EXPOSICIÓN DE MOTIVOS

Las altas esferas nos miran con paternal complacencia. De lo que no son conscientes es de que nosotros, pequeños y escasos asteroides en plena explosión demográfica, cuando giramos a su alrededor, no lo hacemos dócilmente. Les escrutamos, les estudiamos. Una y otra vez. Aunque ya tengamos demasiado vistas sus superficies leprosas y salpicadas de chancros sifilíticos. Simplemente nos estamos reproduciendo, poco a poco. Estamos esperando el momento ideal, que acontecerá el día más pensado, cuando a la ocasión la pinten con rastas hasta la mismísima culera, para lanzarnos sobre sus sorprendidas caras. Algún día caeremos como hierros al rojo vivo sobre sus cordilleras podridas. No habrá coordinación, será una lluvia ácrata, un chubasco irregular y Aleatorio, sin una política definida. POR FIN.

Nuestros cerebros serán meteoritos de todos los colores. Eso es lo de menos. Caeremos a su derecha, a su izquierda, en sus bancos y en sus politburós. En sus templos, en sus logias, en sus sedes del partido, en sus Casas del Pueblo. Lapidaremos mentalmente sus Cuarteles Generales, sus centros de comunicaciones monodireccionales. Pianos de Jerry Lee Lewis sin teclas berreando silenciosamente "Great Balls of Fire". Eso seremos.

Pero mientras tanto, seguimos aumentando la familia. Se engrosa el cinturón. Es una batalla entre la mitosis asnal y la del pensamiento auténticamente libre.

Y se acabó el "si Dios quiere". Habremos de querer nosotros. Porque, llamadme loco, eso es lo que creo que Dios quiere: mujeres, hombres, personas actuando por sí mismos... con el pensamiento verdaderamente libre.

Firmado: una bomba nuclear tranquila.

martes, mayo 23, 2006

La Unión de Serbia y su hado negro

Si Gavrilo Princip levantara la cabeza, seguramente lo haría para descerrajarse él mismo los disparos que efectuó sobre el heredero del Imperio Austrohúngaro y su esposa. El desencadenante inmediato de la Gran Guerra del 14 no podría, una vez hecho a la idea de no hallarse ante una terrible pesadilla, soportar cómo en apenas quince años su pueblo, su nación, su identidad, se han visto, tanto por factores internos como externos, trepanados, mutilados, descuartizados. Princip no comprendería, al igual que muchos de nosotros, miembros de una generación que ha visto en directo cómo el Estado balcánico se disolvía cual pastilla efervescente, cómo la República Federal de Yugoslavia, uno de los países más desarrollados y modernos de entre los eslavos, con sus veintitrés millones de habitantes, se ha visto abocada a una constante y repetida fragmentación. Y lo más doloroso para Princip sería comprobar que su patria serbia, la más perjudicada sin duda, es increíblemente a la que la mayor parte de la comunidad internacional cuelga sus sambenitos más humillantes. La acusada. La culpable. La que merece todo lo que la está pasando.
Tras la fragmentación de la Federación Yugoslava, ahora Serbia se encuentra con fragmentaciones dentro de su propio territorio. Ya comenzó el despiece con Kosovo (paulatinamente ocupado por albaneses musulmanes, y, sin duda, un aviso claro hacia los graves peligros que pueden suponer para Europa Occidental la llegada masiva de inmigrantes y su posterior concentración territorial), se empieza a apuntar en el sur de Serbia (también deseado por los musulmanes), se vislumbra en Voivodina (con la importante minoría húngara), y se ha consumado en Montenegro hace aún pocas horas. Y es que en el caso de esta pequeña República, a diferencia de los demás territorios de la antigua Yugoslavia (aun así, hay que decir que muy "cogidos con pinzas", como el caso de la antigua Checoslovaquia, hoy fragmentada en dos países debido a supuestas enormes diferencias entre ellos) no se pueden argüir en modo alguno razones de tipo religioso (ortodoxos son tanto los montenegrinos como los serbios), ni cultural, ni lingüístico (ambos hablan serbio). Únicamente pueden basarse en razones históricas, puesto que en varias épocas conformaron Estados separados), pero muchos nos imaginamos las verdaderas razones. Montenegro, con poco más de medio millón de habitantes, estratégicamente situado junto a Albania y única salida al mar de Serbia, tiene todos los visos de estar preparándose para ser el paraíso fiscal y lavadora de divisas de los Balcanes, y desea acceder cuanto antes a la Unión Europea. Unión Europea que ha tenido la feliz idea de sentar un peligrosísimo precedente al consentir el referéndum que ha dado la independencia a Crna Gora (Montenegro en serbio). Precedente que puede provocar nuevas picaduras en la piel Europea a causa de tanto agitar y agitar el avispero balcánico (¿y si los serbios de Bosnia quisieran, pues, integrarse en Serbia mediante referéndum?), y que da un argumento de oro a los nacionalismos que se abaten con la misma furia y odio en países como el nuestro.
Y mientras, ¿quién se acuerda de Serbia? ¿Quién se acuerda de los serbios que sufren represalias en Kosovo? Nadie, salvo algún escritor como el austríaco Peter Handke, que, por cierto, ya ha sido ampliamente criticado por ello. Que los serbios aprieten los dientes, aún les amputarán más trozos de su patria. ¿Deberemos los españoles ir pensando en hacer lo mismo? Mal cirujano está resultando la Unión Europea.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hablando de cirujanos... ¿será necesario otro cirujano de hierro aquí, en España?
El tiempo dirá.

Diego Skanderberg von Zieza dijo...

Más que cirujanos, necesitamos buenos practicantes, de esos que cosen cualquier herida, y una buena crema que deje un poco más tersa nuestra cuarteada piel de toro.

(ME HA QUEDADO PURO GLAM)