domingo, enero 03, 2016
III
Lo primero que pruebo al ponerme en pie
es demasiado dulce
para ser dulce.
Demasiado sencillo de obtener,
más mecánico que rutinario,
rechazable con un gesto...
y tan normal.
Nada detiene mi ansia de seguir cambiando,
cada vez más cómodo.
Sólo los golpes sobre la mesa de cada fin de mes
consiguen obligar a cuadrarse a las fantasías exageradas.
Eso y las abrasiones nocturnas, claro.
Pero insisto, es demasiado dulce
y hace demasiado que no consumo alimentos afrodisíacos.
Que me dejes.
Hoy no puedo ofrecerte ni un puñado hueco y vacío,
ni un adelanto de unos abrazos
que nunca serán billetes auténticos
por mucho que los medites al trasluz.
Y por favor, no pierdas el tiempo imaginando
que eres una bolsa mecida por el viento,
porque ya me cuesta hasta toserte.
En serio, que me dejes.
No me hagas repetir de viva voz
lo que te he enviado por partida doble;
con el ojo sano
y con el ojo con ptosis.
Bueno,
está bien.
Cambio de planes,
centrémonos en el medio plazo.
Bésame, que ahora no estoy,
y deséame suerte.
Porque mientras me ausento,
intentaré recordar
algo que me joda más que tu presencia,
y puede que entonces,
cuando empiece a temblar
esta calamidad destemplada,
me hagas falta.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario