lunes, junio 12, 2006
Mi primer día en la biblioteca
Pues bueno, llevo aquí desde las 15:00, y son ahora las 20:00. La verdad es que no he parado demasiado, a pesar de que me han ofrecido descansar un rato. Pero hay que dar buena impresión el primer día, qué coño. Además, tampoco es algo tan destructivo esto de ir pasando todos los libros a la base de datos. Monótono a lo sumo. Pero mejor eso que el pico y la pala, seguro. Ahora, cuando termine de clasificar los 18.000 volúmenes que tiene la biblioteca de los Corrales, ya os comentaré.
He empezado clasificando la literatura infantil. He conocido la vida y milagros de un ratoncito llamado Álex, que ojalá hubiese muerto joven el cabronazo, y las angustias vitales de un castor cabezón llamado Simón. Valiente hijo de su madre.
Por cierto, ¡malditos libros para niños de páginas duras! Yo aprendí a leer solo con 3 años fijándome en las ilustraciones y las letras, pero jamás me cargué un libro. Y tampoco es algo tan sorprendente lo que digo. Cuenta la leyenda que el rumbero catalán Peret aprendió a leer fijándose en los carteles de las tiendas. Ni él ni yo usamos el método de aprendizaje consistente en destrozar los libros. Si toda la gente fuese como nosotros, esa mierda de libros que impiden ser correctamente catalogados por la práctica imposibilidad de escribir sobre ellos el número de registro, jamás hubiesen existido.
Ya os contaré con más detenimiento, ya. La cosa promete.
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