sábado, octubre 17, 2015
AUTOESTIGMA
Es cierto. No suelo explicar las causas
de mis retrospecciones a mi más extrema niñez,
aunque haya quienes sufran sus efectos
resignadamente.
Me resisto a asumir
el daño que me provoca lo retroinalcanzable
en mis medios, modos o formas
de interactuar.
Un rostro fósil viviente, es lo que obtengo
al sumar mi negativa a traspasar las líneas
del siglo XXI y la división de mis etapas
que cubro a trompicones.
Ni un solo drama primermundista
se puede comparar a mi autoestigma,
al auto-obús que me disparo cuando meto los hocicos
en el pesebre de la infancia.
Dañé mi cuerpo al grabarme frases de Mad Max,
hay un filtro de Vocoder para todo lo que escucho,
sigo escribiendo a mano, y a mano alzada me hago ver:
contemplad mis heridas.
Contemplad a un vencido,
que no convencido
por la invasión humanoide.
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