Coincidió que por esas fechas un Comerciante pasó por el pueblo para vender pimentón dada la cercanía en fechas de la matanza del cerdo. Un grupo de Mozos se encargó de pasearle por todas las tabernas, mientras otros pintaban al negro borrico que traía de un blanco impoluto. A continuación lo ataron por las patas encaramando al animal en el rodal que formaba la cúspide de la torre.
Cuando el "Pimentonero", después de secar todas las barricas, preguntó por su compañero de viaje; la gente le dijo que le habían subido a la torre, entonces el hombre matándose con la razón respondía que no, que el suyo era negro y aquel era blanco. Tal fue la fama de dicho relato que trascendió los límites del pueblo, del valle e incluso de la región. Como suele ser habitual cada interlocutor añadía su parte a la historia con lo que esta terminó deformándose y en lugar de explicar la desconocida tradición de la torre de rodales explicaban que tubo lugar al lado de la iglesia.
Con el tiempo el mito derivó en que los mozos subieron el burro al campanario (únicamente tienen espadaña). Para añadirle más sorna al suceso, alguno contaba que era con objeto de aprovechar los tiernos brotes de hierva que brotaban en lo alto; mientras que el animal a medio camino sacaba la lengua no debido a la soga que lo apretaba, si no relamiéndose de tan apetitoso bocado."
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