Verbigracia. Por si resultaran ya no poco delirantes las aspiraciones independentistas del nacionalismo vasco (encabezado por su Gobierno) respecto de su territorio actual, esto es, la Comunidad Autónoma Vasca, sus apetencias, que desde hace años se centran en el antiguo Reyno de Navarra, se extienden ahora desvergonzadamente a muchas otras zonas de España. Los figurines y figurones nacionalistas han puesto ya hace tiempo sus ojos en el cántabro Valle de Villaverde y en el Condado de Treviño (enclaves ambos situados dentro del territorio vasco), y ahora, con total impunidad y chulería, se abalanzan sobre territorios limítrofes y otros que no lo son tanto. Se alzan ya dentro del nacionalismo vasco voces (mejor, berridos) que reclaman la anexión de Castro Urdiales, Ontón y otras localidades del Este cántabro, otras del Norte de Burgos (Miranda de Ebro), la completa o casi total anexión de La Rioja (Errioxa para estos pipiolos… ¿y yo tengo que escribir Gipuzkoa para no ofenderles? Anda y que les den por el culo), y zonas de Huesca, ya en pleno Aragón. Eso sin contar tal cantidad de territorios en el Sur de Francia que estaría enumerándolos hasta pasado mañana. La novedad: ahora quieren Aquitania (Akitania, según estos maestros de la normalización lingüística). Vamos, que se han puesto a reclamar territorios hasta que se han aburrido. ¿Sus argumentos? Muy variados, eso sí. Desde el prehistoricismo más zoquete, pasando por la pertenencia durante unos cincuenta añitos de ciertas tierras de las antes citadas a su soñada Patria Vasca, al clásico y patético argumento demográfico. O todos combinados, qué coño. No será por falta de variedad. Lo cierto es que si sus pajas mentales se llevaran a la práctica, les iba a salir un pedazo de país que ya quisieran los albanokosovares (menudos aficionaos a su lado).
Pero los rebuznos no sólo se dejan sentir por esa parte de España. Aunque con menos intensidad o un poco más de pudor, los borricos hispánicos entonan sus asnales himnos por doquier. En Galicia, uno de los partidos en el gobierno, quiere zamparse buenos trozos de Asturias, León y Zamora, “porque allí hay gente que habla gallego”. Tócate los cojones. Reclamemos unos cuantos cantones suizos y otras zonas de Centroeuropa, que allí hay mucha gente que habla castellano. El nacionalismo asturiano, por supuesto, no se quiere quedar atrás en la carrera de la chorrada reclamante. Se quiere ciscar todo el Norte de León y Liébana (“Llébana”), en Cantabria. Los naziokas leoneses, por su parte, desean reinstaurar el antiguo Reino de León (“Llïón”) anexionándose Zamora, Salamanca, partes de Extremadura y, en Portugal, Miranda de Duero. En cuanto a los comuneros castellanos, sus fantasías sexuales desbordan lo imaginable: quieren Cantabria, La Rioja, todo el antiguo Reino de León, Utiel y Requena, la Comunidad de Madrid, y algunos hasta Murcia. No, si por pedir que no quede. Los nacionalistas aragoneses no sé qué querrán de momento, pero sus deseos de extender la “fabla” no tienen desperdicio en materia humorística. De los nacionalistas catalanes ya conocemos sus delirios patrióticos: el Rosellón, las Baleares, la Comunidad Valenciana y, la reclamación estrella, la ciudad de Alguer en Cerdeña. Los nacionalistas andaluces, muy resentidos ellos, aparte de dedicarse a intentar reconstruir la antigua Al-Ándalus, andan muy atareados en convertirse (reconvertirse, según ellos, pobres ignorantes), a esa secta repugnante que es el Islam. Los naziokas extremeños y los murcianos no han elaborado aún demasiadas teorías con las que reírnos un rato. Por el momento, ya andan intentando reconstruir sus “lenguas nacionales”, el castúo y el panocho, respectivamente. Ánimo…
Y qué decir del nacionalismo cántabro. Para mí el más divertido, por eso de tenerlo en casa. Aparte de ser ridículamente minoritario, no crean ustedes que no tiene sus ansias expansionistas. Entre sus apetencias, la Montaña Palentina, Espinosa de los Monteros, Aguilar de Campóo, las Encartaciones, y el Valle del Mena. Casi ná. Por no olvidar aquella consigna tan graciosa en su época: “del Sella al Nervión, Cantabria es Nación”. Y lo peor es que se creen lo que dicen. Festival del humor.
Reclamad, reclamad, malditos. Un poquito más y conseguiréis entre todos que definitivamente España sea una llanura llena de hienas y/o chacales. Que Xirinacs, Arana y Blas Infante os guíen desde los cielos.
Amén.
1 comentario:
El ombliguismo en este país es lo que tiene... pero qué más da, sigamos dándonos por el culo sin pensar en el mañana, la cosa ahora es reclarmar, no vayamos a quedarnos sin parte del pastel. la torre del oro sale en nuestro escudo no? (dando ideas).
Publicar un comentario