lunes, abril 18, 2016
LA DIANA
Mi cuerpo y mi alma
nunca se ponen de acuerdo
en eso de estar vivos a la misma vez...
Cabrones.
Será que,
de tanto estrujarla,
ya tengo la conciencia tranquila.
Pero parece como si las penas
se filtraran en mis huesos.
Y todo el cuerpo me duele.
Llevo una mano en las costillas,
otra en la espalda
y sudores purgatorios por las sienes.
Pero ahora, al menos,
puedo sonreír
y lo hago.
Es un privilegio saber
que mañana mis adentros
risueños, me besarán
gritando:
"Por fin,
tras años con muecas de dolor,
hemos dormido bien".
Porque
bien sabe Dios
(y ahora lo saben ustedes)
que es un honor y un placer
ser feliz
en estas circunstancias.
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