EXPOSICIÓN DE MOTIVOS

Las altas esferas nos miran con paternal complacencia. De lo que no son conscientes es de que nosotros, pequeños y escasos asteroides en plena explosión demográfica, cuando giramos a su alrededor, no lo hacemos dócilmente. Les escrutamos, les estudiamos. Una y otra vez. Aunque ya tengamos demasiado vistas sus superficies leprosas y salpicadas de chancros sifilíticos. Simplemente nos estamos reproduciendo, poco a poco. Estamos esperando el momento ideal, que acontecerá el día más pensado, cuando a la ocasión la pinten con rastas hasta la mismísima culera, para lanzarnos sobre sus sorprendidas caras. Algún día caeremos como hierros al rojo vivo sobre sus cordilleras podridas. No habrá coordinación, será una lluvia ácrata, un chubasco irregular y Aleatorio, sin una política definida. POR FIN.

Nuestros cerebros serán meteoritos de todos los colores. Eso es lo de menos. Caeremos a su derecha, a su izquierda, en sus bancos y en sus politburós. En sus templos, en sus logias, en sus sedes del partido, en sus Casas del Pueblo. Lapidaremos mentalmente sus Cuarteles Generales, sus centros de comunicaciones monodireccionales. Pianos de Jerry Lee Lewis sin teclas berreando silenciosamente "Great Balls of Fire". Eso seremos.

Pero mientras tanto, seguimos aumentando la familia. Se engrosa el cinturón. Es una batalla entre la mitosis asnal y la del pensamiento auténticamente libre.

Y se acabó el "si Dios quiere". Habremos de querer nosotros. Porque, llamadme loco, eso es lo que creo que Dios quiere: mujeres, hombres, personas actuando por sí mismos... con el pensamiento verdaderamente libre.

Firmado: una bomba nuclear tranquila.

domingo, noviembre 25, 2018

SE HA DECLARADO UNA FIESTA



"Probaré la pintura que tus párpados lloran
para ver si dan al corazón que heriste
la insensibilidad del azul y las piedras"

(Tristesse d´été - Stéphane Mallarmé)


Día tercero
del décimo mes
de Mil ochocientos
ochenta y siempre.

En el día de hoy
se ha declarado una fiesta,
un homenaje a las riendas más frías,
más aptas
para la diligencia de los meridianos
y las buenas gentes que los cruzan.

Se besan las víctimas,
estrangulan los mapas
y no habrá desfiles cuando silbe el fin
porque los muertos
no marcan bien el paso,
porque los mutilados
son sólo una parte de sí mismos
incapaz de sostener
conciencias tan metálicas.

Escupir en los laureles
resucita sus hojas secas
y llama a filas a enjambres ocultos.

Floja como un pene adormecido
nuestra saliva se deja caer
elásticamente
desde la frente al labio inferior
de la boca del César. Y su horda,
su horda siente tanto asco
que nos deja pasar. Son ellos,
son ellos quienes trazan
la cicatriz que cruzamos.

Quién podría, pues, entonces
plantarnos al pie de sus oraciones
si tantos nos quieren polen abortivo
con ignoto «skyline» por desagüe.

Y tantos otros
del quebranto expectantes. Lástima
que este éxodo padezca
de circuito cerrado.

Conocen nuestro sabor,
desconocen nuestro saber. Discuten
el valor de un grupúsculo eterno
empeñado en autodestruirse
saltando desde una gran postdata.

Aquí seguir, borrachos de coherencia
esperando a que nos drene el tiempo.

Ya ves, Mallarmé,
tampoco se puede
no gustar a todo el mundo.

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