EXPOSICIÓN DE MOTIVOS

Las altas esferas nos miran con paternal complacencia. De lo que no son conscientes es de que nosotros, pequeños y escasos asteroides en plena explosión demográfica, cuando giramos a su alrededor, no lo hacemos dócilmente. Les escrutamos, les estudiamos. Una y otra vez. Aunque ya tengamos demasiado vistas sus superficies leprosas y salpicadas de chancros sifilíticos. Simplemente nos estamos reproduciendo, poco a poco. Estamos esperando el momento ideal, que acontecerá el día más pensado, cuando a la ocasión la pinten con rastas hasta la mismísima culera, para lanzarnos sobre sus sorprendidas caras. Algún día caeremos como hierros al rojo vivo sobre sus cordilleras podridas. No habrá coordinación, será una lluvia ácrata, un chubasco irregular y Aleatorio, sin una política definida. POR FIN.

Nuestros cerebros serán meteoritos de todos los colores. Eso es lo de menos. Caeremos a su derecha, a su izquierda, en sus bancos y en sus politburós. En sus templos, en sus logias, en sus sedes del partido, en sus Casas del Pueblo. Lapidaremos mentalmente sus Cuarteles Generales, sus centros de comunicaciones monodireccionales. Pianos de Jerry Lee Lewis sin teclas berreando silenciosamente "Great Balls of Fire". Eso seremos.

Pero mientras tanto, seguimos aumentando la familia. Se engrosa el cinturón. Es una batalla entre la mitosis asnal y la del pensamiento auténticamente libre.

Y se acabó el "si Dios quiere". Habremos de querer nosotros. Porque, llamadme loco, eso es lo que creo que Dios quiere: mujeres, hombres, personas actuando por sí mismos... con el pensamiento verdaderamente libre.

Firmado: una bomba nuclear tranquila.

martes, julio 05, 2016

DE MADRID AL CIELO





-I-

No sé cómo decirle a Patrick
que yo tampoco tomo drogas
y que por ello será difícil sentarse a jugar
con nuestros amigos.

Ya bastante difícil ha sido sincronizar las mentes entre él y yo.
De hecho, lo extraño es que haya contestado a mi llamado
una leyenda que respira tan fuerte y que me cae, en el fondo, tan mal.
Pero sin él no me hubiera atrevido.
"Eh, sureño", me dispara,
"va siendo hora de irse yendo por esos cerros".

Maldito Patrick y bendito su apellido...
nunca nadie me había llamado así.
Pero él es él.
Y yo una puta y griega y una o sin hache
pero estallando de admiración.

Se alinean los astros a nuestro antojo
y se abren las escaleras hacia los cielos.
Que resultan ser mecánicas:
renovarse o morir
incluso al morir.

-II-

Jesús ha decidido no acudir a la cita,
tan harto de impertinentes como nosotros,
pero no ha puesto trabas a la celebración de nuestra timba:
sabe que en verdad somos buenas personas.

Aun así, he dejado encima de la mesa de Su despacho
una solicitud de indulto para Jeanne Hébuterne.
Espero que me haga caso. Era tan guapa.

Patrick dice que soy un poquito imbécil,
pero sólo un poquito.
Me sonríe al modo irlandés, al modo de una estrella del rock:
sé que está gratamente sorprendido de mis actos.
"Nos están esperando", comenta
mientras me toma del brazo en dirección al salón.

Estoy tan emocionado.
¿Quién será nuestro crupier?

-III-

Short table y bebidas para todos. Se puede fumar.
¿Os he contado que vamos a jugar un torneo
con mil quinientas fichas?
¡Solo puede quedar uno!
Y todos han acudido.
No puedo negar que se me enfrían los pies sólo de pensarlo,
pero el honor a veces se honra soportando inclemencias.

Jim me saluda con tono de escombro,
"encantado de conocerte", musita,
"¿tienes tabaco rubio, hermano?"
Y sí, por supuesto que tengo.
Everybody smokes... in Heaven.

Fumamos mientras esperamos al resto de los asistentes.
A Patrick no le hace ninguna gracia. Ni esperar
ni soportar nubes de nicotina y alquitrán cerca.
Pero incluso él ha inclinado la cabeza al ver a Jim.

Aquí está, por fin, Tino,
incluso más genial que en tiempos de sangre y carne en su sitio.
"Gracias por entenderme, niño". Me abraza y me sonríe.
En el Cielo no se debería llorar, pero sólo estoy de visita.
A Patrick le fascina "el otro sureño, el del cabello de colores".
Joder, va a ser una velada única.

-IV-

Y ahora es el turno del llanto de Patrick,
cuando siente, entre nervios, la presencia de James,
su adorado James,
que blande un cigarrillo y un mirar grandilocuente
al cruzar el umbral.
Su admiración es tan mutua que invade la estancia
y atrae a los dos que faltan para cerrar la mesa.

Federico y José Antonio han dejado de fumar, dicen,
porque aún notan el plomo del odio en sus pulmones
ochenta años después de aspirarlos por obligación.
Piden un par de Gin Tonics y van tomando asiento.

Ya sólo falta el crupier, que, según dice Jim
está en la habitación contigua componiendo canciones.
"¡Este Kurt es incorregible, como su espalda y la tuya!"
Todos reímos. y al carcajear,
mis hombros dan toda la razón al eternamente joven poeta.

Ya tenemos aquí al yanqui que sorprendió a Dios
afirmando que era gay. Y qué.

Todos en posición de combate. Que empiece el espectáculo.

La Tierra sigue en llamas, pero vamos a cometer el pecado
de olvidarnos de ella por un momento o dos.

-V-

"Heaven knows I'm miserable now", murmura Patrick
al perder la mitad de sus fichas en la primera mano
frente a las dobles parejas ases-damas de Tino.
Pero Tino se confía, y arroja su caja frente a Federico,
siendo el genio astur el primero en sentarse en el sofá del fondo,
y haciendo del inmenso granadino el chip leader de la mesa.

Se consumen litros de cócteles a cuenta del Altísimo,
pero el pulso se niega a temblar en cada apuesta que se detona.
El humo es tan azul como amable en su textura
y los filos de las cartas se dejan acariciar por él.
La cuestión es,
¿hacia dónde irán sus suaves e ingrávidas correas
si estamos tocando techo?

-VI-

Hay jugadas que es mejor enviar al desguace,
y James sabe demasiado de vehículos destrozados.
Kurt ha repartido golpes de suerte, de toda condición;
acero templado para mí,
y un cargamento de plata de ley ha recibido Indiana.

Hay aventuras mortales que es imprescindible vivir.
Por eso estoy aquí, ¿no?

"Amigo, nunca serás un líder,
tal vez te incomode el hambre,
tengas el sueño en números rojos,
y estés ahí abajo más años de lo previsto,
pero no tendrás necesidad de esforzarte en demasía
en ser feliz.
No quejarse por ello sería una excelente opción".

Tras su sentencia, y mientras me retiro del torneo,
José Antonio me contempla henchido de honestidad y buenos deseos
sorbiendo con extraña majestuosidad su enésima copa.

Federico se acerca a estrecharme la mano:
"Sé punk, sé infrecuente, amigo mío, sigue siéndolo,
las circunstancias no me acompañaron por la puerta adecuada
y sólo he podido imaginarme bajo pellejos como el tuyo,
en medio de la calzada, esquivando ortodoxias. Aprovecha".

No me cabe duda alguna
de que hay sonrisas, como la suya,
que generan en el espíritu
el más hermoso placer que una directriz a seguir
puede proporcionar.

-VII-

Convine con Patrick antes de mudar brevemente de plano
que en caso de ser ambos eliminados sin llegar a la final
nos retiraríamos discretamente de vuelta a nuestras extrañezas tangibles,
que nos enteraríamos del ganador en nuestro último mañana.

El conocimiento excesivo, con demasiada frecuencia,
crea en mí un paño áspero de angustia.

Y es precisamente Patrick el tercero en hacer del aire
su único e insuficiente respaldo tras el tapete.
Entretanto, mi conversación con Tino ha sido inolvidable.
"Chico, que mis confesiones nunca salgan de las alturas"
me pide, y pienso respetarlo mientras no se me enfríe el cuerpo.
Y aquí me tienen, dejándoles en compañía de la curiosidad
en lo que a tal materia se refiere.

Jim, Federico, James y José Antonio
luchan por no quedar fuera de la burbuja
en el momento en que estalle
y Kurt proclame, con su voz nihilista y quebrada
a los tres finalistas
que se disputarán la victoria.

Victoria...

¡Que no quiero verla!

No, no quiero verla.

-VIII-

"Nos despedimos sin saber qué hubiéramos ganado",
piensa mi compañero de viaje al salir.

"Y qué más da, Patrick", replico.
"Nadie se siente derrotado tras días como éste"

"Steven Patrick es mi nombre completo", me confía.

¿Acaso se piensa que desconocía ese dato?

Ah, ahí está el ascensor.

Hay buen gusto hasta en el hilo musical
y en nuestras caras de circunstancias:
"Pretty Dress", de Rosie Thomas.

*HA LLEGADO A SU DESTINO*

Y volvemos a notar hormigón bajo nuestras plantas,
nos rebautizamos con la nube de polución al caer,
Steven Patrick se aleja, camino de alguna parte, pero antes comenta:
"del Cielo a Madrid".
Tengo que responder sin mirarle a los ojos y me despido diciendo:
"Sí.
Es Madrid.
El suelo."





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