jueves, julio 19, 2012
DE NUEVO EN LAS NUBES
Imagino nuestro encuentro. Llevo días con mi cabeza en Madrid, en tu habitación. Me imagino saliendo del metro, mirándote avergonzada y fundiéndonos en un abrazo eterno. Notando tu cuerpo, tus brazos apretándome fuerte; notando tu olor, tu aliento y, finalmente, tus labios. Ya estamos encendidos. Ya sólo pensamos en tu cama.
Caminamos despacito, abrazados hacia tu casa mientras mantenemos una conversación banal. Tu mente y la mía están perdidas bajo las sábanas.
Ya en el ascensor -el del espejo- mientras me arreglo el pelo, tú me agarras por detrás. Sonreímos y tu cabeza baja hacia mi cuello. Me hueles, deslizas tu nariz por mi piel, me acaricias con tu cara. Y me besas. Y noto tu aguerrida Gladiadora en mi espalda.
Por fin estamos en tu habitación. Avergonzada, cierro la puerta a mis espaldas, pero me quedo allí. No avanzo. Te acercas despacito con mirada lasciva y tus manos atrapan mi cara. Es un beso salvaje, húmedo y prolongado que demuestra todo lo que nos hemos echado de menos, todo lo que ansiábamos sentir lo que ahora sentimos.
Y no tardamos en quitarnos la ropa, torpemente porque las prisas no son buenas y nuestros cuerpos están acelerados, la respiración entrecortada y el calor invaIdiendo la habitación.
La Gladiadora llena de placer mis entrañas. Mi cuerpo se retuerce del gozo, del cariño que me das. Y por fin, el éxtasis del encuentro tan ansiado. Y por fin, de nuevo en las nubes.
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