EXPOSICIÓN DE MOTIVOS

Las altas esferas nos miran con paternal complacencia. De lo que no son conscientes es de que nosotros, pequeños y escasos asteroides en plena explosión demográfica, cuando giramos a su alrededor, no lo hacemos dócilmente. Les escrutamos, les estudiamos. Una y otra vez. Aunque ya tengamos demasiado vistas sus superficies leprosas y salpicadas de chancros sifilíticos. Simplemente nos estamos reproduciendo, poco a poco. Estamos esperando el momento ideal, que acontecerá el día más pensado, cuando a la ocasión la pinten con rastas hasta la mismísima culera, para lanzarnos sobre sus sorprendidas caras. Algún día caeremos como hierros al rojo vivo sobre sus cordilleras podridas. No habrá coordinación, será una lluvia ácrata, un chubasco irregular y Aleatorio, sin una política definida. POR FIN.

Nuestros cerebros serán meteoritos de todos los colores. Eso es lo de menos. Caeremos a su derecha, a su izquierda, en sus bancos y en sus politburós. En sus templos, en sus logias, en sus sedes del partido, en sus Casas del Pueblo. Lapidaremos mentalmente sus Cuarteles Generales, sus centros de comunicaciones monodireccionales. Pianos de Jerry Lee Lewis sin teclas berreando silenciosamente "Great Balls of Fire". Eso seremos.

Pero mientras tanto, seguimos aumentando la familia. Se engrosa el cinturón. Es una batalla entre la mitosis asnal y la del pensamiento auténticamente libre.

Y se acabó el "si Dios quiere". Habremos de querer nosotros. Porque, llamadme loco, eso es lo que creo que Dios quiere: mujeres, hombres, personas actuando por sí mismos... con el pensamiento verdaderamente libre.

Firmado: una bomba nuclear tranquila.

domingo, agosto 21, 2011

Romance del ceño fruncido

Apoyado malamente
Contra la pared gastada
Sintiendo cómo raspaban
Mi inocencia sus miradas

Ignoraba yo al principio
Su sucio increpar idiota
Pero ya empezó a costarme
Amarrar el gesto y boca

Cigarrillo, boca a suelo,
Suelo en boca merecieran
Que más triste que el delirio
Son sus quejidos de hiena

Bajó entonces la marea
de mi bendita paciencia
y salieron diez mil puños
mezclando sangre y arena

Rabia añeja solitaria
Brotando de algún resquicio
Echó abajo esclusa y dique
Y fluyó entre mis nudillos

Sufrí a ciegas, golpe a oscuras
Sangre más blanca que roja
Súbita infelicidad
Sien quebrada y alma coja

Y es mi historia, y no te creas
Que sentimientos no tenga
Pero mis abrazos valen
Más confianza que cartera