EXPOSICIÓN DE MOTIVOS

Las altas esferas nos miran con paternal complacencia. De lo que no son conscientes es de que nosotros, pequeños y escasos asteroides en plena explosión demográfica, cuando giramos a su alrededor, no lo hacemos dócilmente. Les escrutamos, les estudiamos. Una y otra vez. Aunque ya tengamos demasiado vistas sus superficies leprosas y salpicadas de chancros sifilíticos. Simplemente nos estamos reproduciendo, poco a poco. Estamos esperando el momento ideal, que acontecerá el día más pensado, cuando a la ocasión la pinten con rastas hasta la mismísima culera, para lanzarnos sobre sus sorprendidas caras. Algún día caeremos como hierros al rojo vivo sobre sus cordilleras podridas. No habrá coordinación, será una lluvia ácrata, un chubasco irregular y Aleatorio, sin una política definida. POR FIN.

Nuestros cerebros serán meteoritos de todos los colores. Eso es lo de menos. Caeremos a su derecha, a su izquierda, en sus bancos y en sus politburós. En sus templos, en sus logias, en sus sedes del partido, en sus Casas del Pueblo. Lapidaremos mentalmente sus Cuarteles Generales, sus centros de comunicaciones monodireccionales. Pianos de Jerry Lee Lewis sin teclas berreando silenciosamente "Great Balls of Fire". Eso seremos.

Pero mientras tanto, seguimos aumentando la familia. Se engrosa el cinturón. Es una batalla entre la mitosis asnal y la del pensamiento auténticamente libre.

Y se acabó el "si Dios quiere". Habremos de querer nosotros. Porque, llamadme loco, eso es lo que creo que Dios quiere: mujeres, hombres, personas actuando por sí mismos... con el pensamiento verdaderamente libre.

Firmado: una bomba nuclear tranquila.

lunes, diciembre 12, 2016

SUBVALERIANA VI

Observen: somos hijos de conciencias ajenas.

El secreto (de la barbarie) está en la masa.

Soy esa adarga que toda lanza ajena jode,
el cuchillo que chilla al notar la piedra en su filo,
el vértice del bosque sin propágulos.

Los coágulos de memoria son un búnker de proyectiles insaciable,
anfibológicamente imperfecto,
ansiosos de más rayos para el doliente.

Más allá de la Hiperbórea del Papel,
dará eternos pasos al frente nuestro Verbo:

En el confío
a falta de pan honrado
entre estas reyertas.

Somos la masa más gris que el águila en el cielo pudiera vislumbrar,
desciende, nos desuella hasta lo sulfúrico.

Creerse único
es eutanasia.

El secreto de la barbarie está en la masa
porque cada deforme porción que la conforma
se cree tan especial como el resto de aquella.

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