EXPOSICIÓN DE MOTIVOS

Las altas esferas nos miran con paternal complacencia. De lo que no son conscientes es de que nosotros, pequeños y escasos asteroides en plena explosión demográfica, cuando giramos a su alrededor, no lo hacemos dócilmente. Les escrutamos, les estudiamos. Una y otra vez. Aunque ya tengamos demasiado vistas sus superficies leprosas y salpicadas de chancros sifilíticos. Simplemente nos estamos reproduciendo, poco a poco. Estamos esperando el momento ideal, que acontecerá el día más pensado, cuando a la ocasión la pinten con rastas hasta la mismísima culera, para lanzarnos sobre sus sorprendidas caras. Algún día caeremos como hierros al rojo vivo sobre sus cordilleras podridas. No habrá coordinación, será una lluvia ácrata, un chubasco irregular y Aleatorio, sin una política definida. POR FIN.

Nuestros cerebros serán meteoritos de todos los colores. Eso es lo de menos. Caeremos a su derecha, a su izquierda, en sus bancos y en sus politburós. En sus templos, en sus logias, en sus sedes del partido, en sus Casas del Pueblo. Lapidaremos mentalmente sus Cuarteles Generales, sus centros de comunicaciones monodireccionales. Pianos de Jerry Lee Lewis sin teclas berreando silenciosamente "Great Balls of Fire". Eso seremos.

Pero mientras tanto, seguimos aumentando la familia. Se engrosa el cinturón. Es una batalla entre la mitosis asnal y la del pensamiento auténticamente libre.

Y se acabó el "si Dios quiere". Habremos de querer nosotros. Porque, llamadme loco, eso es lo que creo que Dios quiere: mujeres, hombres, personas actuando por sí mismos... con el pensamiento verdaderamente libre.

Firmado: una bomba nuclear tranquila.

martes, octubre 11, 2016

AM ENDE

Voy a dispararme en el puño que golpea en el recuerdo,
en el pie que me hace correr hacia ti,
en la distancia que amenaza el reencuentro.


Somos como madre ciega e hijo ciego
hermanados con el cero absoluto, el negro inapelable,
murmurando anzuelos y orando entre paredes sucias.


Cómo cuadrar esta desaliñada tranquilidad
con estas ansias tan elegantes y limpias.
Cómo arrancar esta lengua mía
que tanto deseo lamer.


Cómo convencer a mis talones
para que dejen de tocar a torpe retirada.
De qué manera deshacerme sin ruido
del agitador de masas encefálicas.


He desenrollado el hilo de la historia interminable,
he ahogado a Atreyu,
lo he descuartizado y dado de comer a Gmork.



Dios sigue callado.

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