EXPOSICIÓN DE MOTIVOS

Las altas esferas nos miran con paternal complacencia. De lo que no son conscientes es de que nosotros, pequeños y escasos asteroides en plena explosión demográfica, cuando giramos a su alrededor, no lo hacemos dócilmente. Les escrutamos, les estudiamos. Una y otra vez. Aunque ya tengamos demasiado vistas sus superficies leprosas y salpicadas de chancros sifilíticos. Simplemente nos estamos reproduciendo, poco a poco. Estamos esperando el momento ideal, que acontecerá el día más pensado, cuando a la ocasión la pinten con rastas hasta la mismísima culera, para lanzarnos sobre sus sorprendidas caras. Algún día caeremos como hierros al rojo vivo sobre sus cordilleras podridas. No habrá coordinación, será una lluvia ácrata, un chubasco irregular y Aleatorio, sin una política definida. POR FIN.

Nuestros cerebros serán meteoritos de todos los colores. Eso es lo de menos. Caeremos a su derecha, a su izquierda, en sus bancos y en sus politburós. En sus templos, en sus logias, en sus sedes del partido, en sus Casas del Pueblo. Lapidaremos mentalmente sus Cuarteles Generales, sus centros de comunicaciones monodireccionales. Pianos de Jerry Lee Lewis sin teclas berreando silenciosamente "Great Balls of Fire". Eso seremos.

Pero mientras tanto, seguimos aumentando la familia. Se engrosa el cinturón. Es una batalla entre la mitosis asnal y la del pensamiento auténticamente libre.

Y se acabó el "si Dios quiere". Habremos de querer nosotros. Porque, llamadme loco, eso es lo que creo que Dios quiere: mujeres, hombres, personas actuando por sí mismos... con el pensamiento verdaderamente libre.

Firmado: una bomba nuclear tranquila.

domingo, noviembre 22, 2015

LUX MUNDI

Sin duda las situaciones marcan
el gusto y la atracción,
son el firme donde se asienta el recuerdo:
imagina haber escuchado a los Doors
por primera vez
mientras te amputaban media cara.

En realidad el peligro nace prematuro
si se falsean el escenario y las ganas,
y el papel se improvisa para evitar el abucheo.

Qué ovación me hubieras regalado en cada lance.
O qué somanta de palos, por cabrón.
O las dos cosas.
El ser incapaz de fundir en uno mayor dos recuerdos
que considero maravillosos
me hizo llegar a la conclusión
de que algo fallaba
y no era la música.

Puede parecerte una estupidez,
pero supe que nunca había querido a ninguna
cuando al recordarlas a todas, puestas en fila,
no sentí ni una raspa de nostalgia
mientras escuchaba a los Smiths.

Puede que haya una luz que nunca se apaga,
pero algunos aún tenemos fuegos sin encender.

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