EXPOSICIÓN DE MOTIVOS

Las altas esferas nos miran con paternal complacencia. De lo que no son conscientes es de que nosotros, pequeños y escasos asteroides en plena explosión demográfica, cuando giramos a su alrededor, no lo hacemos dócilmente. Les escrutamos, les estudiamos. Una y otra vez. Aunque ya tengamos demasiado vistas sus superficies leprosas y salpicadas de chancros sifilíticos. Simplemente nos estamos reproduciendo, poco a poco. Estamos esperando el momento ideal, que acontecerá el día más pensado, cuando a la ocasión la pinten con rastas hasta la mismísima culera, para lanzarnos sobre sus sorprendidas caras. Algún día caeremos como hierros al rojo vivo sobre sus cordilleras podridas. No habrá coordinación, será una lluvia ácrata, un chubasco irregular y Aleatorio, sin una política definida. POR FIN.

Nuestros cerebros serán meteoritos de todos los colores. Eso es lo de menos. Caeremos a su derecha, a su izquierda, en sus bancos y en sus politburós. En sus templos, en sus logias, en sus sedes del partido, en sus Casas del Pueblo. Lapidaremos mentalmente sus Cuarteles Generales, sus centros de comunicaciones monodireccionales. Pianos de Jerry Lee Lewis sin teclas berreando silenciosamente "Great Balls of Fire". Eso seremos.

Pero mientras tanto, seguimos aumentando la familia. Se engrosa el cinturón. Es una batalla entre la mitosis asnal y la del pensamiento auténticamente libre.

Y se acabó el "si Dios quiere". Habremos de querer nosotros. Porque, llamadme loco, eso es lo que creo que Dios quiere: mujeres, hombres, personas actuando por sí mismos... con el pensamiento verdaderamente libre.

Firmado: una bomba nuclear tranquila.

martes, febrero 07, 2017

QUERIDA ALEGRÍA III

Verán ustedes:

Es pura cuestión de fobia al armatoste, 
de suerte al esquivar el escupitajo. 

Una jungla se cruza con otra, 
hibridan, se injertan, 
se prenden fuego mutuamente, 
se apagan en la nada. El vacío 

es envidioso y violento, 
obligado por el pánico presumible 
a azotar sus langostas
bajo la mesa de invitados cobardes. 

Hacia el verano se elevan los tigres
de cerebros como ministros sin cartera, 
apasionante trámite de audiencia
en horas siempre altas.

Los árboles encogen la mirada 
cuando ven pasar la fragua y el daño
por entre sus ramas pírricas.

Verán ustedes:

Mamá y papá saben todo esto 
porque asisten a terapia de parejas. 
Nos iremos de vacaciones en abril 
y mamá dejará de preocuparse 
por el rayón que le hice en el coche. 
Papá y mamá saben que estoy loca
y sólo me preocupa cuando lo olvidan. 

Están orgullosos de mis hélices, 
de mis dedos como migajas sangrantes 
sobre el cabello del inocente, 
están orgullosos de mis hélices 
atascadas en las voces del paria. 

Están orgullosos de mis hélices
aunque no existan. Ni ellos 
ni las hélices. 

Verán ustedes,
verán que alegría 
cuando se derramen las canas 
sobre el trago y la sombra
de mi soledad. 

Verán ustedes
cuando llegue la necesidad por nada, 
la necesidad por nadie. 

Ya lo verán. 

No hay comentarios: