EXPOSICIÓN DE MOTIVOS

Las altas esferas nos miran con paternal complacencia. De lo que no son conscientes es de que nosotros, pequeños y escasos asteroides en plena explosión demográfica, cuando giramos a su alrededor, no lo hacemos dócilmente. Les escrutamos, les estudiamos. Una y otra vez. Aunque ya tengamos demasiado vistas sus superficies leprosas y salpicadas de chancros sifilíticos. Simplemente nos estamos reproduciendo, poco a poco. Estamos esperando el momento ideal, que acontecerá el día más pensado, cuando a la ocasión la pinten con rastas hasta la mismísima culera, para lanzarnos sobre sus sorprendidas caras. Algún día caeremos como hierros al rojo vivo sobre sus cordilleras podridas. No habrá coordinación, será una lluvia ácrata, un chubasco irregular y Aleatorio, sin una política definida. POR FIN.

Nuestros cerebros serán meteoritos de todos los colores. Eso es lo de menos. Caeremos a su derecha, a su izquierda, en sus bancos y en sus politburós. En sus templos, en sus logias, en sus sedes del partido, en sus Casas del Pueblo. Lapidaremos mentalmente sus Cuarteles Generales, sus centros de comunicaciones monodireccionales. Pianos de Jerry Lee Lewis sin teclas berreando silenciosamente "Great Balls of Fire". Eso seremos.

Pero mientras tanto, seguimos aumentando la familia. Se engrosa el cinturón. Es una batalla entre la mitosis asnal y la del pensamiento auténticamente libre.

Y se acabó el "si Dios quiere". Habremos de querer nosotros. Porque, llamadme loco, eso es lo que creo que Dios quiere: mujeres, hombres, personas actuando por sí mismos... con el pensamiento verdaderamente libre.

Firmado: una bomba nuclear tranquila.

domingo, septiembre 03, 2017

LA DAMA SE ESCONDE



De imanes y obispos,
sultanes y condes,
de padres, de hijos
la dama se esconde.

Herida en el trato,
curada en amores,
con daño y Dolores
(que Lola fue un rato) 
evita ocasiones 
que impliquen agravio:
la dama se esconde. 

Detrás de la cara,
detrás de los golpes,
detrás de la nada, 
detrás del desorden, 
detrás de miradas 
detrás de los coches,
detrás de esta bala
la dama se esconde.

Los votantes puros 
en filas de a doce 
dejan su futuro 
en quienes escogen;
son la gente, el mundo 
temiendo un redoble 
que deje desnudos 
a ricos y pobres. 
Buscando refugios 
en las estaciones, 
detrás de sus muros 
la dama se esconde. 

Avisa la radio, 
la tele, a las once, 
las doce, a las cuatro, 
hoy mañana, ayer noche;
nadie ha contestado, 
nadie a quien le importe:
sola en su calvario 
la dama se esconde. 

Su alma, su acero
de orgullo de estoque 
conversa en el cielo 
con los sus temores:
«si no me respeto, 
ellos son mejores;
si callo, defiendo 
a mis agresores;
y cuando cae muerto 
alguien en mi nombre, 
¡tan presa del miedo 
la dama se esconde!» 

Tras años de espera 
de gritos sin voces,
de llantos de piedra
y yermas canciones, 
brotan de la tierra
columnas de flores, 
de torres muy negras, 
alfiles, peones, 
caballos de guerra, 
crines por galones. 

La dama dispone 
su ejército en ruta, 
pues ya no se oculta:
la dama responde.

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