EXPOSICIÓN DE MOTIVOS

Las altas esferas nos miran con paternal complacencia. De lo que no son conscientes es de que nosotros, pequeños y escasos asteroides en plena explosión demográfica, cuando giramos a su alrededor, no lo hacemos dócilmente. Les escrutamos, les estudiamos. Una y otra vez. Aunque ya tengamos demasiado vistas sus superficies leprosas y salpicadas de chancros sifilíticos. Simplemente nos estamos reproduciendo, poco a poco. Estamos esperando el momento ideal, que acontecerá el día más pensado, cuando a la ocasión la pinten con rastas hasta la mismísima culera, para lanzarnos sobre sus sorprendidas caras. Algún día caeremos como hierros al rojo vivo sobre sus cordilleras podridas. No habrá coordinación, será una lluvia ácrata, un chubasco irregular y Aleatorio, sin una política definida. POR FIN.

Nuestros cerebros serán meteoritos de todos los colores. Eso es lo de menos. Caeremos a su derecha, a su izquierda, en sus bancos y en sus politburós. En sus templos, en sus logias, en sus sedes del partido, en sus Casas del Pueblo. Lapidaremos mentalmente sus Cuarteles Generales, sus centros de comunicaciones monodireccionales. Pianos de Jerry Lee Lewis sin teclas berreando silenciosamente "Great Balls of Fire". Eso seremos.

Pero mientras tanto, seguimos aumentando la familia. Se engrosa el cinturón. Es una batalla entre la mitosis asnal y la del pensamiento auténticamente libre.

Y se acabó el "si Dios quiere". Habremos de querer nosotros. Porque, llamadme loco, eso es lo que creo que Dios quiere: mujeres, hombres, personas actuando por sí mismos... con el pensamiento verdaderamente libre.

Firmado: una bomba nuclear tranquila.

jueves, febrero 04, 2016

22 DE JUNIO - 22 DE JULIO

El flexo tose a su modo,
parpadeando,
en cada golpe de humo
que le envía mi boca.

Nunca se está preparado 
para disfrutar la música errática
que escupen los altavoces mesiánicos
de gargantas como la mía.

Por eso la bombilla se estremece, 
se resiente y se defiende mostrando su ausencia
cuando se siente vejada por mi salud de hierro oxidado.

Mientras el flexo tose,
yo reflexiono,
embadurnado en mi yo,
salpicándoos con mi yo,
joder, qué asco da mi yo.

Hablo con mis poemas,
que se quejan de los herpes que les salen
cuando tienen que compartir escenario
con los de cierta gente.

"Sed fuertes, poemas míos", les digo.

Pienso en algunos de ustedes,
que ni respetan ni creen en lo que escriben.
Literalmente, les pregunto:
¿qué me están contando?

También tengo tiempo de pensar en vosotros,
en aquellos a cuyo rencor respondo con indiferencia,
pero por favor,
ni se os ocurra tomarme por imbécil.

Por disponer, dispongo hasta de unos minutos
dedicados a pensar en esa gente estúpida
que se marea entre los fluidos de su propia colonia.

Cómo disfruto cuando comprendo y apruebo la Justicia Divina.

Ay.

Cuánta corrosión en mi salud de hierro oxidado.

En verdad es cierto.

Últimamente mi negro sobre blanco en el papel
hace mucho más daño a la vista que nunca.
Por eso, al fin,
me atrevo a llamarme poeta.

Pero bueno.
Qué le vamos a hacer,
si encima mi vida es, últimamente,
un "no me jodas" constante.

Así que recoloco el flexo,
que ha decidido apagarse definitivamente.

Ahora sí que se aprecia la claridad del negro
sobre este blanco.

Está la cosa como para ir amando por ahí alegremente, ¿verdad?

Pero amaré, descuiden, amaré.

Amaré, y cuando lo haga,
consideraré ese regalo desinteresado de Dios
un terrible castigo.

Culpa mía y culpa vuestra.

Humanos.



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