Y entonces llegò ella. Con una compañera, de un pueblo cercano al nuestro. Muy sonriente. Pelirroja. Solicitando apuntes del sàbado anterior, en que nos tuvimos que perder medio valioso fin de semana para tomar clases. Nos pedìa los temas "29 y 30 de Derecho Constitucional". Nunca se me olvidarà. Como nunca se me olvidarà que estaban en nuestra mesa, a la vista, aquel lunes, y les dijimos que no los tenìamos. Imagìnense la escena: dos tìas buenas de veinte años quedaban contrariadas frente a dos pipiolos de dieciocho, rùsticos y màs bien feos. Con dos cojones. Baste decir que yo acabè la carrera "en tiempo y forma". Otras no pueden decir lo mismo. No supe nada o màs bien poco de ella posteriormente: se dejaba caer poco por clase.
Tres años despuès, no obstante, en una de mis "campañas" de internet en que me dedicaba a debatir animadamente con gente de todo signo y condiciòn, a travès de un conocido de Madrid, acabè en un foro administrado por un buen hombre cuyas ideas distaban (y distan) mucho de las mìas. Lo cual no es òbice para que lo considere una grandìsima persona. Ya sabe èl quièn es. En fin, la cuestiòn es que ella, fìjate lo pequeño que es este mundo, cibernètico o no, participaba animadamente en tal foro. Con ideas que jamàs hubiese imaginado en alguien de su ¿aspecto? (afirmad que nunca habèis tenido prejuicios, cacho cabrones mentirosos). Pero con quien acabè, no sè si saliendo, pero muy relacionado con ella. Hasta bien entrado el 2008. No he vuelto a saber nada de ella. Y no sè si quiero. La cosa no acabò demasiado bien. A pesar de ser pelirroja teñida (siempre pensè que estaba mejor con el pelo negro, y lo sigo pensando), sus puntos de locura extrema la hacen acreedora de firma en el Paseo de los Locos del Pelo Rojo. Sin duda ninguna. Caòtica, indecisa, veleta, incomprensible, y sobre todo, sobre todo, en mi opiniòn una perfecta cobarde bien disfrazada de valiente amazona. Inescrutable, inmadura y poco cabal. Insuficientemente compensado todo ello con una todopoderosa imaginaciòn y cierta empatìa para conmigo. Insuficientemente. Con toda justicia, insisto, una loca de pelo rojo. Un remache màs en mi caja blindada de recuerdos. Uno muy grande, y del que ya no quiero hablar màs aquì.
JAVIER (y CARLOS)
Javier es hijo de su padre, no les quepa a ustedes duda alguna. No es una feliz perogrullada. Es una obviedad muy obvia. Eso, y que su hermano Carlos es otro loco de pelo rojo, y a su melòdica manera. Muy por desgracia, no he tratado tanto a este ùltimo, pero sì lo suficiente para confirmar mi extraña pseudoteorìa. Ambos estàn completamente locos y probablemente mucho màs que el resto de los rutìlicos protagonistas de este escrito. La razòn es harto sencilla: son demasiado buenos para este mundo: buenos hijos, buenos estudiantes, buenos mùsicos, buenos cantantes... excelentes personas, vaya. Perfectamente confiables, educados, amables, considerados. Locos de entre los locos. Pero siempre lo digo, y no me cansarè jamàs de afirmarlo, parafraseando a Lewis Carroll: los locos son las mejores personas, en realidad. A todos ellos les recomiendo amistades como las que yo comparto con ellos. Sobre todo cuando pierdes toda la confianza en el gènero humano. Un gènero bastante rebajado, dicho sea de paso.
Aunque, en parte por no estar ya en la RUDA (es allì donde les conocì, como a tantos otros locos de otros tantos colores de cabello), y en parte por mi extrema vagancia al no dejarme caer por la Gloriosa, bien saben que les deseo lo mejor, porque lo mejor dan. Echo de menos nuestras canciones. Pero ya lo sabes.
TORQUE
De este señor no sè si atreverme a decir nada... Es pelirrojo... No es exactamente pelirrojo... Està demasiado loco... No lo suficiente... Sòlo puedo decir que las vidas de quienes le rodean serìan bastante màs aburridas si èl no existiera.
De entre sus hermanos (son cinco), no les quepa duda, es el menos agraciado fìsicamente. No les quepa duda tampoco (aunque aquì hablo con mucho menos conocimiento), de que es el que mejor domina la palabra. Tiene labia. Es un hombre hecho a su propia medida, un producto propio y autòtrofo, un organismo adelantado a su era. No exagero. No. Es un ser còsmico, extrovertido, cachondo, muy apto musicalmente, y con un gran conocimiento del sexo femenino, y del Homo Sapiens en general. Màs que yo, lo cual no tiene por què ser sorprendente en sì, pero lo cierto es que yo soy siete años mayor que èl.
En cualquier caso, al señor Torque ya le dediquè en su momento una de mis historietas surreales por su cumpleaños. Y puede que le dedique algùn "monogràfico" màs. Sabe que en el fondo està loco, pero no padece de demencia, disfruta de ella. Y hace bien, coño.
CARLA
Pelirroja. Sì, de bote, pero no me la imagino de otra manera. Justo diez años menos que yo. Genial. Muy por encima de la media. Capaz de todo lo que se proponga. No les quepa ninguna duda. Su locura, o al menos asì lo entiendo yo, nace de su tremenda inestabilidad. Y sobre todo, con una particularidad extraña que acentùa su fantàstica y colorida demencia: a diferencia del resto de los mortales, estoy convencido -anda que no estoy jodido de la cabeza-, de que es muchìsimo màs estable (sin perder sus otras magnìficas cualidades... parece un ZUMO) como novia/pareja/churri/guatèver que como colega/compi/camarada/amiga. Porque sì, aunque realmente la estè prejuzgando ferozmente, he tenido el tiempo suficiente ya como para darme cuenta de ello. Puede que yerre, seguramente nunca sepa si yerro, pero, simplemente, loca de pelo rojo; ya que no te acabo de entender, y si ello te interesara, espero que me entiendas tù a mì.
O mejor, no me entiendas. Que a veces asì me siento hasta màs còmodamente ubicado en este mundo.
EQUIH
Eres la mejor, pero ya te hice un monogràfico, y no eres pelirroja. NI QUIERO QUE LO SEAS. TÙ NO.
Y hoy, precisamente hoy, no tengo màs que decir.
2 comentarios:
eco ecooooo
Identificatio.
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