EXPOSICIÓN DE MOTIVOS

Las altas esferas nos miran con paternal complacencia. De lo que no son conscientes es de que nosotros, pequeños y escasos asteroides en plena explosión demográfica, cuando giramos a su alrededor, no lo hacemos dócilmente. Les escrutamos, les estudiamos. Una y otra vez. Aunque ya tengamos demasiado vistas sus superficies leprosas y salpicadas de chancros sifilíticos. Simplemente nos estamos reproduciendo, poco a poco. Estamos esperando el momento ideal, que acontecerá el día más pensado, cuando a la ocasión la pinten con rastas hasta la mismísima culera, para lanzarnos sobre sus sorprendidas caras. Algún día caeremos como hierros al rojo vivo sobre sus cordilleras podridas. No habrá coordinación, será una lluvia ácrata, un chubasco irregular y Aleatorio, sin una política definida. POR FIN.

Nuestros cerebros serán meteoritos de todos los colores. Eso es lo de menos. Caeremos a su derecha, a su izquierda, en sus bancos y en sus politburós. En sus templos, en sus logias, en sus sedes del partido, en sus Casas del Pueblo. Lapidaremos mentalmente sus Cuarteles Generales, sus centros de comunicaciones monodireccionales. Pianos de Jerry Lee Lewis sin teclas berreando silenciosamente "Great Balls of Fire". Eso seremos.

Pero mientras tanto, seguimos aumentando la familia. Se engrosa el cinturón. Es una batalla entre la mitosis asnal y la del pensamiento auténticamente libre.

Y se acabó el "si Dios quiere". Habremos de querer nosotros. Porque, llamadme loco, eso es lo que creo que Dios quiere: mujeres, hombres, personas actuando por sí mismos... con el pensamiento verdaderamente libre.

Firmado: una bomba nuclear tranquila.

jueves, enero 07, 2016

RITUAL EVOLUCIONARIO II

El ser peligroso para los monstruos requiere de un esfuerzo propio y más difícil de lo que uno se imagina. Los monstruos temen igual de poco a los analfabetos y a los hemipléjicos culturales que se empecinan en hacer músculo de las únicas regiones morales e ideológicas que creen vivas, útiles y aptas. Los monstruos tienen pánico de que se ponga de moda permanente la autocrítica suave, recurrente, constante y tranquila, la revuelta íntima de cada individuo. 

A los monstruos les complace el repudio sistemático de la herencia sociofamiliar que cargamos sobre nuestros lomos estúpidamente agradecidos tanto como su aceptación inmediata y sin preguntas.

Muchos monstruos parecen clamar en favor de la cultura popular y el espíritu libre mientras ensartan los cerebros más desesperados en estacas tendenciosas y astilladas con medias verdades. La única diferencia entre guiar un rebaño o una jauría reside en su arsenal de colmillos, no en la inteligencia de sus integrantes. A los monstruos les encantan las peleas entre sus animales. Por eso son monstruos.

Somos peligrosos para los monstruos si pensamos demasiado, y pensar demasiado es pensar también en aquello que no nos gusta sin causa justificada aparente. 

Ellos se ríen, se burlan y nos desprecian. Levantan ejércitos de toxicómanos informativos de entre menesterosos culturales. Barra libre de drogas "formativas", pero no olvides de dónde vienes a quién te debes... y a quiénes te debes enfrentar. Sin considerar la posibilidad de que ambos podáis estar totalmente equivocados.

Tal vez te resulte interesante recordar lo siguiente:

Los ignorantes son propiedad de los monstruos.

Los fanáticos son cultivados por los monstruos.

Los ortodoxos son patrimonio de los monstruos.

Los ojos demasiado abiertos no asustan a los monstruos
si sólo contemplan lo que los monstruos quieren.

La revolución de los oprimidos no preocupa a los monstruos,
porque ellos mismos se encargarán de liderarla.

El terror de los monstruos reside, 
y ahora lo sabemos, 
en la evolución de los reprimidos.

Que sólo nosotros, cada uno de nosotros,
podremos encabezar. 

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