EXPOSICIÓN DE MOTIVOS

Las altas esferas nos miran con paternal complacencia. De lo que no son conscientes es de que nosotros, pequeños y escasos asteroides en plena explosión demográfica, cuando giramos a su alrededor, no lo hacemos dócilmente. Les escrutamos, les estudiamos. Una y otra vez. Aunque ya tengamos demasiado vistas sus superficies leprosas y salpicadas de chancros sifilíticos. Simplemente nos estamos reproduciendo, poco a poco. Estamos esperando el momento ideal, que acontecerá el día más pensado, cuando a la ocasión la pinten con rastas hasta la mismísima culera, para lanzarnos sobre sus sorprendidas caras. Algún día caeremos como hierros al rojo vivo sobre sus cordilleras podridas. No habrá coordinación, será una lluvia ácrata, un chubasco irregular y Aleatorio, sin una política definida. POR FIN.

Nuestros cerebros serán meteoritos de todos los colores. Eso es lo de menos. Caeremos a su derecha, a su izquierda, en sus bancos y en sus politburós. En sus templos, en sus logias, en sus sedes del partido, en sus Casas del Pueblo. Lapidaremos mentalmente sus Cuarteles Generales, sus centros de comunicaciones monodireccionales. Pianos de Jerry Lee Lewis sin teclas berreando silenciosamente "Great Balls of Fire". Eso seremos.

Pero mientras tanto, seguimos aumentando la familia. Se engrosa el cinturón. Es una batalla entre la mitosis asnal y la del pensamiento auténticamente libre.

Y se acabó el "si Dios quiere". Habremos de querer nosotros. Porque, llamadme loco, eso es lo que creo que Dios quiere: mujeres, hombres, personas actuando por sí mismos... con el pensamiento verdaderamente libre.

Firmado: una bomba nuclear tranquila.

lunes, diciembre 13, 2010

INSPECTOR VAGANCIA

Entre helechos de cuarzo
Abriéndose paso a golpe de ronquido
Avanza por la jungla neuronal el Inspector Vagancia
Despegado de todo atisbo práctico
Complacido por el arrepentimiento que siembra
Cada vez que se enfunda el mono de trabajo.

Me deja masticar, me impide tragar
Para qué quiero boca en mi corazón precario
Si el Inspector Vagancia me hace escupir el veneno
No quiero su metadona, no, no quiero que me desintoxique
Y menos cuando me anula con sus drogas
Pero no me quejo, saco la lengua y muestro el dedo, he perdido.

El Inspector Vagancia envía a las Musas, que me agreden
No me dejo defender, no dejo de atacar, entre resquicios vacíos
Y a veces quiero que me corten las alas porque él quiere
Pero más fuerte que todos, más constante, más insistente, más consistente
Más determinante, más libre, más deliberada, desde luego y sin duda,
Es mi ansia de purgar mi indiferencia entre cuartillas.

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