EXPOSICIÓN DE MOTIVOS

Las altas esferas nos miran con paternal complacencia. De lo que no son conscientes es de que nosotros, pequeños y escasos asteroides en plena explosión demográfica, cuando giramos a su alrededor, no lo hacemos dócilmente. Les escrutamos, les estudiamos. Una y otra vez. Aunque ya tengamos demasiado vistas sus superficies leprosas y salpicadas de chancros sifilíticos. Simplemente nos estamos reproduciendo, poco a poco. Estamos esperando el momento ideal, que acontecerá el día más pensado, cuando a la ocasión la pinten con rastas hasta la mismísima culera, para lanzarnos sobre sus sorprendidas caras. Algún día caeremos como hierros al rojo vivo sobre sus cordilleras podridas. No habrá coordinación, será una lluvia ácrata, un chubasco irregular y Aleatorio, sin una política definida. POR FIN.

Nuestros cerebros serán meteoritos de todos los colores. Eso es lo de menos. Caeremos a su derecha, a su izquierda, en sus bancos y en sus politburós. En sus templos, en sus logias, en sus sedes del partido, en sus Casas del Pueblo. Lapidaremos mentalmente sus Cuarteles Generales, sus centros de comunicaciones monodireccionales. Pianos de Jerry Lee Lewis sin teclas berreando silenciosamente "Great Balls of Fire". Eso seremos.

Pero mientras tanto, seguimos aumentando la familia. Se engrosa el cinturón. Es una batalla entre la mitosis asnal y la del pensamiento auténticamente libre.

Y se acabó el "si Dios quiere". Habremos de querer nosotros. Porque, llamadme loco, eso es lo que creo que Dios quiere: mujeres, hombres, personas actuando por sí mismos... con el pensamiento verdaderamente libre.

Firmado: una bomba nuclear tranquila.

lunes, abril 18, 2016

LA DIANA

Mi cuerpo y mi alma 
nunca se ponen de acuerdo 
en eso de estar vivos a la misma vez...
Cabrones.


Será que, 
de tanto estrujarla, 
ya tengo la conciencia tranquila.
Pero parece como si las penas
se filtraran en mis huesos.

Y todo el cuerpo me duele.
Llevo una mano en las costillas, 
otra en la espalda
y sudores purgatorios por las sienes.

Pero ahora, al menos, 
puedo sonreír 
y lo hago.

Es un privilegio saber 
que mañana mis adentros
risueños, me besarán
gritando:
"Por fin,
tras años con muecas de dolor,
hemos dormido bien".

Porque
bien sabe Dios
(y ahora lo saben ustedes)
que es un honor y un placer
ser feliz
en estas circunstancias.

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