EXPOSICIÓN DE MOTIVOS

Las altas esferas nos miran con paternal complacencia. De lo que no son conscientes es de que nosotros, pequeños y escasos asteroides en plena explosión demográfica, cuando giramos a su alrededor, no lo hacemos dócilmente. Les escrutamos, les estudiamos. Una y otra vez. Aunque ya tengamos demasiado vistas sus superficies leprosas y salpicadas de chancros sifilíticos. Simplemente nos estamos reproduciendo, poco a poco. Estamos esperando el momento ideal, que acontecerá el día más pensado, cuando a la ocasión la pinten con rastas hasta la mismísima culera, para lanzarnos sobre sus sorprendidas caras. Algún día caeremos como hierros al rojo vivo sobre sus cordilleras podridas. No habrá coordinación, será una lluvia ácrata, un chubasco irregular y Aleatorio, sin una política definida. POR FIN.

Nuestros cerebros serán meteoritos de todos los colores. Eso es lo de menos. Caeremos a su derecha, a su izquierda, en sus bancos y en sus politburós. En sus templos, en sus logias, en sus sedes del partido, en sus Casas del Pueblo. Lapidaremos mentalmente sus Cuarteles Generales, sus centros de comunicaciones monodireccionales. Pianos de Jerry Lee Lewis sin teclas berreando silenciosamente "Great Balls of Fire". Eso seremos.

Pero mientras tanto, seguimos aumentando la familia. Se engrosa el cinturón. Es una batalla entre la mitosis asnal y la del pensamiento auténticamente libre.

Y se acabó el "si Dios quiere". Habremos de querer nosotros. Porque, llamadme loco, eso es lo que creo que Dios quiere: mujeres, hombres, personas actuando por sí mismos... con el pensamiento verdaderamente libre.

Firmado: una bomba nuclear tranquila.

viernes, junio 03, 2005

¡¡¡Esi perrucu!!!

Ayer mi queridísimo perro, don Mateo Cúsquiz Esnúpez, más conocido como "Teo" o "Caudillo", nos deleitó a todos con otra de sus grandes proezas. Había cazado una simpática musaraña, aunque seguramente fue más simpática en vida. Un trofeo más que se añade a sus ya 15670 puntos de experiencia que lo acercan al nivel 16 en este juego de rol que es la vida del cánido cazador.
Al principio pensé que se trataba de un ratón, no olvidemos el extraordinario parecido de una musaraña (del latín "mus aranea", ratón araña) con aquél, pero su corta cola, su puntiagudo morro y sus diminutos ojos me hicieron cambiar pronto de opinión. La verdad es que me dio pena, por mucho que Teo se dedicara a poner sus caras más peluche y se tirara para que le rascásemos la panza. Menudo pieza, el can. Aunque ya me tiene acostumbrado a sus cacerías. Hace tan solo dos semanas se agenció un tordo, tras un sonoro hostiazo contra la puerta de mi casa. Cuando, sorprendido por el ruido, salí afuera a ver qué pasaba, el perro ya estaba degustando un muslo tranquilamente. "¿Te lo meto al microondas?" le dije, mientras ponía las consabidas caras. Pero no le voy a pegar, claro. El pasado verano, su víctima fue un lagarto verde con la panza amarilla horroroso, de una especie que no había visto antes. Cuando lo encontré, aún estaba con vida, así que no tuve otra que agarrar el recogedor de la basura y echarlo al prau del vecino. No sabía cómo matarlo... ¿a pisotones? En fin.
Menudo personaje el perrín. Alguno pensará que es un dobermann asesino, pero, la verdad, al contrario que con animales más pequeños que él, con las personas es de lo más cariñoso. Y alguno se reirá, pero, a falta de hijos, lo quiero casi como si lo fuera. "Voici" una breve semblanza del mismo.
Don Mateo Cúsquiz Esnúpez nació en Villayuso de Cieza en marzo de 1999, hijo de Cusqui (perro, ya fallecido, propiedad de mi abuelo, por desgracia también fallecido) y de Snoopy (perruca de propiedad de un tío abuelo, ambos, por fortuna, bien vivos), de ahí esos apellidos sui generis. Es de raza fox terrier (en un 75%, porque uno de sus abuelos era cruzado -no de los que iban a Jerusalém, ojo-), pero, al contrario que la mayoría de los perros de esta raza, ni sus progenitores ni él son en absoluto agresivos ni malhumorados. En mayo lo traje de mi madre patria a Los Corrales, donde vivo, y hasta hoy aquí sigue. No está licenciado, ni siquiera escolarizado, pero obedece bastante bien todas las órdenes que se le pueden dar a un perro medianamente inteligente. Sus costumbres menos agradables son el ir dejando chorros de pis por toda la casa y abonarnos el jardín con bastante profusión. En realidad, al igual que yo, no contribuye para nada en el sostenimiento del hogar familiar. Bueno, sí, se come las sobras después de comer, como complemento al pienso que le compramos. Yo, en contraprestación, le cepillo.
Por cierto, a ver si le baño mañana.
¡¡¡Esi perrucu!!!

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