EXPOSICIÓN DE MOTIVOS

Las altas esferas nos miran con paternal complacencia. De lo que no son conscientes es de que nosotros, pequeños y escasos asteroides en plena explosión demográfica, cuando giramos a su alrededor, no lo hacemos dócilmente. Les escrutamos, les estudiamos. Una y otra vez. Aunque ya tengamos demasiado vistas sus superficies leprosas y salpicadas de chancros sifilíticos. Simplemente nos estamos reproduciendo, poco a poco. Estamos esperando el momento ideal, que acontecerá el día más pensado, cuando a la ocasión la pinten con rastas hasta la mismísima culera, para lanzarnos sobre sus sorprendidas caras. Algún día caeremos como hierros al rojo vivo sobre sus cordilleras podridas. No habrá coordinación, será una lluvia ácrata, un chubasco irregular y Aleatorio, sin una política definida. POR FIN.

Nuestros cerebros serán meteoritos de todos los colores. Eso es lo de menos. Caeremos a su derecha, a su izquierda, en sus bancos y en sus politburós. En sus templos, en sus logias, en sus sedes del partido, en sus Casas del Pueblo. Lapidaremos mentalmente sus Cuarteles Generales, sus centros de comunicaciones monodireccionales. Pianos de Jerry Lee Lewis sin teclas berreando silenciosamente "Great Balls of Fire". Eso seremos.

Pero mientras tanto, seguimos aumentando la familia. Se engrosa el cinturón. Es una batalla entre la mitosis asnal y la del pensamiento auténticamente libre.

Y se acabó el "si Dios quiere". Habremos de querer nosotros. Porque, llamadme loco, eso es lo que creo que Dios quiere: mujeres, hombres, personas actuando por sí mismos... con el pensamiento verdaderamente libre.

Firmado: una bomba nuclear tranquila.

viernes, junio 03, 2016

ROMANCE DE AUGUSTO LEYVA

Venas, tormenta de sangre
un desierto en sus mejillas,
sacramentos en suspenso,
pecado en fotografía.

Impuntual punto de fuga,
retratos, voces, lejía
indio imperial, poncho y toga
un espectro por Coahuila. 

Hijo de santa, ¿sin suerte?
sobrino de la vigilia
hijo de padre compadre
nieto de sus pesadillas.

Catador de suelo roto
de oscura calle encendida,
Alteza en los bajos fondos
de monárquica anarquía

Si le preguntan por qué
acaricia sus heridas
responderá a quien lo haga
disparándole estas líneas:

"Es culpa del bisturí
que ha ido forjando mi vida
y cortó el cuerpo presente
buscando balas perdidas."

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