lunes, octubre 26, 2015
SEGUNDA-FEIRA
Qué rápido se viste de largo la tristeza
y se presenta en sociedad;
se tira un par de días aguantándose el berrinche
y suele estallar a las ocho entre cohortes de resignación.
Algunos finos engranajes de la rutina observan con indiferencia
cómo hiedras cansadas de sí mismas trepan al techo,
heridas por la herencia que es la longevidad
que les dejó el siglo XX.
El silbato humanoide inmuta mecánicamente al rebaño,
dejen libre el lado izquierdo, que circule el fluido,
que galope entre legañas el remedio contra la pereza,
echando los restos de la resaca por un par de minutos.
Esta canción ya nos la conocemos,
sin ella el miedo nos pisa al bailar.
Esta canción nos acelera el corazón difunto,
chantajea al cerebro,
acribilla a las ánimas,
secuestra el ánimo,
nos encadena a la máquina hipotética
que en circuito cerrado a cal, arena y canto
nos emplea como voluntario combustible.
Esta canción deja indiferente a cualquiera
que se atreva a esperar en el lado derecho
el ascenso y caída,
la transmisión paciente, mina a través
de suspiros contemporáneos hipotecados.
Qué más puedo decir:
ya es lunes
y tengo todo el derecho del mundo a deprimirme.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario