sábado, enero 30, 2016
DURA MADRE
Hubo un día en que fui polisacárido
con acidez de estómago,
triste pero invencible.
Un chasis resistente sobre las ruedas,
bien equipado, por exceso y, sobre todo,
por defecto.
Un fortín, un búnker, una atalaya de pareceres
custodiados por una dura madre
que se negó a conocerlos.
Y sí.
Ya lo sé.
Que me dejé la boca mordiendo el semáforo,
que ceno sopas de agua vaga y algunas noches lloro,
sí,
sí,
sí,
pero sé que a cambio supe de tus finas muñecas,
de las que un día te tomaré
para sacarte a bailar...
si te dejas
y si no te quejas
de que la canción,
en algún momento
terminará,
pero seguiremos mutuamente anclados
ante el pasmo público general
y nuestra calma privada. Y tú...
Obsérvame escapar por fin, duramadre
de mi celda de castigo sin culpa,
y ya que eres parte de mí, sé feliz tú también
con mi danza.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario