EXPOSICIÓN DE MOTIVOS

Las altas esferas nos miran con paternal complacencia. De lo que no son conscientes es de que nosotros, pequeños y escasos asteroides en plena explosión demográfica, cuando giramos a su alrededor, no lo hacemos dócilmente. Les escrutamos, les estudiamos. Una y otra vez. Aunque ya tengamos demasiado vistas sus superficies leprosas y salpicadas de chancros sifilíticos. Simplemente nos estamos reproduciendo, poco a poco. Estamos esperando el momento ideal, que acontecerá el día más pensado, cuando a la ocasión la pinten con rastas hasta la mismísima culera, para lanzarnos sobre sus sorprendidas caras. Algún día caeremos como hierros al rojo vivo sobre sus cordilleras podridas. No habrá coordinación, será una lluvia ácrata, un chubasco irregular y Aleatorio, sin una política definida. POR FIN.

Nuestros cerebros serán meteoritos de todos los colores. Eso es lo de menos. Caeremos a su derecha, a su izquierda, en sus bancos y en sus politburós. En sus templos, en sus logias, en sus sedes del partido, en sus Casas del Pueblo. Lapidaremos mentalmente sus Cuarteles Generales, sus centros de comunicaciones monodireccionales. Pianos de Jerry Lee Lewis sin teclas berreando silenciosamente "Great Balls of Fire". Eso seremos.

Pero mientras tanto, seguimos aumentando la familia. Se engrosa el cinturón. Es una batalla entre la mitosis asnal y la del pensamiento auténticamente libre.

Y se acabó el "si Dios quiere". Habremos de querer nosotros. Porque, llamadme loco, eso es lo que creo que Dios quiere: mujeres, hombres, personas actuando por sí mismos... con el pensamiento verdaderamente libre.

Firmado: una bomba nuclear tranquila.

jueves, octubre 22, 2015

ERAS CARA Y GEMÍAS

La raposa pierde el rabo,
pero no las costumbres.
(Dicho popular)   

Caminando entre pesadillas de repisa oxidada
he encontrado tus restos
aplastados contra las rocas del Infierno.


Te recuerdo.
Apareces en mi memoria a aborto plazo
como un pequeño saquete
repleto de delirios de grandeza que, cuando los pisas, 
son como mierdas del tamaño de un brazo de gitano.

Inspiras mi dejadez de pensamiento,
por eso ni me preocupo, en verdad,
de seleccionar vocablos grandilocuentes
para describir tus labores vitales
tu prostitución social,
sentimental
y literaria.

¿Qué veías en quienes te rodeaban?
¿Llaves inglesas, quitapenas,
juguetes sexuales que respiran,
tal vez salvavidas, extintores en algún caso? No.

Al final sólo eran pellejo fresco
que drenabas cual vampiro de las buenas intenciones,
anestesiando el bocado con juramentos de desagüe.

Pero no se puede sacar tanto jugo al juego.
Intentar trepar a codazos,
aunque los vistieras de seda,
acabaron molestando al andamio que te regalé.

Casi llegas a lo más alto. 
Pero te pudo el miedo. Y la ambición.
Codiciosos codos odiosos...

Pidió paso la tozuda caída en picado
Y mientras te precipitabas
de vuelta a tu cubil de alterne,
pretendías salvarte usando tus tripas por liana,
pero sólo conseguiste ahorcarte con ellas.

Se disparan mis índices de asco en vena,
cuanto más veo tus entrañas,
esas culebras rellenas de pésima fe.

Ahora sólo eres carne barata,
y como en víspera de matanza,
mientras caías, te oí chillar.

Aunque, ay, puerca.
Tal vez me saliste cara,
pero, para qué negarlo... 
cómo gemías.

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