se hunde, esto se acaba, es el final

Fin de los exámenes de septiembre. Me quedaban dos de cuarto y las he conseguido aprobar. Tengo 4º de Derecho limpio. Me enfrento este año a las cinco asignaturas que me quedan de quinto, y las dos putas asignaturas en las que se divide el Derecho Penal y que arrastro como un perro arrastra las latas que algún desalmado le ata a la cola. Eso me convierte este año, muy a mi pesar, en alumno de segundo, tercero y quinto de Derecho. Tóquense los cojones. Le echaré el máximo de narices a las siete asignaturas que me quedan, para así salir en la orla "correctamente" (muchos se hacen la orla cuando están en cuarto o tercero, para salir en ella con los compañeros con los que empezaron). Pero la verdad es que no me apetece nada salir en la orlita. Agh. Me imagino la tele de la sala, con la clásica sevillana, el Naranjito y un tapetillo de esos sobre ella, y justo encima, la orla con todos los petardos licenciados sonriendo o con cara de mamón (o ambas cosas). Y gracias a que no tengo nada de eso en ninguna tele.
Ya no queda casi nadie de los de antes, y los que hay, han cambiado. Eso decían los Celtas Cortos, en su canción "Veinte de abril", y bien puedo aplicarlo aquí. Todos han acabado yéndose, bien porque han dejado la carrera, bien porque se han ido a otra universidad o se han pasado a la UNED, bien porque se han ido de Erasmus. Y es que mi Facultad no es precisamente una maravilla (más bien al contrario). De todos los que empezamos, allá por septiembre de 2001, de los de, digamos, mi entorno más próximo, sólo restamos Toca y yo. Abandonaron en primero varios compañeros, a los que ni siquiera llegué a tratar, todo sea dicho. Al finalizar segundo, dejaron nuestra universidad el Payés y David el Rojo (con resultados bastante dispares entre uno y otro, la verdad), uno para ir a Salamanca, y el otro para ir a Burgos. Al terminar el tercer curso, Ana marchó con una amiga de Erasmus a Nápoles. Otro chaval, el "Pascu", marchó a Valencia. Y este año, al terminar cuarto, toda una institución, el gran Pablo, marcha de Erasmus nada menos que a Bayreuth, Alemania (cuna de Wagner), con lo cual quedamos únicamente el par de dos ya citado. Esto se hunde, esto se vacía, esto se acaba, es el final...
Y después nos queda saber el qué coño haremos cuando acabemos la carrera. Casi nada. Bueno, de momento, disfrutemos de nuestro último año (si Dios quiere) en la universidad. Después, ya se verá. O no.