EXPOSICIÓN DE MOTIVOS

Las altas esferas nos miran con paternal complacencia. De lo que no son conscientes es de que nosotros, pequeños y escasos asteroides en plena explosión demográfica, cuando giramos a su alrededor, no lo hacemos dócilmente. Les escrutamos, les estudiamos. Una y otra vez. Aunque ya tengamos demasiado vistas sus superficies leprosas y salpicadas de chancros sifilíticos. Simplemente nos estamos reproduciendo, poco a poco. Estamos esperando el momento ideal, que acontecerá el día más pensado, cuando a la ocasión la pinten con rastas hasta la mismísima culera, para lanzarnos sobre sus sorprendidas caras. Algún día caeremos como hierros al rojo vivo sobre sus cordilleras podridas. No habrá coordinación, será una lluvia ácrata, un chubasco irregular y Aleatorio, sin una política definida. POR FIN.

Nuestros cerebros serán meteoritos de todos los colores. Eso es lo de menos. Caeremos a su derecha, a su izquierda, en sus bancos y en sus politburós. En sus templos, en sus logias, en sus sedes del partido, en sus Casas del Pueblo. Lapidaremos mentalmente sus Cuarteles Generales, sus centros de comunicaciones monodireccionales. Pianos de Jerry Lee Lewis sin teclas berreando silenciosamente "Great Balls of Fire". Eso seremos.

Pero mientras tanto, seguimos aumentando la familia. Se engrosa el cinturón. Es una batalla entre la mitosis asnal y la del pensamiento auténticamente libre.

Y se acabó el "si Dios quiere". Habremos de querer nosotros. Porque, llamadme loco, eso es lo que creo que Dios quiere: mujeres, hombres, personas actuando por sí mismos... con el pensamiento verdaderamente libre.

Firmado: una bomba nuclear tranquila.

jueves, noviembre 17, 2011

Los locos de pelo rojo

Dizque los pelirrojos son hijos del Diablo. Tambièn dìcenlo de los zurdos, expresa o tàcitamente. Y hay quien se lo cree. Y luego, aparte, estoy yo, que no sè si me lo creo. Lo cierto es que desde muy temprana edad he tenido una tremenda tendencia a acabar arrimado a alguno. O a alguna. Pero lo màs sorprendente es que, de ello, he tardado muchos años en darme cuenta. Y todo, tras mirar, una vez màs, casi aturdido, el famoso cuadro de Vincent van Gogh de "La Habitaciòn de Arlès":



Esa magnìficamente estùpida perspectiva que presenta el cuadro cada dìa se parece màs a la que tengo yo del mundo en general. Y la de los pelirrojos que me he ido encontrando, tambièn. De un modo u otro. Su cosmovisiòn no es la que se reputa como "usual". Aunque el color de mis fermosos cabellos dista mucho del clàsico rutilismo (sea natural, sea tintado), a veces pienso que, salvado mi cada vez màs vascoide rostro, no desentonarìa mal del todo que asì lo tuviera. Por cierto, que soy castaño oscuro, no de pelo negro, como muchos se piensan...

Pero ya me he descrito demasiadas veces, y sigo sin estar plenamente encantado de conocerme. En cuanto a los pelirrojos, tengo opiniones para todos los gustos. Pero una cosa està clara: todos y cada uno de ellos han aportado y aportan "un-màs-que-algo" a este que les està dando la vara con su enèsimo escrito.

FERNANDO

Alrededor de 1993, procedente de un internado de Santander, llegò a nuestra clase de Sexto de EGB el amigo Fernando. Pelirrojo, grandullòn, repetidor, vago y respondòn. Pero excelente dibujante y con una cultura general muy superior a la media. Se sentaba justo detràs de mì. Le importaba muy poco el suspender constantemente unos exàmenes que despreciaba (en los de inglès, escribìa en un idioma mezcla de càntabro rùstico, francès e inglès de rapero; en los de ciencias naturales, escribìa, con unos detalles acojonantes, el funcionamiento de un submarino nuclear, o dibujaba un camiòn). Los libros de texto, los inundaba de dibujos de gran detalle y calidad, con temas fundamentalmente pornogràficos y escatològicos. Momento estelar: Dibujò en el libro de la maestra una taza de WC con perilla y dientes, gritando "por favor, quiero mierda". En el examen de matemàticas dibujò una batalla campal entre dos camiones armados con misiles en el desierto del Sàhara, con unos càmaras entre ambos retransmitiendo los bombardeos. En mitad, escribiò: "Telepeich, retransmitiendo a toda la galaaaaaxia". No era un mal tipo, conmigo siempre se llevò muy bien, al menos. Muchos años despuès, me lo encontrè, muy gordo y poco crecido verticalmente (le saco una cabeza, y no soy especialmente alto), armando bulla, junto con uno de los locos-yonquis de mi pueblo, en el autobùs que hace el trayecto entre Torrelavega y Los Corrales. El chòfer tuvo que parar, porque no dejaban de soltar improperios a las mujeres, bien dentro del vehìculo, bien en la calle.

De èl aprendì fundamentalmente que hay genios incomprendidos. Genios incomprendidos por ellos mismos, màs que por la propia sociedad en sì. Y su predilecciòn por las camisas de cuadros, desde luego, me la transmitiò èl màs que nadie. "Yo tengo el pito lleno de amor, y el corazòn lleno de pelos", solìa decirme. No le he vuelto a ver màs, pero creo que se dedica a la ganaderìa en San Felices de Buelna. Espero que le vaya bien.

ELENA

Salto temporal. Año 2001. Mi primer año de carrera. Mano a mano con otro loco (de pelo negro, en este caso), el amigo M.A. Toca. Años bastante duros, de clase matinal en Santander, de madrugar para poder tomar alguno de los pocos autobuses que salìan a esas horas de nuestros pueblos hacia la Universidad de Cantabria. De clases reubicadas en el horario a gusto de los capitalinos. De sàbados de clase por falta de tiempo para explicar el temario. De dormir poco y mal. De sentirse terriblemente diferente.

Y entonces llegò ella. Con una compañera, de un pueblo cercano al nuestro. Muy sonriente. Pelirroja. Solicitando apuntes del sàbado anterior, en que nos tuvimos que perder medio valioso fin de semana para tomar clases. Nos pedìa los temas "29 y 30 de Derecho Constitucional". Nunca se me olvidarà. Como nunca se me olvidarà que estaban en nuestra mesa, a la vista, aquel lunes, y les dijimos que no los tenìamos. Imagìnense la escena: dos tìas buenas de veinte años quedaban contrariadas frente a dos pipiolos de dieciocho, rùsticos y màs bien feos. Con dos cojones. Baste decir que yo acabè la carrera "en tiempo y forma". Otras no pueden decir lo mismo. No supe nada o màs bien poco de ella posteriormente: se dejaba caer poco por clase.

Tres años despuès, no obstante, en una de mis "campañas" de internet en que me dedicaba a debatir animadamente con gente de todo signo y condiciòn, a travès de un conocido de Madrid, acabè en un foro administrado por un buen hombre cuyas ideas distaban (y distan) mucho de las mìas. Lo cual no es òbice para que lo considere una grandìsima persona. Ya sabe èl quièn es. En fin, la cuestiòn es que ella, fìjate lo pequeño que es este mundo, cibernètico o no, participaba animadamente en tal foro. Con ideas que jamàs hubiese imaginado en alguien de su ¿aspecto? (afirmad que nunca habèis tenido prejuicios, cacho cabrones mentirosos). Pero con quien acabè, no sè si saliendo, pero muy relacionado con ella. Hasta bien entrado el 2008. No he vuelto a saber nada de ella. Y no sè si quiero. La cosa no acabò demasiado bien. A pesar de ser pelirroja teñida (siempre pensè que estaba mejor con el pelo negro, y lo sigo pensando), sus puntos de locura extrema la hacen acreedora de firma en el Paseo de los Locos del Pelo Rojo. Sin duda ninguna. Caòtica, indecisa, veleta, incomprensible, y sobre todo, sobre todo, en mi opiniòn una perfecta cobarde bien disfrazada de valiente amazona. Inescrutable, inmadura y poco cabal. Insuficientemente compensado todo ello con una todopoderosa imaginaciòn y cierta empatìa para conmigo. Insuficientemente. Con toda justicia, insisto, una loca de pelo rojo. Un remache màs en mi caja blindada de recuerdos. Uno muy grande, y del que ya no quiero hablar màs aquì.


JAVIER (y CARLOS)


Javier es hijo de su padre, no les quepa a ustedes duda alguna. No es una feliz perogrullada. Es una obviedad muy obvia. Eso, y que su hermano Carlos es otro loco de pelo rojo, y a su melòdica manera. Muy por desgracia, no he tratado tanto a este ùltimo, pero sì lo suficiente para confirmar mi extraña pseudoteorìa. Ambos estàn completamente locos y probablemente mucho màs que el resto de los rutìlicos protagonistas de este escrito. La razòn es harto sencilla: son demasiado buenos para este mundo: buenos hijos, buenos estudiantes, buenos mùsicos, buenos cantantes... excelentes personas, vaya. Perfectamente confiables, educados, amables, considerados. Locos de entre los locos. Pero siempre lo digo, y no me cansarè jamàs de afirmarlo, parafraseando a Lewis Carroll: los locos son las mejores personas, en realidad. A todos ellos les recomiendo amistades como las que yo comparto con ellos. Sobre todo cuando pierdes toda la confianza en el gènero humano. Un gènero bastante rebajado, dicho sea de paso.

Aunque, en parte por no estar ya en la RUDA (es allì donde les conocì, como a tantos otros locos de otros tantos colores de cabello), y en parte por mi extrema vagancia al no dejarme caer por la Gloriosa, bien saben que les deseo lo mejor, porque lo mejor dan. Echo de menos nuestras canciones. Pero ya lo sabes.

TORQUE


De este señor no sè si atreverme a decir nada... Es pelirrojo... No es exactamente pelirrojo... Està demasiado loco... No lo suficiente... Sòlo puedo decir que las vidas de quienes le rodean serìan bastante màs aburridas si èl no existiera.

De entre sus hermanos (son cinco), no les quepa duda, es el menos agraciado fìsicamente. No les quepa duda tampoco (aunque aquì hablo con mucho menos conocimiento), de que es el que mejor domina la palabra. Tiene labia. Es un hombre hecho a su propia medida, un producto propio y autòtrofo, un organismo adelantado a su era. No exagero. No. Es un ser còsmico, extrovertido, cachondo, muy apto musicalmente, y con un gran conocimiento del sexo femenino, y del Homo Sapiens en general. Màs que yo, lo cual no tiene por què ser sorprendente en sì, pero lo cierto es que yo soy siete años mayor que èl.

En cualquier caso, al señor Torque ya le dediquè en su momento una de mis historietas surreales por su cumpleaños. Y puede que le dedique algùn "monogràfico" màs. Sabe que en el fondo està loco, pero no padece de demencia, disfruta de ella. Y hace bien, coño.

CARLA


Pelirroja. Sì, de bote, pero no me la imagino de otra manera. Justo diez años menos que yo. Genial. Muy por encima de la media. Capaz de todo lo que se proponga. No les quepa ninguna duda. Su locura, o al menos asì lo entiendo yo, nace de su tremenda inestabilidad. Y sobre todo, con una particularidad extraña que acentùa su fantàstica y colorida demencia: a diferencia del resto de los mortales, estoy convencido -anda que no estoy jodido de la cabeza-, de que es muchìsimo màs estable (sin perder sus otras magnìficas cualidades... parece un ZUMO) como novia/pareja/churri/guatèver que como colega/compi/camarada/amiga. Porque sì, aunque realmente la estè prejuzgando ferozmente, he tenido el tiempo suficiente ya como para darme cuenta de ello. Puede que yerre, seguramente nunca sepa si yerro, pero, simplemente, loca de pelo rojo; ya que no te acabo de entender, y si ello te interesara, espero que me entiendas tù a mì.

O mejor, no me entiendas. Que a veces asì me siento hasta màs còmodamente ubicado en este mundo.

EQUIH


Eres la mejor, pero ya te hice un monogràfico, y no eres pelirroja. NI QUIERO QUE LO SEAS. TÙ NO.



Y hoy, precisamente hoy, no tengo màs que decir.









2 comentarios:

Anónimo dijo...

eco ecooooo

Diego Skanderberg von Zieza dijo...

Identificatio.