…alrededor de las diez de la noche, un día que supongo de junio. El cuarto está en penumbra, desordenado. En calzones, abro el grifo de la ducha y me dispongo a ponerme a remojo. Llaman a la puerta. Entra el capitán, airado, furioso. Me increpa y recrimina por mi comportamiento. Me acusa de tener la habitación manga por hombro, de armar escándalos nocturnos, de no estudiar, y, lo que más me sorprende, de hacer timbas ilegales de póker “con una panda de fascistas”. Me amenaza y coloca su mano derecha sobre la vieja pistola Star que le cuelga del cinto, “si no está usted de acuerdo, ya sabe”. Salgo furioso del cuarto y procedo, estancia por estancia, a arengar ruidosamente al resto de los residentes, con innegable éxito. Estalla el caos, el patio de la Residencia se llena de chavales jóvenes armados con globos de agua, los vigilantes responden disparando esféricas y toscas balas usando cañones navales del siglo XVI, a voces clamo que mis ancestros beneméritos jamás hubieran procedido de esa manera mientras lanzo piedras al orondo brigada que se abalanza sobre un amigo mío. Las balas hacen tremendos boquetes en los gruesos muros del edificio, junto con dos compañeros consigo entrar por la ventana del cuarto de un joven residente, que, extrayendo sus propias heces de la taza del WC, se las introduce en la boca y las escupe con gran pericia sobre los verdes uniformes de los desconcertados guardias. Nos atrincheramos hasta que cesa el bombardeo. Salimos, no me queda otra que rendirme. Me dirijo hacia el capitán y el coronel, que con sus armas reglamentarias listas, me apuntan, y es entonces cuando…
- Eh, ¿qué haces durmiendo? ¡Que ya es hora de comer, es la una y media, chaval!
Entre bostezos, me estiro, me froto los ojos y comento al compañero que me ha despertado:
- Joder, me he acostado a las diez de la mañana, estoy casi sin dormir y luego tengo que ir a “cantar la lección” donde el preparador. Pero no veas, he tenido uno de los sueños más absurdos de mi vida, tío.
Y no era para menos, teniendo en cuenta que el capitán jamás lleva pistola, es uno de las personas más simpáticas y amables que conozco, que mi cuarto sorprende por su orden incluso a las señoras de la limpieza, y que si hago timbas, no es con fascistas, y es jugándome céntimos a la brisca. Y eso cuando tengo tiempo, que últimamente no es con demasiada frecuencia.
Lo que hace el estudiar demasiado y no dormir. Acabas mezclando “Rebelión en las aulas” con “Maverick”, “Piratas del Caribe”, “El Alcázar no se rinde”, “Braveheart” y documentales de la 2 en los que salen gorilas mascando sus propios excrementos.
Por Dios, necesito unas vacaciones urgentemente. Desvarío, desvarío mucho.
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