EXPOSICIÓN DE MOTIVOS

Las altas esferas nos miran con paternal complacencia. De lo que no son conscientes es de que nosotros, pequeños y escasos asteroides en plena explosión demográfica, cuando giramos a su alrededor, no lo hacemos dócilmente. Les escrutamos, les estudiamos. Una y otra vez. Aunque ya tengamos demasiado vistas sus superficies leprosas y salpicadas de chancros sifilíticos. Simplemente nos estamos reproduciendo, poco a poco. Estamos esperando el momento ideal, que acontecerá el día más pensado, cuando a la ocasión la pinten con rastas hasta la mismísima culera, para lanzarnos sobre sus sorprendidas caras. Algún día caeremos como hierros al rojo vivo sobre sus cordilleras podridas. No habrá coordinación, será una lluvia ácrata, un chubasco irregular y Aleatorio, sin una política definida. POR FIN.

Nuestros cerebros serán meteoritos de todos los colores. Eso es lo de menos. Caeremos a su derecha, a su izquierda, en sus bancos y en sus politburós. En sus templos, en sus logias, en sus sedes del partido, en sus Casas del Pueblo. Lapidaremos mentalmente sus Cuarteles Generales, sus centros de comunicaciones monodireccionales. Pianos de Jerry Lee Lewis sin teclas berreando silenciosamente "Great Balls of Fire". Eso seremos.

Pero mientras tanto, seguimos aumentando la familia. Se engrosa el cinturón. Es una batalla entre la mitosis asnal y la del pensamiento auténticamente libre.

Y se acabó el "si Dios quiere". Habremos de querer nosotros. Porque, llamadme loco, eso es lo que creo que Dios quiere: mujeres, hombres, personas actuando por sí mismos... con el pensamiento verdaderamente libre.

Firmado: una bomba nuclear tranquila.

martes, octubre 06, 2015

2315 A.D.

No hay nadie al volante, 
pero no importa demasiado,
porque hace tiempo que se extinguieron los brazos.

Llevo resucitando a mi mascota
desde el pasado siglo,
porque es más barato que prolongar su vida
y que comprar un transportín interplanetario.
Mi felicidad doméstica está en su ADN,
y la de mi perro es temporal y a mi capricho.

No hay nadie al volante,
pero carece de relevancia
porque se trafica con sueños en los templos.

Hemos alcanzado la Acracia Última
remontando el río equivocado,
nuestro resultado es una cifra inmensa
multiplicada por cero.
Es anarquía comatosa,
comunismo en la perfecta desdicha.

No hay nadie al volante,
es sólo un cerebro
parasitando nuestro cráneo.

Desde hace cien años,
todos somos dueños, con el 100% de las acciones
de nuestra propia República de la Angustia Vital.
Funciona tan asquerosamente bien
que apesta a Estado Fallido.
Que alguien maldiga esta Pax Humana.

No hay nadie al volante,
pero con estas sinapsis versión Infinito Punto Cero
es imposible hacer descarrilar a la perfección.

Estas semanas de siete días festivos
y ni un solo día de fiesta
me piden a gritos que al menos ponga en duda
nuestro exceso de necesidades (en)cubiertas:
he suplicado por una gripe, un debate...
una conclusión de puertas abiertas.

No hay nadie al volante,
sé que hablo solo,
desconozco adónde me llevará esta nave alienígena.

Únicamente pido que en su civilización
los animales que alegraron mi infancia
no puedan revivir jamás.
Porque la condena a la eterna ruina de la rutina
sólo se la merece
nuestra puta especie.

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