Bien saben quienes me conocen que no me caracterizo por un optimismo rampante e irradiador. Y la situación actual de la sociedad española y occidental en general no es que contribuya mucho al cambio de mi pensamiento. No es la primera vez que lo digo, ni será la última: cinco años doy de plazo para que “esto” despierte, se mueva, se quite la roña infame con la que se ha cubierto despreocupadamente en los últimos veinticinco años. La basura progre, anticristiana y antioccidental que hemos amamantado cariñosamente desde mayo de 1968 (de Francia tenía que venir, cómo no), se encuentra en su apogeo, detentando (que no ostentando) el poder que le ha conferido no ya la minoría que les apoya, sino el aborregamiento, acojono, miedo o connivencia de la sociedad. Y yo el primero.
Nos da miedo expresarnos. Nos da reparo exponer unas ideas que incluso a nosotros, a fin de cuentas, nos abochornan. Nos da miedo organizarnos, sacudirnos el yugo de lo políticamente correcto. Se desprecia el historicismo, el racionalismo más prostituido se alza en lo alto del podio del mundillo pseudointelectual, se caga soezmente sobre el liberalismo esperando que del abono resultante salgan flores, se llama fascismo a todo pensamiento disidente, nos introducimos sin quejarnos en el intestino democrático centenares de solitarias y lombrices que nos matan lentamente. Sonreímos estúpidamente al notar el dolor. Y yo el primero.
Observamos sin pestañear cómo el resto de las civilizaciones, en una mezcla de burla, desprecio y victimismo, nos patean y debilitan, y ensucian nuestro legado. Con la inestimable ayuda de la quinta columna que albergamos y protegemos con mimo desde nuestras casas. ¿Es que hay que esperar a que nos agredan directamente para reaccionar? Mientras tanto, el “es culpa nuestra” o el “algo habrán hecho”, se pasean por los pensamientos de la mayoría, dirigidos férreamente por la directriz básica del “mejor no nos metamos en problemas, si se tercia que lo hagan otros, aquí desde el tendido, en el mejor de los casos, asentiremos aprobando sus actos”. Somos muchos, pero pocos dan el paso esencial de luchar por sus derechos. Se opta por dejarse llevar por el curso de los acontecimientos, a bordo del crucero de lujo a la deriva que es el Estado de Bienestar. La tripulación, esos partidos políticos más preocupados por la Memoria Histórica, el matrimonio homosexual o la aprobación de aberrantes Estatutos, se desentienden del iceberg a proa, de los corsarios que lanzan sus garfios sobre cubierta, de las bombas activadas en el cuarto de calderas. El pasaje se calla y sigue bailoteando en el salón, viendo la tele o dándose chapuzones en la piscina. Aunque de vez en cuando a alguno lo tiren por la borda, le roben la cartera o pongan patas arriba su camarote. Cada uno a lo suyo. Y yo el primero.
Mientras la mugre social campa a sus anchas por ciertas regiones de España, intimidando y chuleando a gran parte de la población que allí vive, controlando todos y cada uno de los resortes del poder, ¿qué hace el pueblo español? Engullir su comida basura para, al tener la boca llena, encontrar una buena excusa para no decir ni pío. Cualquier organización o colectivo concienciado es víctima de su acomplejamiento y estalla en decenas de micropartidos personalistas y fácilmente ridiculizables, rechazados y marginados por el resto. Entretanto, la mugre, el “lumpen” se organiza y compacta con una velocidad alarmante. ¡Viva la pasividad!
Y ahí está el pueblo español, el pueblo europeo. Alejado (cada vez menos) del meollo, viendo, oyendo y callando, agarrándose como puede la cartera y los billetes de avión a Punta Cana, rechazando trabajos “que ya harán los inmigrantes”. Fumando del porro de los desentendidos. Y yo el primero.
5 comentarios:
Amigo Didacus, el problema es que confundes inercias con tendencias. La mentalidad progre tiene que ver más bien con las primeras, pues lo cierto es que se halla en franco retroceso. El paradigma antiprogre, al que tú te adscribes, campea ya de manera cada vez más rotunda.
Puedes ver más sobre esto en:
"Progres: El ocaso de una pose"
http://javzan.freehostia.com/asuntos/progres.htm
y en:
"La Brigada Antiprogre"
http://javzan.freehostia.com/asuntos/brigadaantiprogre.htm
Un cordial saludo.
Cordura
Te confundes tú. El ser "progre" es una tendencia a la inercia.
Y yo no soy antiprogre. En realidad no soy anti-nada.
Soy didacquiano.
Soy.
Te falta perspectiva histórica, amigo. Eres muy crío todavía...
Un saludo.
Te falta perspectiva histórica, amigo. Eres muy crío todavía...
Un saludo,
Cordura
Pedazo de argumentos los tuyos, compadre. Me has apabullado...
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