EXPOSICIÓN DE MOTIVOS

Las altas esferas nos miran con paternal complacencia. De lo que no son conscientes es de que nosotros, pequeños y escasos asteroides en plena explosión demográfica, cuando giramos a su alrededor, no lo hacemos dócilmente. Les escrutamos, les estudiamos. Una y otra vez. Aunque ya tengamos demasiado vistas sus superficies leprosas y salpicadas de chancros sifilíticos. Simplemente nos estamos reproduciendo, poco a poco. Estamos esperando el momento ideal, que acontecerá el día más pensado, cuando a la ocasión la pinten con rastas hasta la mismísima culera, para lanzarnos sobre sus sorprendidas caras. Algún día caeremos como hierros al rojo vivo sobre sus cordilleras podridas. No habrá coordinación, será una lluvia ácrata, un chubasco irregular y Aleatorio, sin una política definida. POR FIN.

Nuestros cerebros serán meteoritos de todos los colores. Eso es lo de menos. Caeremos a su derecha, a su izquierda, en sus bancos y en sus politburós. En sus templos, en sus logias, en sus sedes del partido, en sus Casas del Pueblo. Lapidaremos mentalmente sus Cuarteles Generales, sus centros de comunicaciones monodireccionales. Pianos de Jerry Lee Lewis sin teclas berreando silenciosamente "Great Balls of Fire". Eso seremos.

Pero mientras tanto, seguimos aumentando la familia. Se engrosa el cinturón. Es una batalla entre la mitosis asnal y la del pensamiento auténticamente libre.

Y se acabó el "si Dios quiere". Habremos de querer nosotros. Porque, llamadme loco, eso es lo que creo que Dios quiere: mujeres, hombres, personas actuando por sí mismos... con el pensamiento verdaderamente libre.

Firmado: una bomba nuclear tranquila.

lunes, febrero 15, 2016

DESCARRILANDO

Ni el más flexible pulmón oceánico,
generoso en el arte de la piedad por el sentimiento ajeno
es capaz de hacer brotar bajo mi fontanela mal zurcida
una mínima náusea de llanto.

Está el descampado poco dispuesto a ser desbrozado. 

Ecos de plancha de acero, 
ondas absurdas, sordas, huecas y sacrificios incomprensibles.
Albergues, contraproducentes hospitales de campaña... 

Una iglesia hundida sobre sí misma, alrededor del sagrario más tozudo.

Y la tráquea sigue asfixiada por el lodo. 
Y aquí no hay quien llore tranquilo. 
Impracticable ejercicio de desintoxicación y expurgo: 
mientras las ráfagas sigan dando vueltas de campana

de sien a sien,
de nuca a frente,
de pecho a espalda,
de víctima a verdugo,
de madre a hijo, 
de hermana a hermano,
de sujeto a objeto,
de dedo índice a acusado, 
de mandíbula a culata;

No se podrán exprimir las nubes que anuncian tormenta,
y que ya se arrastran, lánguidas y obesas 
con sus ubres lesionándose la piel contra el relieve de sábanas y almohada,
desesperadas por un lloro añejado en barrica 
que, por pura misericordia y salud,
abra, sin excusas las esclusas 
de estos inflexibles lagrimales míos.

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