miércoles, noviembre 18, 2015
IN PECTORE
Querido viejo amigo:
Un día conocerás tus daños internos
y se tornarán externos y eternos.
Cuando eso ocurra, buscarás un remedio
una cura a tu locura,
y a tu mal pondrás bajo asedio.
Te cogerán a la argentina,
te abrazarán y te quemará el seseo,
y el deseo de gloria vespertina
no hará acreedor de orgullo tu paseo.
Que nos añejen las horas,
que no nos pudran,
aun sabiendo que podrán
las hojas calendarias redentoras
triturar en tiempo y forma nuestro plan
faltando quienes faltan... y que sufran.
La indolencia de esa casa que se queda,
que ha visto nuestro enfermo fémur fallar,
escalón que se te escapa y se hace escollo en el mar,
sólo queda una rama de lo que antes fue arboleda
Perecer parece fácil si estás harto de girar,
con geriátricas miradas y jeringas fatigadas
sobre cuerpos desollados, desolados, usados, para tirar.
Y no sé si mañana me habré ido,
pero si no estoy, no será algo que yo haya decidido,
querido viejo amigo.
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